Hoy ha sido una película , La Conferencia. Se desarrolla en una sala donde se recrea un encuentro de jerifaltes nacis, en la famosa Conferencia de Wannsee en enero de 1942 donde implementaron la solución final para exterminar a los judios.

Secretarios de estado, lideres de la SS y la Gestapo maquinaban una forma de matar.

El que presidía esa conferencia era el Obergruppenführer Reinhard Tristan Eugen Heydrich y ahí se prendió el recuerdo.

En la calle Ibiza 13, frente a Pirulo y al mercado Ibiza, vivía Carmen, una amiga de mi madre, en el septimo piso.

Los edificios del Retiro tenían una visión de luz. Cuando lo cogías en el bajo había oscuridad. Según el ascensor subía las plantas se iluminaban. En el último piso la luz invadía el descansillo. La puerta estaba a la derecha.

Aquella casa era misteriosa.

Yo acompañaba a mi madre en la visita a su amiga. Ellas hablaban. En una esquina de la sala habia montones de revistas de Historia y Vida. Mientras ellas departían yo leía y ojeaba aquellas revistas. Carmen me dijo, estos números se los compro a la señora que vive aquí y la cuido, y cada mes se las leo. Llévate tres o cuatro, las lees y me las traes y las cambias. Aquello me dió cultura histórica.

En algún momento nos decía por aquí viene.

Por un pasillo en ángulo recto venía una señora muy mayor que se acercaba a nosotros desde su habitación. Ya no cumplía los 80. Aquella mujer era ciega. Carmen le explicaba quienes éramos.

La mujer sonreía y preguntaba dónde estaba el niño, que era yo.

Carmen me decía que le diera la mano porque adoraba a los niños.

Ella me cogía la mano con delicadeza acariciandola con el amor de una abuela.

Recuerdo su tacto, su cariño, y la sonrisa de tener en su mano la de un niño.

En uno de los números que me llevé para leer estaba la historia de cómo murió en un atentado el Obergruppenführer Reinhard Tristan Eugen Heydrich. El de La Conferencia. La historia de la represalia os la dejo a vuestro conocimiento.

En aquellas visitas, cuando me cogía la mano, me quedé mirando su antebrazo.

Llevaba un número tatuado. Era una superviviente de un campo de concentración.

No se qué ocurrió con Carmen. Ni con aquella dulce abuela.

Pero hoy una película, que he visto, me ha llevado a este recuerdo.

Dulces sueños…