SALVAR A LOS NIÑOS RUSOS AÑO 1923. SALVAR A LOS NIÑOS UCRANIANOS AÑO 2023
POR JOSE LUIS ARAGÓN PANES, CRONISTA OFICIAL DE CHICLANA DE LA FRONTERA (CÁDIZ)
Hace cien años los españoles –incluidos los chiclaneros– ayudaron a salvar del hambre a niños de la Rusia soviética. Hoy, después de más de 400 días de guerra en Ucrania, lo hacemos con los niños y la población civil ucraniana. Esa misma que hemos visto en muchos telediarios sufrir los horrores y atrocidades que se están cometiendo con ella en este conflicto bélico; una guerra que no tiene visos de acabar tan pronto como deseamos.
Porque las guerras como todos los conflictos humanos se saben como empiezan, pero no como acaban y esta guerra es tan difícil de prever cuando y como acabará. Hay noticias confusas de que se está fabricando la paz del futuro. Pero, mientras tanto, mueren en el frente de un lado y otro un número desconocido de soldados. Aunque los que más sufren son los civiles que en los pueblos y ciudades continúan arrostrando fallecidos, heridos –físicos y psíquicos– y padeciendo miseria y hambre. De hambre hemos de escribir; de hambre en Rusia que también la hubo en muchos periodos de su historia, con el zar y con las dos revoluciones de los soviets, después de la guerra civil entre rojos y blancos, en la posguerra de la Gran Guerra y una gran sequía. También por la deficitaria administración y falta de escrúpulos de los dirigentes soviéticos. Todo ello provocó que, entre 1921 y 1923, más de cinco millones de rusos murieran de hambre. Y Ucrania tampoco se libró de una hambruna bajo el régimen soviético.
La Cruz Roja Internacional que dirigía Gustavo Ador (1910-1928) intervino de inmediato en una operación coordinada con el gobierno soviético y otros países occidentales, incluido Estados Unidos –con la American Relief Administration–. Todos acudieron en auxilio de los rusos, básicamente de los niños. El Vaticano, del mismo modo, y al margen de cualquier confesionalidad, organizó una campaña humanitaria durante los papados de Benedicto XV (1914-1922) y Pío XI (1922-1939). En esta campaña pontificia la intervención de la Iglesia española fue importante y emotiva. Un hecho poco estudiado en la historiografía nacional y que nos desvela el profesor José Ramón Rodríguez Lago en su interesante artículo, “¡Salvemos a los niños rusos! La iglesia española y la campaña pontificia en la URSS (1922-1924)”. Fue, por tanto, la Iglesia en España y con el beneplácito del Gobierno español –además del esfuerzo de la Cruz Roja Española integrada en el comité Internacional– la que se encargó de enviar una misión a Rusia, a la ciudad de Rostov dirigida por dos misioneros religiosos españoles, Pedro Voltas y Ángel Elorz Vergara.
Todas las diócesis españolas acudieron a la petición de ayuda. Así, en cada una de ellas el obispo organizó un comité de personas de probada caridad. En los pueblos y ciudades el comité local canalizaría las ayudas.
En Chiclana también se formó el comité y el asunto llegó al Pleno municipal. Así, en la sesión ordinaria de Cabildo del 13 de abril de 1923, en su punto quinto, y por disposición de su alcalde-presidente, Andrés Escobar, se dio lectura a un oficio del arcipreste de las iglesias de la ciudad “por el cual da conocimiento de la designación que ha hecho en esta, por virtud de indicaciones del Ilmo. Sr. Obispo de esta diócesis, de una Junta o Comité permanente de personas cuyos nombres y cargos en el mismo se expresan para que le auxilien en la humanitaria labor de albergar recursos para que el Romano Pontífice pueda socorrer a los niños desamparados y hambrientos de Rusia”.
Se desconoce quienes formaron parte del comité, porque no consta en el acta, pero la Corporación quedó enterada, y acto seguido, en el siguiente punto, se trató el mismo asunto con más profundidad, pues “se leyó también un oficio del vicepresidente del comité permanente de acción designado en esta con el objeto indicado en el punto anterior en el cual se solicita que esta Corporación contribuya con alguna cantidad mensual para dicho fin, mientras duren las excepcionales y trágicas circunstancias.
La presidencia preguntó que qué se acordaba. El concejal señor Andrade expuso, le parecía oportuno se contribuyese con veinte y cinco pesetas, teniéndose en cuenta la situación económica del Ayuntamiento. El señor concejal Malcampo es de opinión se contribuya con menos cantidad, pues debe tomarse en cuenta que esto ha de librarse mensualmente, mientras duren las circunstancias actuales de aquella nación. El señor Andrade se muestra conforme hacia las manifestaciones del señor Malcampo, pues no se había dado cuenta exacta de la forma en que la petición se hacía. La presidencia preguntó se le parecía bien a la Corporación contribuir con diez pesetas mensuales. El Concejo así lo acordó”.
Parece que diez pesetas mensuales es poco, pero tenemos que tener en cuenta que el hospital recibía de subvención 82 pesetas y el gasto del abastecimiento de aguas era de 28 pesetas.
FUENTE: Publicado hoy en El Periódico de Chiclana, pp. 20-21.
Bibliografía:
AHMCh. Legajo nº. 58. Actas Capitulares. Sesión ordinaria del 13 de abril de 1923.
RODRÍGUEZ LAGO, J. R. (2012): “¡Salvemos a los niños rusos! La iglesia española y la campaña pontificia en la URSS (1922-1924)”. En Spagna contemporánea, pp. 28.48.