POR JUAN FRANCISCO RIVERO DOMÍNGUEZ, CRONISTA OFICIAL DE LAS BROZAS (CÁCERES)
El último día de enero ha sido dedicado al buen comer y beber. Me explico. Tuve la oportunidad de almorzar en el restaurante Viridiana, de uno de los más prestigiosos cocineros españoles, Abraham García, que ha sido maestro de algunos de los actuales nombres de la cocina española, como el también famoso Dabiz Muñoz.
El restaurante Viridiana, situado cerca de El Retiro y del Paseo de El Prado, y al que le da nombre la famosa película de Luis Buñuel. Abraham ama las películas del director aragonés, no en balde en todo su local muestra imágenes de ellas, incluso en las escaleras hay varios títulos destacando, para mí como extremeño, el de “Las Hurdes, tierra sin pan”, una película que es un documental de 1933 sobre esta comarca cacereña, donde los hurdanos no salieron muy bien parados por el director cinematográfico.
Hace ya muchos años, en un acto al que acudí en el Colegio de Médicos de Madrid, junto al Museo Reina Sofía, estaban los anteriores reyes de España y algún acalde hurdano intervino para comprometer a Juan Carlos para que hiciera una visita, rememorando la que hiciera su abuelo Alfonso XIII a las Hurdes. Juan Carlos tomó el reto y llegó a visitar esta preciosa tierra, donde a los mayores se les tiene por costumbre de tratarles de vuecencia, como yo lo oí una tarde en el Gasco a un anciano que hacía cachimbas de piedras de un volcán apagado en la zona y que poseo alguna. También tuve el gusto de conocer en otro viaje a Alfonso, el ahijado del rey Alfonso XIII, niño que nació mientras el monarca visitaba la zona.
Pero nos pasamos de tema. Íbamos a hablar de comida y bebida. Los sabores que probé en este restaurante llaman poderosamente la atención. Hubo un menú largo y muy gustoso. Croquetas de jamón ibérico y leche de cabra, más un extraordinario platito de lenteja al curry suave con gambas mediterráneas, huevos de gallina en libertad en sartén con boletus y trufa, arenques del Báltico marinados sobre aguacate y acompañado de vodka escandinavo. De segundo plato tomé lomo de ciervo de los Montes de Toledo, a la plancha, con mole poblano, castañas y membrillo asado. Excelente el lomo y exquisito el mole poblano de origen de la ciudad mejicana de Puebla. Vino, un Ribera del Duero, “Los Cantos”, cosecha de 2018, una mezcla de dos variedades; Tempranillo y Merlot. Postre un flan suave que se movía como una teta, según decía la carta
Y para terminar la tarde me pasé por Casa México e hice una sustanciosa cata privada de tequila que divulgó una excelente promotora de esta típica bebida azteca, Ave María Aguayo. Fue una cata privada organizada por CEATE (Confederación Española de Aulas de la Tercera Edad) que creó mi buen amigo José Luis jordana y ahora preside otro amigo Blas Esteban.
Se cataron dos tequilas. Uno blanco, cristalino, transparente, con matices plateadas y si estuviera en contacto con madera adquiría matices pajizos. En raíz da un aroma agave (la planta de la que s extrae el mezcal y el tequila), hierbas, frutas, flores, y verduras cocidas. Un tequila de la marca Corralejo, de Guanajato.
El segundo, el tradicional tequila reposado de José Cuervo. La fábrica se fundó en 1795 en el pueblo de Tequila, en Jalisco, cuya capital es Guadalajara. Estuve hace años en esta ciudad, pero no me llevaron a Jalisco. ¡Una pena!. Sí estuve en Puerto Vallarta y en Mismaloya, donde se rodó en 1964 la película de Ava Gadner y Richard Burton “La noche de la iguana”. El tequila reposado pasa, al menos dos meses en barrica. Tiene tonos de heno, ámbar y dorados. En boca da a sabor a agave cocido, hierbas, caramelo y madera.
La cata privada fue para unas 30 personas, que salimos muy satisfechas y bajo la coordinación de Félix Martínez, de CEATE. Tuve la serte de catar junto a dos amigos. Manuel Méndez Guerrero, dedicado ahora a aventureros seniors y el prestigioso fotógrafo Anel Fernández.