POR TITO ORTÍZ, CRONISTA OFICIAL DE GRANADA
Estamos en vísperas. Por estos días, en la casa de vecinos albaycinera donde nací, las mujeres empezaban con los preparativos para poner el monumento a la cruz de mayo, en el patio comunitario, que diríamos hoy. Se sacaban de los baúles las colchas de novia, donde invernaban entre bolas de alcanfor, se extendían en las cuerdas de tender y se planchaban, para que lucieran en las barandas. Lo mismo ocurría con los mantones de manila, a los que se les peinaban los flecos para desenredarlos. Se limpiaban con Netol los peroles de cobre para que relucieran, y se metían en agua con una Aspirina, para que aguantaran, los claveles rojos con los que se tapizaría la cruz. Otras vecinas, tijera en mano, adecentaban las macetas de geranios, quitándoles las hojas secas, “espercojándolas” para que lucieran radiantes, mientras las especialistas en la materia, con una bayeta mojada en cerveza, dejaban las hojas de las “pilistras” de un verde botella que enamoraba a quién las veía. Se sacaban las planchas de hierro que se calentaban en el carbón, y se les restregaba un poquito de aceite, para que brillaran. No faltaba la máquina de coser antigüa que dormitaba en un rincón de la casa, ni la silla de enea recién pintada. Un sombrero andaluz, una foto de La Virgen de Las Angustias, un brasero limpio como la patena, – gracias al estropajo y la “arenilla”- platos y fuentes de Fajalauza, candiles de bronce, abanicos postineros, y una orza para preparar la sangría que compartiríamos todos el día de la cruz. El pero y su tijera clavada eran el remate de la escena. Ahora ya, a cantar y divertirse en la intimidad del vecindario.
ORIGEN
El miércoles que viene, conmemoramos el hallazgo por parte de Santa Elena, madre del emperador Constantino, de la verdadera cruz de Jesucristo en su peregrinación a Jerusalén. Al tratarse de una fiesta relacionada con la pasión de Cristo, su Cruz, la fiesta en rito romano será de color rojo. De ahí la obligación de que la cruz sea de clavel rojo. Ciertos autores enlazan la fiesta de La Santa Cruz de Mayo con un origen precristiano en el Árbol de Mayo o Palo de Mayo. El culto al árbol ha sido común en la religión europea y se ha dado, entre otros pueblos, en celtas, germanos, griegos, romanos y eslavos. En el Arbor Intrat romano se cortaba un pino, se engalanaba con guirnaldas violetas, cintas de lana y una imagen de Atis y se llevaba al templo de Cibeles. En la Francia medieval los campesinos ponían el 1 de mayo árboles decorados frente a las casas señoriales y las iglesias. La costumbre del árbol decorado se daba entre los eslavos.
Las primeras celebraciones populares de la Santa Cruz de Mayo son del siglo XVII. Esta fiesta ha tenido especial arraigo y tradición en la ciudad de Granada, donde parece ser que las primeras celebraciones del Día de la Cruz, tal y como hoy son conocidas, datan del siglo XVII. En 1625 se hizo una cruz de alabastro en el Barrio de San Lázaro, muy celebrada y festejada por los vecinos, Que cantaron y danzaron ante ella, trasladándose posteriormente esta tradición a barrios como el Albayzín y el Realejo. Lope de Vega escribió en su obra, “La mejor enamorada, la Magdalena” una versión cristiana de la copla.
Este sí que es mayo famoso
Este sí que se lleva la gala
que es la Cruz en que Dios murió.
Este sí que se lleva la gala
que los otros árboles no.
GRANADA
La iglesia instituida no ha tenido siempre el mismo respaldo a ésta celebración. De hecho, el Papa Juan XXIII, a raíz del Concilio Vaticano II, allá por 1960, se encarga de aplicar cierta sordina a la fiesta y sus actos litúrgicos, tal vez con algo de razón, al comprobar que enraizaba con celebraciones anteriores paganas. Pero en Granada el asunto estaba muy arraigado, como hemos visto desde el siglo XVII, de manera que en 1964, siendo delegado de turismo, Antonio Gallego Morell, emprende una campaña de promoción y apertura de la fiesta que llega a nuestros días. Comienza por dar en la radio, lo que podríamos llamar el primer pregón de las Cruces de Mayo en Granada. Incita a los granadinos a recobrar con fuerza la tradición, y aprovechando que por su cargo dispone de La Casa de Los Tiros, instala una Cruz de Mayo en su patio, que es aclamada popularmente, y arrastrará en ediciones sucesivas a otros estamentos como el propio ayuntamiento de la capital. No será hasta 1991, cuando se recupere la tradición de pregonar las cruces de mayo, por iniciativa de Canal Sur Radio, nombrando su primer pregonero en la figura del poeta y escritor, Ángel Luís Sabador Medina, que interviene en la plaza del Carmen, ante la cruz municipal, montada por el equipo que dirigía, Manuel Ocón Rojas.
Después vendrían años de botellones y desaforos, en ocasiones animados por los propios responsables políticos, a quienes el asunto se les fue de las manos. Afortunadamente hoy, se intenta reconducir esa anómala situación, que en nada beneficia a nadie. Es verdad que ya la fiesta, no puede quedar reducida a los patios vecinales y a la intimidad de las familias, pero en el término medio está la virtud. Hoy día se ha engrandecido la fiesta con los concursos de patios, colegios, hermandades, escaparates, pero esto no puede ser un pretexto para colocar barras por doquier, a veces sin ninguna alusión a la celebración, sino por el solo hecho del consumo desmedido, de tan tristes consecuencias.
FUENTE: EL CRONISTA