POR ALBERTO GONZÁLEZ RODRÍGUEZ, CRONISTA OFICIAL DE BADAJOZ
Recientemente ha abierto en la Plaza de España el bar Gambrinus, filial del ya veterano de igual nombre de Valdepasillas. El hecho tiene una triple significación: que ocupa el sitio en que antes estuvo la afamada cafetería La Ría de Isidoro Aguado. Que en efeméride que esta columna no debe omitir, que ahí nació, el 7 de febrero de 1825, el insigne músico Cristóbal Oudrid, como indica una placa en la fachada del edificio. Y tercera, su nombre.
Podía pensarse que tras el de Valdepasillas es el segundo bar así llamado en Badajoz. Pero no lo es, sino el cuarto. El primero data de finales del siglo XIX. Y el segundo, el abierto por los años cuarenta en el local que antes ocupó el café El Gallo, y luego Almacenes San Juan, activo hasta los sesenta. Enfrente, esquina con la Soledad, tenía La Paloma, el conocido comercio de tejidos fundado en 1869 por J. Palomo, que le dio nombre.
Como Racing en el fútbol, Gambrinus nomina a numerosos locales de bebidas por todo el mundo. En este caso por razones entendibles, pues el personaje constituye un icono universal. Considerado patrón de la cerveza y quienes la beben, su figura panzuda y simpática, ataviada de rojo, es también símbolo de la marca Cruzcampo.
Bajo modelo café, el Gambrinus de mediados del siglo pasado fue uno de los locales más señeros de su época. Un tiempo en que la más alta calidad imperaba en el ramo. En el nivel más popular se situaban las bodegas y tabernas. En el intermedio, los bares. Y en el más selecto, los cafés, que con el tiempo se transformaron en cafeterías o cervecerías.
El Casino, con su acreditado restaurante y repostería; El Sótano, igualmente apreciado; El Gallo, afamado por el café de su propio tostadero; La Unión, de vieja raigambre; La Marina, punto obligado para las citas; El Águila, donde antes el Bazar París; Mundial, con sus grandes ventanales y salón columnado; Golf, entre ultramarinos Alfaro y Álvarez Buiza, donde hoy Pepe Jerez, con grandes letras de cobre en la fachada. La Mezquita, Chipén y Córdoba, de sabor tradicional; Veracruz, con palco para orquesta; Mérvic, con pista de baile; Colón, Club 67, Lisboa, Río, Dardy’s, y Galaxia, de renovador aire moderno; los entrañables Saymu y Rivero, y los quioscos del Chato Fernández, los Álvarez, o los Martínez, pautaban el panorama. Todos vivero de los mejores planteles de camareros y cocineros.
Y como local especial, el sofisticado y lujoso Café Mercantil, de Ignacio Torrado, sito en la esquina de Zurbarán, frente al Gambrinus ahora abierto, al que caracterizaban las exóticas escenas orientales plenas de fantasía de su decoración, obra de Antonio Blanco Lon y Antonio Juez, que le valió el apodo de ‘Los chinos’.
Cristóbal Oudrid era personaje serio y austero, pero seguro que no le molesta tener como vecino al jocundo Gambrinus.
FUENTE: https://www.hoy.es/opinion/gambrinus-cristobal-oudrid-20230212230906-ntvo.html