POR AGUSTÍN DE LAS HERAS MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE VALDEPIELAGOS (MADRID).
El próximo viernes 3 de junio a las 20:15 horas saludaré a la estatua de Gerardo Diego a la altura del número 23 de El Collado y entraré en el Casino del Círculo Amistad Numancia para buscar el salón rojo que lleva el nombre del autor. Me vendrán a la mente sus poemas. Llevaré el nombre de Valdepiélagos a Soria y recordaré el surtidor de sombra y sueño del Monasterio de Silos, el insomnio ante el desnudo sueño y el largo invierno pensando en mi ciudad amada en lugares, calles y gentes pasando un día y otro día sin ver el rio Duero.
Aunque yo quiero acompañar al río durante dos días y dejar mi huella escrita en el libro de San Saturio, llevándome en mi retina el recuerdo de los arcos de San Juan.
Espero no quedarme obnubilado al ver el magnífico piano de cola o al mirar las pinturas bucólicas del techo dibujando la danza y las cuatro estaciones.
Pensaré en la insignificancia de mi obra en un mundo reservado a Machado, Gerardo y Bécquer temiendo empequeñecerme en su recuerdo.
Ay Raquel Aguilera Lozano , Roberto, que embolado tan bonito me habéis creado con vuestro amigo Julio, que me acompañará ese día junto a César, librero de los que sobreviven en esos mundos etéreos y fríos digitales. Gracias por vuestro apoyo. Espero no defraudaros.
Será un placer ver a viejos amigos. Amigos de los que se hacen en los pueblos de Castilla, amistades eternas, y a compañeros de guerras pasadas y de profesiones difíciles.
Gracias Soria.