POR: ANTONIO SÁNCHEZ MOLLEDO, CRONISTA OFICIAL DE MALANQUILLA (ZARAGOZA)
La catedral no es una belleza aislada, sino la pieza principal de una armónica sinfonía que es la piazza grande de Módena. Plaza medieval cuya belleza y riqueza artística no han pasado desapercibidas ya que fue declarada patrimonio de la humanidad por la UNESCO, junto con el Duomo y su torre Ghirlandina.
Estamos ante una de las edificaciones más importantes de Europa, en estilo románico. Las obras de la catedral comenzaron en 1099, bajo la dirección del arquitecto Lanfranco, sobre el lugar donde se encontraba el sepulcro de San Geminiano, el santo patrono de Módena. Lanfranco y el escultor Wiligelmo de Módena –que se encargó, de la decoración– le dieron, literalmente, vida a algo único a la vez que impresionante.