POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)
Las Salinas de Ulea que por su pequeña extensión se les llama «Salero de Ulea», se encuentran ubicadas en el sureste del término municipal, limítrofe con Molina de Segura y Fortuna. En la actualidad se les denomina “la hijuela de los Garrido”, por estar ubicadas al sur de la finca y paraje de “Los Garridos”.
Las salinas son hasta el momento las más pequeñas del interior de la Región de Murcia. Pese a su actual abandono, tuvieron gran auge, al ser utilizadas como apreciado elemento químico en la conservación de alimentos.
Están formadas por el conjunto de cinco charcas, construidas a base de piedra, arena y cal y un enlucido interior de cal hidráulica, para hacerlas impermeables.
Al sur del «salero de Ulea», se encuentra un cauce o rambla que la mayor parte del año está seco, pero que sus aguas subterráneas aportan gran cantidad de sedimentos salobres y cargadas de fuertes dosis de sulfatos qué, a lo largo de su trayecto, incorporan gran cantidad de yesos; al lavar sus aguas subterráneas los terrenos por donde circulan.
Como las salinas quedaban más alejadas que las de Ojós, los habitantes de la Villa de Ulea se surtían de las salinas de nuestro vecino pueblo; mientras que la sal del «Salero de Ulea» abastecía a los poblados de La Garapacha, El Fenazar y todos los caseríos del campo de Ulea, en especial, «La Tercia del Tinajón».
Ya, desde el siglo XVII, las sales de estas salinas, además de para la condimentación de los alimentos, se utilizaba para conservar el hielo, curtir las pieles, alimentar a los ganados y conservar los alimentos.
Debido a los drenajes de las extensiones de terreno de regadío, que vierten sus sobrantes a dicha rambla, se ha visto modificada la naturaleza de las aguas, así como su flora y sus pastos; desembocando sus filtraciones en los cauces de las ramblas de Fortuna y Abanilla y, como final del cauce de dichas ramblas, en el pantano de Santomera, ocasionando que las aguas almacenadas en dicho pantano, queden inutilizadas para el regadío y servicio doméstico; debido a su alta salinidad.
Todas las ramblas de agua salada de la Región de Murcia atesoran grandes valores geomorfológicos, medioambientales, taxonómicos (clasificación de seres vivos) e históricos. Esta rambla de Ulea, que se inicia al sur de las Salinas de Ulea, al ser la cabecera de las ramblas saladas de Fortuna y Abanilla, cumple misiones bien distintas.
A diferencia de las salinas marinas, suelen ser balsas de agua de gran tamaño, la de Ulea es la más pequeña de la región de Murcia, cuyos «recocederos», llenos de agua, son calentadas por la energía solar; propiciando la precipitación de los óxidos y carbonatos, formando una «salmuera» muy concentrada.
Como las Salinas de Ulea, resultaban ser de las más ricas en salmueras, con el agua resultante después de estar recalentadas por el sol, se regaban las eras aledañas que resultaban ser las charcas en donde cristalizaba, de forma definitiva, la sal.
Estas balsas- también llamadas «tablones»- estaban construidas a base de «cal y canto»(argamasa, piedra y arena) aunque en el «el salero de Ulea» estaban impermeabilizadas por medio de gredas, arcillas y espejuelo. En las salinas del interior- también en la de Ulea- se usaba un revestimiento de madera ya que no entraba en fase de putrefacción, porque la sal impedía el hacinamiento de los hongos; causantes de la
putrefacción de la empalizada de madera. De todas formas, durante la primera mitad del siglo XVIII, las cinco charcas de Ulea, se impermeabilizaban con cal hidráulica.
Este paraje del campo de Ulea, era pequeño y sus habitantes muy pocos por cierto, eran como una familia unida y solidaria. Las dificultades para subsistir y acceder a colegios para culturizar a los niños/as, eran enormes. De hecho, vivían de la ganadería y un poco de agricultura- cereales y viñedos de secano. La realidad es que la vida, en este paraje del sureste de Ulea, era, y sigue siendo, muy penosa.
Tenía- ahora tiene muchos menos- pocos habitantes y las dificultades para subsistir eran constantes.
A dicho paraje llegaron una familia del campo de Cartagena cuyo cabeza de familia se llamaba José Medrano (el tío Pepe, el Cartagena), que se ganaban la vida cultivando las tierras de secano y con la ganadería. Sus descendientes—una hija se casó con José Antonio López Garro (el Morenico) y, varios de sus descendientes, Carmen, sus hijos y nietos, siguen viviendo en Ulea. El otro inquilino de tan pequeño paraje se llamaba Abelino Carrillo Molina –hermano José Antonio, Carmen y Luís; “Apodados “Los Mancos”, casado con Amparo. Nada más llegar a las salinas, se instalaron en una cueva, el matrimonio y tres de sus hijos. Se marcharon en el año 1944 y, entre sus hijos, iba uno que se llamaba Luis, que acudía a la Escuela de Ulea conmigo. Gran amigo y muy servicial, aunque aquellos tiempos de la postguerra, eran bonancibles para muy pocos uleanos… ¡Lamentable situación para los menos favorecidos!
Estas dos familias que vivieron en el paraje de “Las Salinas”, dejaron la impronta de ser laboriosas y grandes personas.
FUENTE: J.C.E.