EL SEÑOR DE VILLASECA
Ene 26 2023

POR FRANCISCO JAVIER ARELLANO LÓPEZ, CRONISTA DE LUIS MOYA, ZACATECAS (MEXICO) 

En la comunidad de Esteban S. Castorena, Luis Moya, Zac. se festeja al Señor de Villaseca que es un cuadro de una pintura de Cristo Crucificado. La llegada de este cuadro al rancho de Bajío de Casas Coloradas, antes así se llamaba este lugar, se ha convertido en una leyenda. Se cuenta que a un corral de don Efrén Adame de la Riva llegó una mula cargada con varios bultos. La gente de don Efrén la corrió del lugar para no verse en líos y compromisos no deseados pero el animal terco, regresaba al día siguiente. Después de tanta insistencia del animal en querer quedarse en el lugar, decidieron quitarle la carga. Eran varios bultos las que portaba. En uno de ellos encontraron un nicho, una imagen del Señor de Villaseca, una novena y un rosario. Al no haber ningún reclamo de las cosas, los habitantes hicieron suya la imagen. No se tiene clara la fecha de este hecho, pero se cree que fue a finales del siglo XIX y principios del XX. Pasados muchos años, los habitantes del Bajío construyeron una capilla, precisamente en el lugar donde estaba el viejo corral donde había llegado el animal.

Un día visité su capilla con el fin de conocer su historia. Es un lugar que luce bastante decente. Sé que el Sr. Cura don José Cruz Cordero de la parroquia de Luis Moya, Zac. (2001-2007) gestionó y coordinó la construcción de un altar digno para esta imagen. Luego me contaron que hay un comité de fiestas de 42 socios, que le hacen una danza de pluma, que lo festejan un domingo antes del miércoles de ceniza y que le hacen “una reliquia” que consiste en un platillo de mole con arroz y macarrón.

– ¿Y cuál es el milagro más reconocido del Señor de Villaseca?- pregunté a una mujer de la comunidad del Bajío.

– Pos… ay el que le hizo a una mujer casada de juntarse con su amante… – me contestó.

– A caray…

Entonces, había que investigar, saber y conocer quién fue El Señor de Villaseca.

Durante la Conquista Española, llegaron a México varios hombres que tenían fiebre de oro y plata. México era “el sueño mexicano” de los europeos. En el año 1545, arribó a la Nueva España don Alonso de Villaseca procedente de Toledo, Esp. Muy pronto, aquí hizo una fortuna; se llegó a decir que era el hombre más rico de México durante el siglo XVI. Aparte de tener una gran riqueza, era un hombre muy devoto a la imagen de un cristo crucificado.

Se cuenta que Don Alonso regaló tres imágenes, la verdad es que fueron muchas, pero se dice que una fue para Zacatecas que es conocida como “El Señor de Santa Teresa”, otra al mineral de Cata, Guanajuato que es conocida como El Cristo de Villaseca y una más a Ixmiquilpan, Hgo. En el año 1580 murió don Alonso y su muerte fue un acontecimiento en la Nueva España. Asistieron a su sepelio las más altas personalidades como eran el Virrey y las autoridades eclesiásticas. Su tumba fue un mausoleo que costó entre once y doce mil pesos oro.

Los habitantes de Cata, Gto., agradecidos con Alonso Villaseca por el cristo que les regaló, a la imagen comenzaron a llamarla El Señor de Villaseca. Don de don Alonso que le llamaran así al Cristo traído por él. Sin duda que este agradecimiento fue por su gran bondad y generosidad al construir templos, ayudar a los jesuitas y por tantas obras que hizo en favor de los pobres. A la imagen se le construyó un santuario en Cata, Gto y se le veneró ya como El Señor de Villaseca. La primera imagen tenía una canasta de flores a un lado suyo, canasta que fue muy significativa. Esta imagen poco a poco comenzó hacer milagros y se hizo muy popular. Así surgieron las leyendas.

Una de ellas cuenta que en una mina había un trabajador muy celoso, recio de carácter, fuerte en el trabajo y también rudo con su mujer. Se dice que era un hombre mayor que tenía dinero. Por eso los papás de una joven, ambiciosos e interesados en el futuro de su hija, se la dieron para que la desposara. Aquella muchacha relucía su juventud en todos los poros de su piel. Sólo había un detalle, ella tenía un pretendiente, joven igual que ella, al que amaba con toda su alma. Sin embargo, se disciplinó a la orden paterna y se casó con el viejo minero. Ya estando casada, ella con mucha aflicción rezaba al Señor de Villaseca que la ayudara a ser fiel a su marido y olvidar, definitivamente a su joven pretendiente que también era un trabajador minero.

El esposo era de esos hombres prepotentes que les gustaba causar miedo y temor a quien los rodeaba. Las mujeres de esos hombres siempre serán tentadas a engañarlos. No importa que sean reyes, gobernantes, presidentes u hombres comunes. Los sentimientos están en todas partes. El amor y la traición van de la mano. Este minero celoso tenía su linda mujer pero nunca la escuchaba, no la amaba y se dice que hasta la maltrataba.

Entonces, ella encontró descanso y paz en otro hombre que la sabía escuchar, que la aceptaba y que la quería desde siempre. Y la mujer sucumbió al sentimiento de su antiguo amor. Donde antes hubo fuego, aún hay cenizas. No se supo que fueran amantes pero ella siempre había querido a ese joven que le llenaba su corazón.

Un día el esposo minero hizo un viaje de duraría tres días. Eso dijo. La joven esposa, aprovechando la ocasión, decidió llevar una canasta de comida al trabajador minero que era su ilusión. Ya se sabe que también la conquista amorosa se hace con el estómago. Con sus lindas manos hizo unas ricas tortillas, preparó unos tacos de frijolitos, de papas y de huevo con chile, los acomodó en hilera con la dedicación que da el amor para un ser querido. Le agregó un jarrito de atole. Luego los cubrió con una servilleta blanca, tejida y bordada con flores y corazones escondidos dentro de las rosas. El amor apasionado se esconde en todos los tejidos del corazón.

Muy alegre se dirigió al lugar donde trabajaba el joven minero. En el transcurso del camino, aquella calandria enamorada iba tarareando los versos de una canción amorosa. El viento rimaba su canto. Su rostro irradiaba un sol de temprana mañana. De pronto, entre una maleza, salió el ogro de su marido que ya sospechaba la traición y le dijo:

– ¿A dónde vas con tanto gusto?

– Voy, voy, voy a…- no supo contestar la confundida esposa.

– ¿Qué llevas en esa canasta? – le dice con una daga en la mano con actitud amenazante. Sin duda, él sabía que era comida y que se la llevaba a alguien.

En este momento ella se encomendó al Señor de Villaseca.

– Son… son flores que le llevo…, que le llevo al Señor de Villaseca- acató decir tartamudeando.

– Vamos a ver si es cierto lo que dices…

Entonces el celoso marido, con la punta de la daga levantó la servilleta que cubría los tacos de comida y vio lo que nunca esperó mirar, un montón de frescas y olorosas flores. Alguien dijo que había visto unas flores llamadas maravillas. Hasta la misma mujer se quedó sorprendida de lo que vio su marido. Ahí estaba el milagro.

Después se contó que ese marido celoso murió en un derrumbe minero y que su esposa, por fin, pudo ser feliz con su amante pretendido. Como pago por ese favor recibido, aquella mujer llevó esa canasta de flores al Señor de Villaseca y dio testimonio de este milagro. Esas mismas flores son las que están pintadas en el cuadro del Señor de Villaseca.

FUENTE:https://www.facebook.com/fcojavier.arellanolopez

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