Llegó procedente de la vecina ciudad de San Fernando para ocuparse de la escuela de párvulos en la calle Álamo y se convirtió en un referente pedagógico, cultural y humanista social de Chiclana. El 4 de marzo de 1898 el Ayuntamiento le otorgó los títulos de Hijo Adoptivo y Predilecto. El teniente de alcalde, Bernardo Quecuty expresaba en aquella sesión de cabildo: “Este pueblo debe gratitud (…) en vista de ser tantos y tan importantes los servicios prestados”. Y añadía: En septiembre de 1893 y para los heridos de Melilla donó junto con sus discípulos un cajón de curas antisépticas capaces para cincuenta de estos, y el 12 de abril de 1897, un donativo en metálico para los inútiles y heridos de Cuba y Filipinas (…) Y por la Junta de Sanidad en esta ciudad, y como premio a su conducta cuando por dos veces invadió la epidemia de difteria a la infancia, se le concedieron así mismo dos votos de gracia (…) Debe declarársele hijo adoptivo y predilecto de esta ciudad”.

Al fallecer en 1901 se rotuló con su nombre la pequeña, pero bulliciosa calle que va desde el Ayuntamiento a la de la Plaza; la dedicada al Magistral Cabrera.