POR MANUEL GONZÁLEZ RAMÍREZ, CRONISTA DE ZACATECAS (MÉXICO)
Patrimonio en transformación en Zacatecas o lo que estoy viendo en estos momentos… y para que así conste en la historia.
El lema de la conmemoración del Día Internacional de los Monumentos y los Sitios del año 2023 es “Patrimonio en transformación”.
Hay cosas que van cambiando de acuerdo a las circunstancias o necesidades de cada época.
Hoy me tocó ver que ya iniciaron los trabajos de cambio de durmientes de las vías del tren que cruzan por la ciudad de Zacatecas.
Están retirando los viejos durmientes de madera y los están sustituyendo por otros de hormigón pretensado.
Si esos viejos durmientes hablaran… nos contarían miles de cosas, entre ellas, que el primer tren llegó a Zacatecas el 9 de marzo de 1884. Si…
Ese día apareció en Zacatecas una nube de humo sobre la llanura al sureste de las montañas, produciendo desconcierto. Tras el extraño ruido de los silbatos y la agotadora labor del hormiguero humano que tendía los rieles bajo el impulso económico y la visión de los grandes capitalistas, estaba oculta una fuerza muy complicada que no podía detenerse. Era el progreso.
Una vez concluida la vía férrea de México a Ciudad Juárez, aconteció el suceso más importante y excitante que presenciaron los zacatecanos del siglo XIX.
El 9 de marzo de 1884 llegó el primer tren procedente de la capital de la República. El maquinista redujo la velocidad al mínimo antes de llegar a la estación y cuando la enorme locomotora con su chimenea en forma de hongo, lanzando tremendas bocanadas de humo, arrastrando su ténder colmado de carbón y sus carros amarillos, se detuvo, los pasajeros se desprendieron de sus asientos de felpa roja y desde las ventanillas saludaron a los espectadores, algunos de los cuales habían viajado en carretas y coches o simplemente a caballo desde sus lejanos pueblos, haciendas, minerales o rancherías.
Todos correspondieron al saludo mientras veían el convoy que, como una fantasía, pasaba en medio de los acordes musicales y las desbordantes muestras de júbilo con que fue recibido.
Algunos alcanzaron a relatar a sus nietos aquel acontecimiento, aunque, a decir verdad, es de suponerse que su narración jamás llegó a reflejar aquella rara “sensación de potencia” que les causó la máquina, un enorme titán de cerca de 60 toneladas, color negro, con número blanco, marcas y ribe tes rojos, verdes y azules y en cuyos adornos de bronce se reflejaba el sol, mientras la campana tañía solemnemente.
Los bronces de la ciudad, que se engalanó para tal ocasión, también estaban echados a vuelo y en medio del mayor de los entusiasmos, músicas y bandas militares recorrieron las calles profusamente ornamentadas con motivos florales y las banderas de México y de los Estados Unidos. Se hicieron salvas de artillería. Hubo carros alegóricos y desfilaron todas las fuerzas vivas. En ceremonia celebrada en la Alameda, tomaron la palabra Fernando Calderón y Antonio Villegas.
El festejo se prolongó por dos días más con bailes populares, serenatas, conciertos, fuegos pirotécnicos, desfiles y banquetes. Se iluminó la ciudad y se inauguró la Exposición Minera del Estado.
Así transcurrieron esos días festivos y memorables.
Hasta un corrido fue compuesto como otra versión que se hizo popular de los sucesos: El año de 84
aunque acordarme no quiera
aquí llegó el primer tren
aventando fumareda…
Aréchiga, mi General
con los otros de chistorra
recibieron a los güeros
de leontina y faltriquera…
Las últimas dos fotos corresponden a dos imágenes del Zacatecas de finales del siglo XIX, época de la llegada del primer tren a Zacatecas.
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