EL GRAN ESCULTOR HANS J. JAEHNKE
POR FRANCISCO JAVIER ARELLANO, CRONISTA DE LUIS MOYA (ZACATECAS-MÉXICO)
El 14 de septiembre del 2012 acordamos el Ing. Mario Ortiz Luévano y yo visitar al alemán Hans, dueño del rancho “El Gran Chaparral” para hacerle una entrevista. Hans es un gran viticultor que ha revolucionado la viticultura de la región de Luis Moya y quizá del país utilizando una metódica disciplina de trabajo y un enorme cariño hacia la tierra.
El Ing. Ortíz ya la había concertado y quedamos que al día siguiente pasaría por mí a la casa de mis padres para ir a la entrevista. Llegó a las 9:15 en su camioneta de trabajo. La mañana era fresca, recién llovida y aún borrascosa. Este año ha sido abundante en lluvias y promete buenas cosechas. Mi amigo, el Ingeniero Ortiz es un hombre ordenado en su vida. Aun conociendo su respuesta le pregunté que si había desayunado. Me contestó que sí. De todos modos le propuse que me acompañara a comer un par de gorditas con un rico café. Fuimos a un puesto que está por la calle de la carretera.
Luego nos fuimos rumbo al Gran Chaparral. Pasamos la comunidad Esteban S. Castorena y después de tres kilómetros, rumbo a Zacatecas, el Ingeniero se desvió hacia donde el sol sale y ahí estaba el rancho a unos doscientos metros. A la derecha del camino, un hermoso viñedo, bien cultivado, más grande que los demás, lucía fresco en un terreno empantanado porque la noche de ayer había llovido mucho. Al lado izquierdo estaba una milpa grande, verde que prometía una gran cosecha.
Llegamos a la casa del rancho del alemán. Atravesamos un prado y no sé si el Ingeniero trató de tocar la puerta cuando salió el alemán Hans, un hombre alto, corpulento y nos saludó afablemente. Nos presentamos. El Ingeniero dijo que yo era la persona que lo iba a entrevistar. Nos pasó a su sala-recibidor-oficina de trabajo. No había muchos objetos, una chimenea sobria, unos grandes ventanales por donde se colaba un paisaje verde y una pequeña montaña, un escritorio y una lámpara. El alemán me ofreció su silla principal para que me apoyara. Yo no acepté y dije que estábamos bien, el Ing. y yo, en las sillas de visitas frente a él.
El hombre lucía muy bien, hablaba con mucha naturalidad y confianza, de tal manera que yo no quise sacar una grabadora porque sabía que se iba a intimidar y entonces no me platicaría lo que yo quería saber.
– ¿Quién es Hans?- le disparé la primera pregunta a la que no supo contestar. Entonces le aclaré que cuál era su nombre, donde nació y estudió.
– Soy Hans (y pronunció otros nombres a lo que le pedí que me los escribiera en mi libreta y accedió gustosamente). Escribió HANS J. JAEHNKE y me dijo que nació el 17 de abril de 1927 en GÖTTINGEN, ALEMANIA. En español es Gotinga. Sus padres fueron Walter Erich Jaenhke y Rosa Lina Erkmann y que tiene una hermana, Margrid de Brunnckow. Sus estudios los hizo en su ciudad natal y fueron el equivalente a la Preparatoria
Me contó que durante la Segunda Guerra Mundial (1945) él y el joven Joseph Aloisius Ratzinger se enlistaron en el ejército de su patria para defender al pueblo alemán. Su compañero Ratzinger estaba en diferente comando, y un día llegaría a convertirse en el más grande jerarca de la iglesia católica, el Papa Benedicto XVI.
El español de Hans (Juan) es fluido y agradable porque tiene cierta picardía en su expresión. Me dijo que después de la Guerra sobrevivió a los ataques aéreos de las fuerzas aliadas de EE UU, Inglaterra y Rusia. Señaló que después consiguió trabajo en una fábrica de autopartes (carros y aviones) en Stuttgart, Jaimler y Renf, para luego ser enviado a Argentina (1947-1963)
A él también le llegó el Sueño Americano y en 1963 se trasladó a California, EEUU a la fábrica Pacific Powdrered Metali Inc. donde el 80% eran trabajadores mexicanos.
El fue nombrado Gerente de Producción. Y afirma que muy a la contra de quienes señalan a los trabajadores mexicanos como “flojos”, él dice que los trabajadores mexicanos son los mejores, ellos meten tiempo extra, trabajan por más dinero y son muy aplicados. Su fábrica siempre obtuvo los primeros lugares en producción gracias a los mexicanos, mismo que ganaban sus buenos dólares, mientras él obtenía bonos hasta de 25 mil dólares al año.
En los años 70s conoció a Ramón Jiménez Pantoja y a su hermano Trino, nacidos en EE UU pero con ascendencia en la ciudad de Aguascalientes. Ellos lo conectaron con Nazario Ortiz Garza que había sido Ministro de Agricultura con el Lic. Miguel Alemán y socio de los Viñedos Rivier y Compañía Vinícola de Aguascalientes.
En el año 1974 conoció estas tierras zacatecanas, entre Luis Moya y Ojocaliente, que tenían buen drenaje de aire, de agua, un migajón considerable, una excelente comunicación a bordo de carretera y un precio bastante barato. Para el año 1975 ya había comprado a don Pedro Díaz de la ciudad de Rincón de Romos, Ags. Las 56 hectáreas ubicadas entre la ex Hacienda de San Diego y la Col. Hidalgo del municipio de Luis Moya.
– ¿Cuánto pagó por estas tierras?
– Muy baratas- y hace unas señas con sus manos y hombros. – Muy baratas.
– ¿Cuánto?- insisto.
– Cincuenta mil dólares.
– Bueno, con dos bonos hizo la compra.
Nos reímos los tres. El Ing. también apunta datos en su libreta. El ambiente es simple. El alemán platica, ríe, me cuenta, a veces me dice cosas personales pero me dice que eso no apunte. Yo lo considero.
– Y cómo le hizo para hacer producir una excelente uva en estas tierras- le disparé la siguiente cuestión.
– Ah, esa es una buena pregunta- me contestan el alemán y mi amigo Ingeniero.
Hans dice que él siempre ha sido meticuloso para saber más. Es estudioso. Cuenta que allá en Alemania también su familia sabe de vides, pero que en la Universidad de Davis EEUU conoció al Dr. Olmo que le enseñó el cultivo de la uva. Como siempre, él preguntaba y sabía más del cultivo. Cuando se vino a México, concretamente a Luis Moya, conoció a los hermanos Roberto y Antonio Gutiérrez Prieto, buenos viticultores. Luego él plantó viñedos de uva industrial, la Salvatore y la Caroligne y en un tiempo de cuatro años levantó su primer cosecha.
Pero la ambición más grande de Hans era traer uva Globo Rojo a su rancho “El Gran Chaparral”. Dice que tuvo que traer sarmientos de EEUU en forma clandestina, que pagó “mordida” en la frontera para que le dejaran pasar sus plantas. Así pasó las primeras 100 plantas de esta uva. Habla de “mordida” y todos nos reímos, parece que él es mexicano y él se siente así.
Los ensayos directos con planta y con porta injertos son frecuentes.
Hans experimenta una y otra vez. Su dedicación, aplicación y cariño se ven realizados cuando implanta la uva GLOBO ROJO RUPESTRE y logra resultados muy favorables a su proyecto.
Entonces se relaciona con la empresa Valle Redondo y consiguen importar sarmientos de EEUU. En México tiene permiso para hacer plantíos pero de EEUU tiene prohibido propagarla. La empresa de Hans “El Gran Chaparral” reverdece y destaca en toda la región. Es una fuente de empleo que contrata a 25 trabajadores de planta y en las cosechas emplea a mucha gente.
– ¿Cuál es su potencial de producto?
– Hubo años que coseché hasta 20 toneladas de uva Globo Rojo por hectárea.
– ¿Ayudó a sus trabajadores?- le pregunté.
– Sí. Les regalé sarmientos y los plantaron en sus tierras.
– Es un gran patrón, no es egoísta y los apoya mucho- tercia el Ingeniero.
Así se propagó el cultivo de la uva Globo Rojo por todos los viñedos de la región. Sus trabajadores se convirtieron en pequeños cultivadores de uva. Cuando tienen un problema con la planta, con el cultivo, con una plaga, van con Hans y le piden consejo. Él sólo les dice lo que sabe –sabe mucho- y termina sentenciándolos “Eso es lo que hago yo”. Ya la determinación y aplicación queda en ellos.
Faltan dos minutos para las once de la mañana de este día. Suena el celular de Hans y habla de la llegada de una traila. El ing. me dice que Hans es metódico y que la entrevista esta programada hasta las once. Yo asiento y cuando cierra su celular Hans le digo.
– Gracias por la plática. ¿Oiga, dónde aprendió a hablar bien el español?
– En la cama- respondió intempestivamente. Nos reímos los tres. El Ing. más reservadamente, el alemán y yo, abiertamente con todo el significado que encierra esa expresión.
– Y todo esto, ¿A quién se lo va a dejar? ¿Tiene familia?
– Tengo un hijo en EEUU y un “ahijado” que está en Alemania.
Del primero no sé y del segundo, está estudiando.
– Gracias por todo- le dijimos al alemán.
Para bien terminar nuestra visita, me permitió sacarnos una foto con él y luego me mostró la foto cuando era joven y luego la de su papá, un Marino alemán.
Regresamos al pueblo de Luis Moya el Ingeniero y yo. Comentamos que desgraciadamente para los pequeños viticultores de la región el plantío de la uva Globo Rojo no se cultiva, cosecha y vende como se debiera. A un lado de “El Gran Chaparral” se veían viñedos más pequeños con menos fronda y más sencillos en relación a los de Hans. Un cultivo empírico, una cosecha sin seleccionar la uva y una fácil venta al “coyotaje”, afectan seriamente la producción de uva de estos pequeños viticultores. Tenemos que ORGANIZARNOS mejor, sí podemos.
Esto no me lo dijo Hans, pero yo sé que los compradores que vienen de fuera pagan a 15 pesos las primeras “cargas” y después llegan a pagar hasta 9 pesos el kilo de uva. Hans vende a grandes empresas nacionales y trasnacionales uva bien seleccionada y logra acomodarla casi al triple del último precio que dan los compradores ambulantes.
El Ingeniero y yo tendremos que platicar más de una vez de este alemán que innovó y revolucionó el cultivo de uva Globo Rojo en toda esta región, que se me antoja decir, única en México. Hans quizá pronto se vaya de este lugar, la inseguridad del país lo intimida y además, que ya tiene 85 años de edad. Pero, bueno, aquí queda su enseñanza, su entusiasmo, su ejemplo de buen viticultor, su disciplina al trabajo y quizá “un buen amor”. Entrevista en la revista «Fiestas de Octubre» 2012 de Luis Moya, Zacatecas-México.
FUENTE: https://www.facebook.com/fcojavier.arellanolopez/posts/pfbid02S9YEc62YiUZeCe6QBeL4gGMktbTfvT2V4iBEJyS4VhbTE9ZUS2Nt7HJfvyC3Qdj6l