POR RICARDO GUERRA SANCHO, CRONISTA OFICIAL DE ARÉVALO (ÁVILA).
De nuevo, otro año más, pero no uno más, en torno a estas fechas mi ciudad de viste de fiesta para celebrar el día grande de nuestra Patrona la Virgen Nuestra Señora de las Angustias. Como cada nueve de febrero y los días preliminares de la novena y la salve, la vida parroquial se vuelca en honor de nuestra Virgen.
En realidad, esta fiesta religiosa y mariana por excelencia, no tiene grandes cosas de un año para otro, si exceptuamos la pasada pandemia, pero, al mismo tiempo, cada año tiene algo nuevo y especial. Se recuperó la presentación de los niños, ya hace años y hoy es un acto irrenunciable, por lo emotivo y participativo; el recuerdo a colectivos parroquiales, de personas o de barrios de la ciudad; es verdaderamente emocionante ver a un grupo de mujeres y hombres consagrados que, en público, ante una iglesia parroquial abarrotada, renuevan sus votos religiosos, una riqueza espiritual para la ciudad que emociona a quienes lo vivimos. Renovación y tradición se aúnan en esta fiesta de Nuestra Señora.
Este otoño pasado, durante el congreso de las Cofradías y Hermandades de la Virgen de las Angustias, celebrado en Jerez, los cofrades de León habían pedido a este Cronista que escribe un artículo para su revista de Semana Santa, y surgió una visita a los hermanos cofrades de Las Angustias y Soledad de León, cosa que hicimos una delegación arevalense, y vivimos una jornada intensa y de hermandad. En aquella jornada surgió la visita de vuelta y, ante la imposibilidad de asistir el día de la fiesta, se acercaron el fin de semana pasado, para vivir intensamente nuestras celebraciones y disfrutar de los actos de novena y la presentación a la Virgen de los niños bautizados durante el año 2022. Ritos y tradiciones que se funden con la liturgia normal de una novena que antecede a la fiesta principal, «la Función» que en Arévalo es en febrero, con los hielos y los fríos que, sin embargo, pocas veces, diría que contadas, impiden que Nuestra Señora salga en procesión por las calles de la ciudad, como reina y señora, y como «Alcaldesa Honoraria», que así fue nombrada por el Ayuntamiento en pleno y unánimemente ya hace bastantes años. Desde entonces tenemos el rito simbólico de la entrega del bastón de mando del Alcalde a la imagen durante la ceremonia religiosa.
Fíjense, amigos lectores, y hablando de nuestro viaje, yo conocía en León la Virgen del Camino, sorprendentemente una Virgen Dolorosa con Cristo en sus rodillas, que sin embargo estaba fuera de la ciudad, desde una aparición a un pastor a principios del s. XVI, y se realizó una imagen a semejanza de la «Antigua Virgen del Camino o del Mercado», otra preciosa talla que está en la iglesia de mismo nombre.
Varias veces en visitas a León me fue imposible ver esa imagen y esa iglesia, antigua y románica, aunque transformada, pero en esta ocasión nos atendió muy amablemente su párroco y nos contó mil y una historia de esta devoción e imagen leonesa, y también de los avatares del templo. Ya en esta iglesia vi una vidriera antigua con los siete puñales en el corazón, un atributo tradicional en esta advocación mariana, que las imágenes de León no llevan, pero si son emblema de la cofradía, un corazón con dos puñales. Y qué curiosidad, esta es la parroquia a la que pertenece la cofradía titular de Las Angustias y Soledad de León. Muchas casualidades, o no, más bien coincidencias o consecuencias de una línea histórica perpetuada en el tiempo. Y La imagen titular, que está en la capilla de Santa Nonia, aquellos orígenes romanos, como la misma ciudad, y su cofradía que se funda el año 1578. Una preciosa talla renacentista que recoge la mejor tradición de Vírgenes Dolorosas con o sin Yacente. Una belleza, artísticamente hablando, y también como una imagen de mucha devoción con muchos cofrades en torno a Ella. Es muy significativo que todo surge en torno a una fecha emblemática: el 9 de febrero… igual que aquí.
Se habla de su autor como un escultor del pleno renacimiento, cuando en el mundo del arte empiezan a surgir imágenes con toque de manierismo, otro francés afincado en nuestras tierras, Juan de Angers, compañero de Juan de Juni que trabajaron juntos en San Marcos, ese magnífico edificio de León… Seguro que tendremos que traer a esta torre mudéjar más vivencias con estos amigos de León.