POR RICARDO GUERRA SANCHO, CRONISTA OFICIAL DE ARÉVALO (ÁVILA)
Pareciera que lo barruntaban… este fin de semana que ha sido el de la Navidad, las gentes han inundado nuestras calles y plazas, bares y nuestros locales de ocio, era como si hubiera ansia por disfrutar a tope, como si quisiéramos apurar los momentos agradables y de relación con la gente, como si esperamos que lo que nos viene fuera para apretarse aún más el cinturón, ¡que ya no quedan agujeros…! Y eso nos asusta, eso que llaman “alarma social”
Lo cierto es que después de un paréntesis de inusitada tranquilidad, si exceptuamos el puente enorme de la Inmaculada-santa Constitución que fue de abundantes visitantes y un gran ambiente. Unos días intermedios planos de actividad. Había como incertidumbre en lo que podría venir, como que nos reservábamos por si acaso. Pero la Navidad, es la Navidad, días de obligado regocijo, días de encuentros y reencuentros, de saludos, de abrazos, a veces de año en año… aunque algo arecido ocurre por Las Angustias y las Ferias.
Muchas gentes que regresan a casa por Navidad, la vida les encaminó a buscar el futuro fuera de nuestra tierra, pero en estas fechas, se regresa para estar con los nuestros… por eso, muchos saludos de amigos y conocidos, gentes que vez de año en año, o un par de veces, por ahora y por Ferias… y muchos saludos de lamento recordando a nuestros seres queridos que nos han dejado… son cosas del calendario
De nuevo nos viene a la mente ese vaciado traumático que ahora parece preocupar a muchos mandatarios, cuando era una forma de ver el cambio de nuestro país, fomentar la aglomeración en ciudades y zonas industriales en detrimento de la España interior, la agraria y ganadera, en un periodo de gran transformación. Como ahora, que parece que la ganadería y la agricultura están gafadas. Todo se compra fuera, pero luego se hacen planes de fijación de la población rural. Autoridades que en vez de fomentar lo nuestro, lo devalúan con declaraciones impresentables… A mí todo esto me parece increíble, irreal y vano.
Hace unos días hablaba yo con un amigo de uno de nuestros pueblos comarcanos y me contaba con los dedos de la mano las piaras de ovejas, otro tanto las explotaciones ganaderas de vacuno y los cerdos, en granjas mucho más dirigidas… el agro organizado desde despachos, lo que hay y lo que no hay que sembrar, los precios fijados por un mercado global, como los de hace años. Y sin embargo, todo lo demás subiendo frenéticamente, energía, combustibles, abonos, maquinaria… todo menos la mano de obra del agricultor y/o ganadero.
La verdad es que hay muchas alarmas encendidas como para no pensar en estas cosas, en lo que dicen que puede venir. Pero claro está, que no está claro, y según quienes hagan los augurios se esperan cosas totalmente contradictorias. Unos pintan de rosa y otros de negro, y sin embargo las realidades son clarividentes y de lo más elocuente a la hora que ver. Hay quién no lo quiere ver, pero eso no hace desaparecer el problema.
Un año de altos precios del gas, de los combustibles, de la luz… de alta inflación en la cesta de la compre, y como siempre, los más afectados, los humildes, los de abajo… da miedo encender o enchufar… la luz, la calefacción, así que hay que bajar los grados. O arrancar el coche. Nunca fui partidario, en invierno, de atizar y estas con ropa ligera… no, eso siempre ha estado prohibido en la mentalidad de nuestra educación recibida… aunque no siempre esto se cumple, que a veces parecemos “nuevos ricos”.
Resulta curioso como en estas zonas de provincias pequeñas, humildes y nada ricas, los indicadores siempre nos sitúan a la cola, las pensiones más bajas, el salario mínimo más mínimo, las exportaciones en la mínima, el movimiento más ralentizado… pero el paro y la inflación de las más altas, siempre somos los últimos en notar las alegrías, cuando llegan y a cuentagotas, y los primeros en notar los primeros baches… es la desgracia de los pobres!!!
Por si todo esto fuera poco, la guerra de Ucrania sigue y no tiene visos de acabar, y está ahí, tan cerca… Parecería que todo viene de ahí, o eso nos dicen muchas veces, cuando pintan mal las cosas, pero no, ya había muchas alarmas encendidas antes de la guerra. Es como una disculpa fácil y falaz para enmascarar otras cosas que tienen más que ver con la ineficacia, o el río revuelto para un cambio impensable…
Tienen que perdonarme, pero hoy no encuentro motivos más que para este estado de ánimo. Esperemos que el futuro cambie a mejor…
Pero, entre tanto, Feliz Año Nuevo.
FUENTE: RICARDO GUERRA SANCHO Cronista Oficial de Arévalo