POR MANUEL LÓPEZ FERNÁNDEZ, CRONISTA OFICIAL DE VILLANUEVA DEL ARZOBISPO (JAÉN)
José Moreno Sánchez, Colegio San Esteban.
Inició su etapa como “ maestro” en la placeta de la iglesia, en la Calle Nueva, y en la actual Somosierra. Enseñaba las cuatro reglas. Los alumnos leían en El Catón y llevaban a la escuela su pizarra individual. Impartió algunas clases particulares a alumnos de familia acomodada.
En sus escritos a la Universidad de Granada, solicitando la autorización correspondiente, adjunta dos copias y tres ejemplares del reglamento. Persona considerada eficiente con una gran responsabilidad, escribe sus solicitudes en papel oficial del Estado de dos pesetas y una póliza de una peseta, sellada en Villacarrillo, a beneficio del Colegio Príncipe de Asturias, para huérfanos de médicos, que lleva la firma de Tomás Román Pulido.
El informe del estado y plano del local, lo realiza Pedro García Rodríguez. La Inspección en su autorización limita el número de alumnos a 20. El local está situado en la Calle Nueva.
En el Reglamento, que presenta, llaman la atención algunos puntos.: “El respeto al alumno habrá de ser el constante pensamiento que guíe al maestro al proporcionar sus conocimientos, que habrán de ser siempre trasmitidos con destierro absoluto de toda enseñanza inconveniente y rutinaria”.
Los textos que utiliza son de D. Ezequiel Solana y D. Victoriano Ascarza.
En el inventario , destacamos los cuadros que presiden el local: uno del Sagrado Corazón de Jesús y otro de S.M. El Rey Alfonso XIII. Oraciones, carteles de lectura, mapa de España, cartel del Sistema Métrico… cinco bancos para los alumnos de párvulos, libro registro de matrícula de alumnos,libro de asistencia de alumnos, libro de visitas de la Inspección dos encerados grandes y uno mediano.
Los libros que utiliza son: Catecismo de Doctrina Cristiana de Ripalda, Historia Sagrada de Fleuri ; de Seijas Catón Metódico para niños, Frasey cuentos de Mateo Jiménez Aroca…
En el Boletín Oficial de la Provincia de Jaén. Número 49 del 22 de abril se publica el edicto de la autorización para la enseñanza.
En 1926 José Moreno Sánchez quiso construir un salón para un colegio privado de primera enseñanza que reuniese las condiciones precisas de salubridad e higiene. Solicitó una pequeña subvención para la construcción en l calle Caberuelo y se le denegó esta ayuda por parte de la Corporación Municipal.
Las vivencias de Juan Andrés Fernández, en un libro autobiográfico, sin publicar, nos acerca a la vida escolar, mediados los años 20.
“ La profesora aconsejó a mis padres que me pusieran en la escuela de José Moreno Sánchez.
Este cambio de colegio operó en mí cierta transformación. El edificio consistía en una casita de dos plantas, construida sobre una suave ladera y se llegaba a ella utilizando unas escaleritas. A ambos lados había plantados geranios y azucenas. Al final había una especie de rellano donde estaba la puerta de entrada de color gris claro, tachonada con gruesos clavos de cabeza redonda pintados de negro.
Pasados sus umbrales aparecía una sala rectangular donde dábamos las lecciones. Existían cuatro filas de pupitres para uso de los alumnos. En las paredes laterales para sentarnos, había unos bancos de madera muy usados. En el fondo de la sala existía una especie de escalón más alto con el piso de cemento. Era donde estaba la mesa del profesor.
Don José, era bajito y utilizaba gafas con aros de metal blanco. Vestía chaqueta y pantalón de pana de color marrón claro. Sobre su mesa tenía un cuaderno donde hacía sus anotaciones. A su
derecha, al alcance de la mano, había colgada de la pared una gruesa correa acabada en una de las puntas con un adorno de madera. La usaba para aplicar el castigo a los alumnos más descuidados y perezosos.
Yo formaba parte en el colegio del grupo de niños menores. Era una escuela de pago y su clientela estaba compuesta por hijos de pequeños labradores, comerciantes y artesanos. Claro que muchas veces aquel hombre trabajador incansable y buen maestro se veía obligado a cobrar en harina, garbanzos, o aceite el fruto de su trabajo. Había escasez de dinero en muchas familias y él tenía cinco hijos para mantener.
Uno de sus hijos se llamaba Francisco y formaba parte del grupo de los “ mayores”. Eran mozalbetes en cuyos rostros ya iban apareciendo una incipiente barba. En este grupo estaba Sebastián “ el de la luz”. Los dos hermanos Segarra, hijos de un carpintero; Basilio, hijo de un sastre; Luis, el Carbonero…
El maestro Sánchez Moreno era amigo de mi padre y compartían los mismos ideales políticos. Ambos eran republicanos.
Con mi tanda de “menores” estaba Manuel el Gordo y su primo Salvador; José y su hermano Daniel, hijos del carnicero; Antonio y su hermano Juan, hijos del panadero; Matías, hijo de la hornera; Carrillo, pequeñín y sabiondo, hijo de labradores. Los hermanos Mayenco… Finalmente el profesor José Sánchez Moreno, que merecía un DON JOSÉ, mayúsculo por la dedicación y empeño que ponía en formar nuestros caracteres y capacitarnos para la lucha en la vida, se vio obligado a cerrar su escuela”.
Sus tendencias políticas eran de izquierdas, dotado de una excelente oratoria, intervino en algunos mítines, pero no ocupó cargo político alguno. Lo buscaban para realizar contratos privados, ya que dominaba la caligrafía y la redacción de cualquier tipo de documentos.
Juan Andrés Fernández continúa narrando sus vivencias escolares. Su paso a las escuelas del Estado, muestra gran decepción ya que no vio ni disciplina, ni un buen sistema de enseñanza. Observando un trato diferente de los alumnos según la clase social a la que pertenecían.
Alaba la labor de D. Poli : “ En 1935 mi padre me puso en otra escuela. Su maestro se llamaba don Policronio Montoro Rodríguez. Era conocido como don Poli. Tenía una prole numerosa y todos los hijos que estaban en edad escolar asistían a sus clases.
Este hombre, educador incansable, hacía de su profesión un verdadero sacerdocio. Tenía buen humor. Nunca se le veía enfadado, comunicativo y alegre, tenía merecida fama de excelente profesor. Todos reconocían en él sus cualidades para tratar y preparar a sus alumnos.
Lamentablemente, sólo pude estudiar poco tiempo en esta escuela. La situación política de España fue haciéndose cada ves más tensa y a mediados de año, en pleno verano de 1936 tuve que dar por terminadas mis clases.”
José Moreno, maestro de pago, al finalizar la guerra civil, fue encarcelado y desterrado, muriendo en la prisión de Burgos, a los tres años”. Su familia lamenta que no encontrase personas que hubiesen declarado su inocencia y solicitasen su excarcelación.
El delito que le encontró el Tribunal Militar que lo juzgó, en Villacarrillo el ocho de junio de 1940, fue “adhesión a la rebelión militar”, condenado a pena de muerte, conmutada en diciembre por la de inferior grado.
La comunicación del médico de la prisión de Burgos, del 11 de enero de 1942, da como causa de la muerte “Avitaminosis”.
Una vida entregada a la enseñanza y un final injusto, como el de otros maestros.
FUENTE: M-L-F-
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