POR ANTONIO PÉREZ CRESPO, CRONISTA OFICIAL DE LA REGIÓN DE MURCIA
La pedanía de Valladolises está alcanzando niveles de desarrollo y prosperidad como nunca los había tenido. La construcción del aeropuerto de la Región de Murcia, situado entre Corvera y Valladolises, va a suponer un impulso de extraordinaria importancia, como lo prueba entre otras razones que distintas carreteras se proyectan construir desde el resto de la Comunidad murciana para convergen en el aeropuerto.
Tal vez ha llegado el momento de sacar a primer plano algunas personas que habiendo nacido en la pedanía de Valladolises, e incluso en sus afueras, han tenido un papel destacado como restauradores.
Voy a narrar algunos aspectos de la vida y milagros de dos jóvenes que, respectivamente, salieron de Los Patricios y Los Melchores para probar fortuna en la apertura de casas de comidas, después restaurantes, ahora restauradores. En la época en que estos hechos ocurren, Los Patricios y Los Melchores eran agrupaciones de tres casas ahora ya son cinco- de la pedanía de Valladolises, penúltima del ayuntamiento de Murcia, en el Campo de Cartagena. La última es Lobosillo.
Es cierto que ninguna generación es igual a la anterior ni a la posterior, y que el cambio de siglo ha supuesto un cambio de ritmo a la vida; es cada vez más rápido, y se amplía el tiempo de vida lo que nos permite vivir más allá de los años de generaciones anteriores, reconstruir un pasado aunque sea modesto, como el que vamos a narrar, aportando una serie de datos personales que incluso los protagonistas desconocían.
Los entonces jóvenes Ginés y Paco nacieron en la década de los cuarenta del pasado siglo; fueron compañeros y amigos en el colegio de Valladolises hasta que volvieron a reencontrarse en Murcia. Ginés Giménez Carrillo nació y vivió en Los Patricios, agrupación de tres casas en el empalme de Fuente Álamo, donde la carretera se bifurca hacia Valladolises a unos dos kilómetros. Sus familiares, por línea paterna fueron Los Patricios, que dieron nombre a la agrupación de casas; y por línea materna a Los Carrillos, altos, delgados, con cara alargada.
Francisco García Hernández nació y vivió en Los Melchores, en la finca de Ventanas propiedad de la familia Fontes. Por línea paterna descienden de Paco “el Apañao”, que al casarse con Flora, fue conocido como Paco el de Flora, costumbre arraigada en recuerdo de los antiguos matriarcados que en el campo y en la huerta aún se conserva.
Ginés, a los doce años, comenzó a trabajar en Valladolises en una de las panaderías del pueblo, la de Patricio Conesa, que posteriormente compraron los Cerveras, y tenía una tienda de artículos varios como complemento de la panadería. Al casarse el hijo del panadero despidieron a Ginés. Al quedarse sin trabajo, y no encontrarlo en Valladolises, decidió marchar a Murcia, donde Pedro Gracia, nacido en Valladolises, era dueño de la Casa Perico, en la calle de Madre de Dios, en la actualidad Restaurante Paco Pepe, cuyo dueño era Pedro Gracia, nacido en Valladolises, cerca del Molino, en una casa inmediata a la de Juan el Labrador.
Como personas procedentes del mismo pueblo, Perico dio trabajo a Ginés, que estuvo empleado en su estableciendo y aprendiendo el oficio hasta 1970. Durante cuatro años alternó este trabajo durante el invierno con otro en verano en el Hotel Bahía, en Mazarrón.
En esta fecha, Galerías Preciados abrió sus puertas y como Ginés conocía el oficio entró a la cafetería, donde completó sus conocimientos como persona que se iba a dedicar a este trabajo. Adquirió buenos amigos, demostró su capacidad de trabajo y al poco tiempo fue nombrado jefe de la cafetería de Galerías Preciados, trabajo que compatibilizaba con el de árbitro de fútbol y corredor de seguros, pensando siempre en ahorrar hasta su última peseta y abrir su propio negocio. Cuando anunció su marcha de Galerías Preciados le ofrecieron el arrendamiento de la cafetería, a lo que renunció.
Paco, el otro socio, hijo de Paco el de Flora y nieto del Tío Paco “el Apañao”, marchó a Murcia en 1960 y durante cuatro años trabajó en un bar. Un día ambos amigos se encontraron, y Ginés le propuso asociarse para adquirir un local que traspasaban en la avenida de Alfonso X, que había funcionado con los nombres de la Choza Bar y Boryuz. Después de una dura negociación, pagaron 1.750.000 pesetas de traspaso. Estaba situada frente la Casa de la Cultura y el Club Universitario. La negociación se cerró, pagaron el traspaso, y decidieron cambiarle el nombre por el de Café Manhattan, que inauguraron el 8 de febrero de 1973. A partir de ese momento, poco a poco, año tras año, fueron comprando las siete partes en que estaba dividido el bajo y el entresuelo, que pertenecían en su mayoría a la familia Brugarolas.
Posteriormente cambiaron este nombre por el de restaurante Alfonso X; el local inicial de 48 metros cuadrados fue ampliado hasta adquirir la totalidad del bajo y del entresuelo del edificio, con una superficie total de ochocientos metros cuadrados.
Durante los años 1981-1985, se reunían una vez al mes en el local una peña de amigos en la que se integraron Ginés y Paco. El centro de esta peña era Diego Ródenas Froncuberta, al que acompañaban Pascual Fernández, Francisco Barrachina, Ramón Rueda, Diego del Rey, Olegario del Amaro, Daciano Gaona, Germán y Fernando Sevilla… y al precio de mil pesetas cenaban.
Les llamó la atención una afirmación que hizo Ródenas Froncuberta de que Franco escogía a los más listos de cada provincia; en Murcia eligió a José María Casanova para especializarse en conservación de la verdura fresca en EEUU, el cual regresó a los tres años y colaboró en la estructuración de las empresas Cobarro Horticola y Chaconsa.
Con el paso de los años, y el trabajo permanente de ambos socios, el restaurante Alfonso X se fue acreditando hasta convertirse en uno de los mejores de la ciudad de Murcia, manteniendo en todo momento la equivalencia calidad-precio. Hace años Ginés fue elegido mayordomo de las Fiestas de la Candelaria de Valladolises, y recordando nuestra vieja amistad me pidió que la empresa Pecrés colaborase en la publicidad de la revista que cada año los mayordomos editan el día de al Candelaria, cuya colaboración ha continuado ininterrumpidamente desde ese momento.
Este reencuentro con Ginés abrió las puertas de su restaurante a mi familia y empezamos a visitarlo con cierta frecuencia, siendo el menú preferido de nuestros nietos entremeses de jamón y lomo, pulpo a la gallega y ensaladilla rusa. Cuando tenían como plato del día el “cocido con pelotas de la Tía Catalina” varios nos apuntábamos sin dudar. En general nos decidíamos por alguna de las modalidades de carnes rojas, especialidad en la que destacó como uno de los mejores restaurantes.
En la fachada principal de la casa de Ginés en Valladolises, una palca recuerda a los “maestros nacionales”, Concepción Crespo López y Francisco Pérez Canovas y al remodelar la casa los albañiles la retiraron para reponerla. Los vecinos se dieron cuenta y pidieron su reposición; la retirada sólo había sido provisional.
Incluimos unas recetas de cocina que de Ginés y Paco ofrecen a sus clientes:
Entrecôte de ternera a la murciana con sal gorda (dos personas). Ingredientes: un filete de entrecôte de 400 gr. y 50 gr. de sal gorda. Elaboración: poner el entrecot en la parrilla o en las brasas y lo cubrirlo con sal gorda durante seis minutos por un lado, y seis por el otro. Se sirve acompañado de guarnición de patatas a lo pobre y pimiento rojo.
Sorbete de canela (6 personas). Ingredientes: litro de leche, 400 gr. azúcar, litro de nata, maicena, 4 ramas de canela y 2 copas de licor de canela. Elaboración: se hierve la leche con las ramas de canela durante 10 minutos, añadir el azúcar y la maicena, remover durante unos minutos y por último echar la nata y las dos copas de licor de canela. Se mezcla todo muy bien y se pone a enfriar.
DOCUMENTACIÓN: SOLEDAD BELMONTE