AQUEL 21 DE JUNIO DE 1952
POR ANTONIO BOTÍAS SAUS, CRONISTA OFICIAL DE MURCIA
Aquella tediosa mañana, el buen guardia municipal Antonio Piqueras andaba esquivando, de toldo en toldo, la inevitable calorina murciana que siempre recalienta junio, sin imaginar lo que le aguardaba y mientras daba bostezos de aburrimiento en la esquina de la calle Granero con Saavedra Fajardo.
Lo cierto es que, de haberlo sabido, quizá hubiera atesorado el hombre una imaginación portentosa. Porque allí, en plena vía y un 21 de junio de 1952, fue a toparse con hasta 458 kilos de bacalao salao, que salao debe escribirse porque así todos lo nombran.
Estaban abandonados y ocupando la calzada.
Para qué quieren más.