POR SANTOS BENÍTEZ FLORIANO, CRONISTA OFICIAL DE LA CIUDAD DE CÁCERES
El 23 de Enero de 2016 se conmemorará el quinto centenario del fallecimiento del rey Fernando el Católico en Madrigalejo; para tal evento el Ayuntamiento, Asociaciones y vecinos de esta bella localidad cacereña se vienen preparando desde hace ya algunos años para que dicha efemérides se conmemore con la brillantez y solemnidad que merece.
Fernando V de Castilla y II de Aragón, llamado “El Católico”, nació el 10 de Marzo de 1452 en Sos, localidad de Zaragoza. Era hijo de Juan II de Aragón y de su segunda esposa, la castellana Juana Enríquez, hija de don Fadrique Enríquez, almirante de Castilla.
Apenas hay noticias de sus primeros años, se sabe que recibió la formación del humanista Vidal de Noya y del Obispo de Gerona Juan Margarit. Al ser nombrado su padre rey de Aragón recibió los títulos de Duque de Montblanch y de conde de Ribagorza.
Fue rey de Sicilia, Nápoles, Aragón (a la muerte de su hermanastro Carlos se convirtió en príncipe de Gerona y rey de Aragón al fallecer su padre) y Castilla. Se casó con Isabel de Castilla colaborando con ella en todos los logros de la política interior y exterior de Castilla: unificación de los reinos peninsulares, descubrimiento de América, política matrimonial de casar a sus hijos con miembros de casas reales europeas consiguiendo aliados, sometimiento de la nobleza, etc. Rey con muchas luces y pocas sombras.
Durante su reinado se consiguió la paz en el campo catalán promoviendo el desarrollo de los consulados y los gremios. Junto a Isabel siguieron el espíritu de Cruzada apoyado por Roma y forzaron la conversión de los moriscos granadinos y la expulsión de los judíos en 1492.
Fernando tras enviudar de Isabel se casó con Germana de Foix, una mujer 36 años más joven que él. Fruto de su segundo matrimonio nació un hijo que murió prematuramente y Fernando se empezó a obsesionar con tener un nuevo hijo pero debido a su avanzada edad, empezó a sentir síntomas de “impotencia sexual”.
Tras diez años de matrimonio empezó a tomar potentes afrodisíacos, que parece ser contenían testículos de toro. Según la mayoría de estudiosos del tema, se cree que el Rey falleció como consecuencia de una intoxicación e ingesta de los mismos complementada con sus múltiples achaques.
La última morada del rey Fernando el Católico fue la Casa de Santa María de Madrigalejo, declarada Monumento de Interés Cultural por el Gobierno de Extremadura. Es una típica casa de labranza del siglo XIV, que en la actualidad tiene adosado un Museo Municipal Etnográfico y Arqueológico de la localidad.
En Madrigalejo, cercano al monasterio de Guadalupe, a donde pensaba asistir al capítulo de las órdenes de Calatrava y Alcántara, enfermo y agotado siente su muerte cercana y en la noche del 22 al 23 de Enero de 1516 dictó su testamento, documento impresionante porque en él se aprecia la grandeza de su ideario político.
En el testamento designó como su heredero a su nieto Carlos de Gante, nombrando al Cardenal Cisneros para que fuese el regente hasta la llegada a España de Carlos.
En la Crónica de los Reyes Católicos de Alonso de Santa Cruz nos señala: “A media noche, entre una y dos, entrante el miércoles….pasó desta presente vida. Falleció en abito de Santo Domingo, muy deshecho de las carnes que tenía, por le aver sobrevenido cámaras, que no solo le quitaron la hinchaçon de la hidropesía pero le deshicieron y dessemejaron en tal manera que no parecía el que solía ser…….”.
El 23 de Enero de 1516 falleció el Rey, según el historiador y cronista Pedro Mártir de Anglería: “el señor de tantos reinos, el adornado de tantas palmas, el propagador de la religión católica y el vencedor de tantos enemigos, murió en una miserable casa rústica y, contra la opinión de las gentes, pobre”.
Nicolás Maquiavelo señaló a Fernando el Católico como su ejemplo en el que se apoyó para su obra El Príncipe de Maquiavelo por ser un político con una visión clarividente, siempre se adelantaba a los movimientos de los enemigos, sometió a la nobleza, siguió la idea de Cruzada, etc. y siempre apoyada por una mujer excepcional como fue Isabel la Católica, según la Crónica de Hernando de Pulgar “la mejor y más excelente mujer que nunca rey tuvo”.