POR ANTONIO SÁNCHEZ MOLLEDO, CRONISTA OFICIAL DE MALANQUILLA (ZARAGOZA)
Sus imponentes dimensiones (132 metros de largo por 60 m de ancho, y una altura de la cúpula de 45 m) hacen de ella una de las más grande del mundo.
Dedicada a San Petronio, patrón de la ciudad, su construcción se remonta a 1390, cuando el ayuntamiento encargó a Antonio di Vincenzo los trabajos de edificación de una gran catedral en estilo gótico, que según las primeras intenciones hubiera debido sobrepasar —en dimensión— a la Basílica de San Pedro, en Roma (el proyecto fue bloqueado por voluntad papal).
La basílica gozó desde un principio de gran prestigio, hasta el punto de ser escogida por Carlos V para su coronación como emperador por parte de Clemente VII en 1530.
Los trabajos se alargaron durante siglos: tras la realización de la primera versión de la fachada, en 1393 se iniciaron las obras para las capillas laterales, que fueron concluidas en 1479. Las decoraciones de la nave central son obra de Girolamo Rainaldi, que las llevó a cabo entre 1646 y 1658.
El embellecimiento de la fachada supuso también su revestimiento, pero las obras se pararon y retomaron varias veces. Hoy en día la fachada permanece todavía incompleta.
La iglesia acoge los restos de Elisa Bonaparte, hermana de Napoleón y en su interior destacan relieves y cuadros de Lippi, Vignola, Aspertini y una escultura del titular, San Petronio, atribuida a la mano de Miguel Angel.
Giovanni de Módena decoró una capilla en la que representa el Juicio Universal dividido en tres espacios; arriba, el paraíso, lugar de los santos, abajo, el arcángel Miguel y el Infierno, con una gigantesca figura de Lucifer y Mahoma recostado desnudo. Esta representación de Mahoma entre los condenados a los infiernos, levantó en los primeros años del siglo XXI las iras de los grupos integristas italianos, que clamaron por su demolición. Incluso se habla -aunque sin confirmación por parte de la policía de Bolonia- que ha podido estar entre los objetivos del grupo terrorista islámico Al Qaida.