POR MANUEL GONZÁLEZ RAMÍREZ, CRONISTA DE ZACATECAS (MÉXICO)
Amo lo auténtico que suele ser más edificante como los pies agrietados y semidesnudos de un campesino sabio. Execro las apariencias, sobre todo, cuando alguien calza con lujo y excentricidad para compensar su ínfima valía.
Marzo, como otros meses del calendario, lleva el nombre de un dios romano. En este caso se trata de Marte, el dios de la guerra.
Marcio para los romanos, equivalía al primer mes de su calendario. Las zonas geográficas del vastísimo Imperio romano comenzaban la primavera en esta época del año. Por ello decidieron honrar a uno de sus más poderosos dioses en un periodo que significaba un comienzo, una nueva vida.
Hay que tomar en cuenta que Marte no siempre fue divinidad guerrera. En sus orígenes simbolizaba la #agricultura y la #fertilidad. Sin duda una cualidad mucho más importante que la guerra. Gracias a él la tierra generaba los alimentos necesarios para poder sustentar a la población.
El mes de marzo espiritualmente significa también una época en la que se desarrolla la parte más sabia y espiritual de las personas. La primavera es la causante de este impulso. Conforme se va acercando durante este mes, sus condiciones físicas estimulan los corazones a calentarse de nuevo tras la frialdad del invierno. La gente busca tanto en su interior como en su exterior.
La conciencia vuelve a cobrar vida también después de un largo periodo de letargo. Nos preocupamos más por lo que ocurre en el mundo que nos rodea. Renace el interés por las cosas, los sentimientos y las relaciones con las personas de nuestro entorno. Sin duda marzo es un revulsivo físico y emocional cargado de energías e ilusiones.