POR FRANCISCO JOSÉ ROZADA MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE PARRES-ARRIONDAS (ASTURIAS)
Nada sabemos de la historia de Parres en la época de Pelayo. Éste tuvo que atravesar las tierras del concejo cuando huía de sus perseguidores, los musulmanes, que estuvieron casi a punto de prenderle en Brece (la actual Brez, en la parroquia de San Pablo de Sorribas) y, gracias al aviso de un hoy desconocido amigo, evitó ser capturado.
En la Crónica de Alfonso III se cuenta lo siguiente: “Pero como los sarracenos eran más, y viendo que no podía hacerles frente, saliéndose con cuidado de entre ellos picó espuelas y llegó a la orilla del río Piloña. Lo encontró crecido y desbordado, pero nadando con la ayuda del caballo que montaba pasó a la otra orilla y subió a la montaña”.
Cuenta el escritor e historiador Eduardo Martínez Hombre que no es aventurado suponer que Pelayo, subiendo al valle de Tendi, llegase hasta El Pico/El Picu y, desde allí, bajase a Llerandi para continuar por Tospe y Bada, camino de Cangas, sin descartar que siguiese el curso menos seguro del Piloña y se adentrara en nuestro concejo.
No hay referencias documentales sobre un espacio tan próximo a los lugares donde se produjo la sublevación de Pelayo, al igual que ocurrió con Cangas cuando la corte se trasladó a Pravia.
El primer testimonio que se conoce referido al espacio que hoy constituye el concejo de Parres aparece en la donación que -en el año 926- realizó Ramiro Alfonsiz, hijo de Alfonso III, a la iglesia de Oviedo. Las referencias toponímicas que aparecen en el mismo pueden referirse a lugares del concejo, aunque no es descartable que el documento sea falso a efectos diplomáticos.
El núcleo original del concejo estaría en torno a Viabaño, que sería así la “cuna” de Parres.
La ubicación de lápidas romanas en la zona de Cofiño y los restos románicos conservados en la cabecera de su iglesia de San Miguel hacen suponer la existencia de la misma ya en esa época.
Será en 1085 cuando aparezca de forma muy evidente la villa de Fuentes, dado que su dueño Antonino Adefonsi la dona a San Salvador de Oviedo.
En el siglo XII pasaron por nuestro actual concejo unos peregrinos ingleses que iban camino de Tierra Santa, pero que -previamente- deseaban visitar la tumba del apóstol Santiago y las famosas reliquias que se encontraban en el Arca Santa de la Catedral de Oviedo.
En su cuaderno de viaje anotaron que Asturias les parecía una tierra maravillosa, con magníficos bosques y ríos, pero que tenía un hándicap notable, “unos pobladores horribles”…
La iglesia de San Pedro de Bode estaba integrada en el territorio de influencia de Viabaño en el siglo X pero, en 1229, formaba parte del territorio de Cangas “in territorio Cangas, in villa prenominata Vode, locum numinatum illa ecclesia Sancti Petri de Vode, discurrente iuxta flumen Selia”.
La Mitra Ovetense poseía señoría jurisdiccional sobre los lugares de Las Arriondas, Castañera y Fuentes, además de los monasterios de San Pedro de Villanueva y San Martín de Soto.
Los linajes nobiliarios del lugar actuaban como señores que acumulaban tierras, cargos y patronatos sobre algunas iglesias.
La primera vez que aparece el término toponímico de Parres -haciendo referencia a un determinado espacio- es en la documentación medieval de uno de los potentados y adinerados del momento, Alvar Díaz, en el año 1275.
Este magnate se cita -junto con su hijo Pedro Álvarez- como ´tenente de Parres´.
Se trataba de un cargo que suponía el ejercicio de una serie de funciones político-administrativas sobre los distritos encomendados, como recuerda la historiadora Ana Fdez. Suárez.
El tenente hacía las veces de rey, percibiendo y administrando tributos, haciendo cumplir las leyes y acudiendo en defensa del monarca cuando éste lo solicitaba. La misma historiadora cuenta que Alvar Díaz fue todo un personaje durante los reinados de Fernando III y Alfonso X, y participó activamente en la conquista de Murcia y Sevilla, acabando sus días en las actividades militares en la Vega de Granada.
Además de tenente en Parres lo fue también de Siero, Nava, Aguilar y Puebla de Llanes, lugares en los que su familia ya lo venía haciendo desde -al menos- un siglo antes.
Tenía el señor de Noreña la presentación de la iglesia de San Martín de Cuadroveña, que era el centro de la actividad en el concejo, por ello el obispo de Oviedo -como heredero de este señorío- también lo ejerció sobre el coto de Las Arriondas y Castañera.
Ya en 1385 en la Nómina eclesiástica de la diócesis de Oviedo constan como parroquias de Parres las de San Martín de Cuadroveña, Santianes de Parres, Santa María de Viabaño, Santo Tomás de Bodes, San Miguel de Cofiño, Santa María de Fíos y San Pedro de Bode.
Más adelante Parres compartió una serie de parroquias con otros concejos, como en el caso de San Martín de Margolles (con Cangas), San Salvador de Moro (con Ribadesella) o San Pablo de Sorribas (con Piloña).
Todo ello daba lugar a confusiones a la hora de la elaboración del catastro a finales del siglo XVIII, cuando algunos vecinos no sabían las cantidades que debían pagar “por la poca práctica y por andar los préstamos y simples de unas parroquias agregados con las de otras”.