POR PEPE MONTESERÍN CORRALES, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS).
Acá os paso esta reseña de Javier Lasheras sobre mi «Diccionario», que podéis adquirir en las mejores librerías; el Diccionario, no a Javier.
[METONIMIA]
Una de las mejores herencias que recibí de mis padres fue el uso de los diccionarios. Heredé el Horta, casi desvencijado, de sinónimos y de la rima e ideas afines. Desconozco su año de edición. Era de cuando no se estilaba el número del Depósito Legal. «Queda hecho el depósito que marca la Ley», se lee en sus primeras páginas. Pero me fui acostumbrando a todos. Cuando de muy joven le pedí a un afamado escritor que me diera algún consejo, me respondió que me aplicara con los diccionarios, que ya tendría tiempo para hacer lo que me diera la gana. Y me guiñó un ojo.
Con los años, tengo unos cuantos. Prefiero el Casares al Moliner, pero éste lo he usado mucho más. Y, por supuesto, me encanta el de la Academia, pero al fin no sabría con cuál quedarme. Ahora tengo sobre la mesa el «Diccionario humorístico de un escritor», de Pepe Monteserín. No, claro que no lo he leído entero. Pero se ayunta muy bien con los demás diccionarios y lo usaré de por vida. En casa, cuando necesitamos usarlo, ya decimos: «—Voy a ver qué dice el Monteserín». Y, además de aprender un huevo, nos meamos de la risa.