POR JESÚS M. LECHÓN MELENDEZ, CRONISTA OFICIAL DE CALAMOCHA (TERUEL)
Mi hermano Pepe falleció en Barcelona el pasado viernes, 28 de abril, a los 77 años, tras un largo proceso canceroso. Bien puede decirse que como él era, «sin dar la lata» y que «la vieja carroza ya dice basta». Discreto, sacrificado, sereno en la larga enfermedad. Admirable su tesón aragonés, también en estos años en que estaba jubilado como catedrático de instituto, de Filosofía, no paró de estudiar y publicar, intentando transmitir lo que él iba considerando cada vez más importante en la sociedad actual.
Estaba muy pendiente de cuanto atañe y evoluciona en la educación, en los jóvenes -fue profesor en la enseñanza pública y privada-, en la cultura, en la comunicación. Con agudo espíritu crítico, analizaba las cuestiones, sin aferrarse a tópicos o quejas. Su inconformismo arraigado, desde su juventud, incluso creció en los últimos años, con espíritu constructivo y un sentido de la justicia que le hacía defender a compañeros -su etapa en el sindicato ANPE fue fiel reflejo- e ideas, cuando veía atropellos, mezquindad, bajeza, injusticias. Fue un luchador nato, fruto de su personalidad, de su intensa vida cristiana y de su vocación docente: estos tres pilares explican buena parte de su vida y de su legado.
Era el quinto de nueve hermanos. Muchas de sus cualidades entroncan con la familia, con mis padres, con una vida familiar que valoraba mucho. Yo soy el menor, y tal vez por eso tengo la perspectiva de la trayectoria familiar, ignorando buena parte de los años en que todavía no había nacido, pero observando y analizando lo que deja cada miembro de la familia, gracias a Dios con una vida cuajada de esfuerzo, proyectos, servicio y realidades tangibles. Sobre todo, Pepe, ¡gracias!
El último libro de Pepe es Descubrir valores, que viene a ser su legado intelectual como docente toda su vida y como estudioso de la realidad cambiante y necesitada siempre de valores permanentes, sin caer acríticamente en modas superficiales. Con agudeza, prestaba atención a los medios de comunicación, y comentábamos no pocas cuestiones de mi trabajo periodístico. Ofrecía una ética personalista -es su tesis doctoral-, frente a la ética light, donde todo es descafeinado, sin esfuerzo.
En este libro, con textos y casos prácticos pensando en su divulgación polifacética, se dirige a hombres y mujeres rebeldes, abiertos a lo humano y a lo trascendente. Libertad, sinceridad, valentía, amistad, alegría, justicia, etc., son valores tratados con brevedad y profundidad, en un trabajo sintético al que dedicó mucha ilusión y trabajo concienzudo.