POR JOSÉ MARÍA SUÁREZ GALLEGO, CRONISTA DE GUARROMÁN (JAÉN).
Esta curiosa cuchara “catacaldos” me la regaló para la colección el también Comendador de la Cuchara de Palo, Custodio de Nuestra Sede Matriz de Las Tinajas, en Guarromán, Rafa Oliván (a él no le gusta que le llamemos Rafael, ¡qué le vamos a hacer!), y formaba parte de su tienda de antigüedades.
Se ha utilizado, no sabemos desde cuándo, para probar el punto de sal, o de otros condimentos, en los caldos y que no se quemase la lengua el cocinero, o cocinera, en la cata de ellos.
El extremo más ancho de la cuchara se introducía en el caldo caliente, hirviendo casi siempre, y se dejaba que cayera a través de la hendidura en forma de canalillo del mango para que se enfriara, hasta que llegara sin quemar al otro extremo, una cuchara más pequeña que era la que se llevaba a la boca el guisandero que probaba el punto de sal o de picante en su justa temperatura.
Bérard es una empresa francesa que las lleva fabricando desde 1892, junto a otros utensilios de madera, hasta en madera de olivo, en Saint-Laurent-en-Royans, entre los Alpes franceses y la Costa azul. Su proceso de fabricación es respetuoso con los bosques y el medio ambiente, y cada pieza se fabrica de manera artesanal. No es de extrañar que la utilizara Auguste Escoffier (1846-1935), que fue el prestigioso cocinero, restaurador y escritor culinario francés, que popularizó y actualizó los métodos de la cocina francesa tradicional y que es considerado como el creador de la alta cocina moderna, y el gran transformador de este noble oficio en el primer tercio del siglo XX.
(Colección de José María Suárez Gallego)