POR AGUSTIN DE LAS HERAS, CRONISTA OFICIAL DE VALDEPIÉLAGOS (MADRID)
Hoy he estado en San Agustín del Guadalix y he aparcado por inercia. Y como siempre la memoria hierática, mi enfermedad crónica, me ha traído recuerdos. Hace ya 50 años mi familia visitaba San Agustín, yo era un crío, y el almanaque ubicado en mi única neurona me ha enseñado la fotografía. Aquel Seat 850 beis había parado antes en la tierra de Belvis, vaya, recuerdo la matrícula, M575315, es cierto, es una enfermedad. En esas huertas antes de ser invadidas por las ampliaciones de las pistas de Barajas, mis padres visitaban al «Chamusca», oriundo del levante y que había aterrizado en la vega del Jarama. Después de comprar tomates de aquel extraño sabor natural que nunca he vuelto a probar, nos llevaron a coger cardillos rematando la mañana. Al mediodía, llegamos a nuestro destino. Mi familia era de comer cuartos. Aunque los huesos eran para los niños. Dentro de San Agustín, cruzábamos el pueblo, hasta llegar a un restaurante de nombre Los Sepulvedanos. Pero no, no estaba a la derecha actual sino a la izquierda de la empedrada calle que era la antigua carretera de Irún. En aquel restaurante mi padre y mis tíos se comían unos cuartos, mientras mis primos y yo mismo rebañábamos huesos. En aquel local les gustaba disfrutar del ágape de un cordero, porque según decían, eran de los rebaños de Valdepiélagos. Y para ser más concreto, de los de Nanete, hermano de mi tío Emilio.
Pero como no debo perderme por los cerros de Úbeda, sino por el de San Pedro, vuelvo a esta tarde donde me he encaminado al Ayuntamiento donde se celebraba un pleno especial. Se nombraba al Cronista Oficial de San Agustín del Guadalix.
He tenido el placer de conocer a Jose Antonio Martín Aguado, sangustinense, que en su palabra entrecortada por su emoción, nos ha hablado de la Virgen de la Navalazarza, de la calle de la Amargura, por donde mi castiza madre decía que la llevaba en los madriles de mi infancia, y recorrer en su memoria el Perchel, el barrio más pobre y más alegre de San Agustín del Guadalix.
En su amparo, tras la presentación de la concejala de cultura, nuestro buen amigo Miguel de Alcobendas, cronista de Algete, nos ha traido la memoria de un cronista que no debemos olvidar, Rodrigo Jimenez de Rada, recopilador de historias y artifice de un Fuero, el de Talamanca, que once villas celebran este año el VIII centenario.
El remate final del acto, por parte del alcalde de San Agustín del Guadalix, ha dado la importancia que tiene reconocer la figura de Cronista Oficial que en su labor «gratia et amore» tiene en una labor altruista, que con todo el cariño, dará luz sobre sombras en la historia de las gentes que no salen en los libros de historia. De cronista a cronista recibe mi más cordial enhorabuena. Desde hoy Jose Antonio Martín Aguado, es nuestro compañero.
Gracias doy a la Asociación Cultural Atalayas, Carlos, Sebastián y al resto de miembros. Y gracias a Noelia y a todos los que habéis arropado a Jose Antonio, por habernos hecho sentir como en casa.