MANUEL GONZALEZ RAMÍREZ A LA ACADEMIA MEXICANA DE LA HISTORIA! ¡!QUE LEVANTEN LA MANO LOS CRONISTAS¡!
POR LA CRONICA DE ZACATECAS (MÉXICO)
La cita fue el pasado jueves 16 de febrero a las 18 horas en la sala principal del Teatro Fernando Calderón. La invitación circuló con tiempo. El motivo: el acto en que Manuel González Ramírez ingresaría a la Academia Mexicana de la Historia como Académico corresponsal en Zacatecas. El título de su discurso también se adelantaba: “Dos ilustres zacatecanos: Cuauhtémoc Esparza Sánchez, del deber de la historia/ María Luz González Cosío Acosta de López, benefactora de México. La respuesta estaría a cargo de Javier Garciadiego, Miembro de Número de la Academia Mexicana de la Historia, Sillón 12.
Debo decir que conocí a Manuel González cuando era estudiante de Humanidades, en las estribaciones del cerro de la Bufa, cuando la Historia hacia pinitos como disciplina universitaria en la Autónoma de Zacatecas. Seguí su trayectoria en el Archivo Histórico del Estado y en la Crónica del Estado de Zacatecas. Debo ser indiscreto y dar cuenta de que se opuso a que el nombramiento de la tal oficina tuviera carácter vitalicio, conocedor de los manoseos y grosería de la política.
Su vida en los medios ha sido fundamental para ampliar los vehículos de comunicación de su trabajo: cronista. El historiador más sacrificado y más en contacto con la realidad que debe ser llevada la escritura o a sus diversas formas de memoria. Amplió la cancha: promotor de eventos propios, de otros cronistas, del amplio espectro de la historia, de la cultura (el gremio de la literatura le agradece el cobijo durante sus gestiones); publicaciones, congresos, organización del grupo de cronistas.
En pocas palabras: salida de los productos más allá del alcance de la mirada que fincara como posible medida Luis González para la microhistoria.
Todas las disciplinas del hombre son traducciones de la actividad directa, de la vida diaria. La crónica no es la excepción. El escritor, tan cercano al cronista, deforma la realidad para ser fiel a lo que sucede en las entrañas de la sociedad. El cronista también tiene que torcer el lenguaje para que aceptemos como trascendente y nuestra la realidad. De esta manera el cronista Manuel González actúa, conforma realidades, exagera acontecimientos, sólo con la intención de que nos sintamos dentro de la realidad, de la vida y, sobre todo, de sus significaciones, de sus trascendencias. Nada más justo que este reconocimiento a su labor y a su gremio.
El estudio de dos personajes en su ingreso a la Academia me ha permitido recuperar aspectos de esa realidad que recupero gracias a la crónica, en este caso la de Manuel González. Pienso en don Cuauhtémoc Esparza Sánchez, en gran medida algo así como el padre o el referente más sólido para los historiadores zacatecanos de hoy. Lo recuerdo trabajando en un rincón del hoy edificio de la Prepa 1, por la entrada de Aquiles Serdán, humilde, silencioso. Allí están sus libros, pero también (hoy) el despliegue de la memoria a cargo del cronista de Zacatecas. Y en el caso de María de Luz González Cosío Acosta de López, además de su labor social como mujer pionera de la mejores causas y de su papel en la Cruz Roja, organización de auxilio mundial, me permitiré compartir con el cronista que yo vengo de tierras del Bajío y allí mi padre fue despedido con honores en el Panteón de San Nicolás por ser voluntario de la Cruz Roja Mexicana. Así es la esponja de la labor y de la memoria.
Damos cuenta que el 16 de febrero fue día de aire frío, no así en el interior de nuestro Calderón. Hoy y en el futuro nos toparemos con Manuel en las calles, en los eventos, en los medios de información, en las páginas de los libros, tal vez lo asimilemos a la realidad que automatizamos por mal entendido instinto de conservación, pero ahora como Académico corresponsal de la Academia Mexicana de la Historia, sin duda, se encargará de traernos y llevarnos fragmentos de la realidad que se convierten en crónica y ya son historia. Albricias, cronista.
FUENTE; https://www.facebook.com/maguito.96