POR LEOCADIO REDONDO ESPINA, CRONISTA OFICIAL DE NAVA (ASTURIAS)
Son las mujeres y los hombres que habitan en los pequeños núcleos rurales, pueblos, villas y ciudades lo que, con su vida y trabajo y con su trayectoria e interacción social, van dando forma, día a día, año a año, a su historia. Por eso me resulta grato reseñar que el lunes 6 el Gobierno Municipal en Pleno aprobó por unanimidad la concesión del título de Hijos Adoptivos del concejo, en razón a sus méritos respectivos, a Eduardo Solís Fernández, allerano de nacimiento y párroco de San Bartolomé, que lleva treinta años de labor sacerdotal en la capital naveta, y a Jacques André Sangrouber, a título póstumo, pues, como es sabido Jacques, nacido en Suiza y casado con una naveta, falleció en junio de 2022.
Y también como un reconocimiento consideramos el homenaje tributado a José Luis Arboleya, “Pepín el carteru”, que consistió en un ciclo teatral compuesto por tres representaciones en la Casa de Cultura, que inició el viernes 3 el Grupo de Teatro “Carbayín” con la obra “Cipriano, cura de pueblu”, continuó el viernes 17 el Grupo de Teatro de la Asociación de la Puente Arriba poniendo en escena “Asilu por compasión” y cerraba finalmente el viernes 24 el Grupo de Teatro Alfonso X el Sabio, con un acto en recuerdo a Pepín, y un Homenaje a sus obras. Cabe añadir que, en cartelería posterior relativa a este último acto, se anunciaba que la representación corría a cargo del grupo de teatro “Centro Social de Nava”.
Tuvimos asimismo que lamentar la falta de vecinos, y así, el día 6, fallecía Alfredo Vigil Toribio, a los 94 años. Nacido en Silvota, feligresía de Cecea, y residente la mayor parte de su vida en La Secá, Piloñeta, donde se casó con María Luisa González Viado, y tuvo a Juan Carlos, Oscar y Gema, Alfredo fue maderista, profesión de gran importancia en los buenos tiempos de la minería.
Luego el 14 faltó María Evangelina Lafuente Iglesias, vecina de Basoréu, que contaba 93 años y era viuda de Carlos Alonso Vega, con el que tuvo a Juan Carlos y Carmina. Después el 16 era Mario Artidiello Peláez el que nos dejaba. Estaba casado con María Jesús “Chusa” Escobio Hevia, con la que tuvo a Mario y a Carolina, y tenía 86 años,
Y el viernes 17 finaban dos vecinos; Georlin Iglesias García “Geo”, que tenía 54 años y estaba casado con Verónica Rodríguez Vigil, con la que tuvo a Borja y a Juan José, y Ana Isabel Barro Noriega, naveta que fue maestra del C. P. San Bartolomé y tenía una hija, Isabel.
Por último el 28 nos dejaba José Antonio Vega Viña, “Toño el carniceru”. Nacido en Llombrosu, Villa, hace 79 años, era viudo de María Antonia Ordoñez González, fallecida en 2020, con la que tuvo a José Antonio y a Roberto, e hijo, a su vez, de Antón, que tenía una carnicería en la plaza de la villa, y de Suceso. Y ocurrió que, al morir su padre, en 1954, Toño, que tenía entonces once años, pasó a ayudar a su madre en la carnicería, heredando después el negocio hasta su jubilación. De ahí que fuera conocido también como “Toño el de Suceso”.
Hombre bueno, y buen vecino, siento su pérdida porque, además de amigo apreciado, entiendo que con Toño se va también un pedazo de la historia de esta villa. Y el mismo día faltaba Amelia Ordoñez del Tejo, que contaba 95 años y era viuda de Faustino Valdés Pañeda, y madre de Faustino y de Dora (+).
Termina febrero con frío y nieve en los altos, y quizá sea lo conveniente, porque, según dice el refrán: “Cuando febreru non febrexa, pa marciu aparexa”.
En cualquier casu, cuelguen amarilles les flores en les ablanares, y los paxarinos rebullen y enreden en cuantu templa un pocu el sol, mientres unes migayines de nieve aguanten tovía en Peñamayor.
Leocadio Redondo Espina
Cronista Oficial de Nava
FUENTE: Publicada en La Nueva España
Jueves, 2 de marzo 2023, página 10.