POR ALFONSO ROVIRA MARÌN. CRONISTA OFICIAL DE ALZIRA (VALENCIA)
Como viene siendo tradicional, desde 1955, en nuestra ciudad de Alzira, y comarca, al llegar los primeros días de junio, la Real Cofradía de Nuestra Señora de la Murta, organiza una romería a las históricas ruinas de lo que fue el monasterio, donde se celebra al mediodía, la ofrenda de flores a la Virgen, bajo la advocación de la Murta, y a continuación se celebra la eucaristía, con el reparto, al final de la misma, del pan bendito, como lo hacían los monjes.
Desde hace años, la distancia que separa desde el pueblo al monasterio, alrededor de una decena de kilómetros, se cubre a pié, en romería, partiendo a las ocho de la mañana, desde la parroquia de Santa Catalina, donde se venera la imagen, que es entronizada en un carro tirado a sangre -un caballo-, donde rodeada de flores se entroniza la imagen.
En estos últimos años, el que traza estas líneas, gracias a Antonio Micó, que prepara este “transporte”, tiene el ”privilegio”, de hacer la entrada a la Murta, ”pilotando” el animal con los ramales, desde el pescante, hasta la llegada de la romería al monasterio, acompañada de más de 200 romeros.
La ruta de costumbre: salida de la plaza de la Constitución, acompañando a los romeros una pareja de la Policía Local de Tránsito y de miembros del grupo de danzas folklóricas de Alzira, que a la salida del pueblo, al llegar a la altura de la Muntanyeta del Salvador y huerto de las Aguas Potables, pasando la “Graella” y el “Garrofer de Bonaire”, siguen el camino que conduce a la Murta. Una parada para “tomar fuerzas” con unos bocadillos en uno de los huertos, donde sus moradores acogen magníficamente a los romeros, finalmente se llega al monasterio, donde la imagen de la Virgen de la Murta es entronizada en un altar instalado en el templo de la naturaleza que, como bóveda, el cielo; como paredes, las escarpadas laderas de los montes; la música, el rumor de las aguas, que por el acueducto, bajan de la lejana fuente que abastecía el monasterio.
¿No han oído nunca una misa en el “templo de la naturaleza? Les aconsejo que lo hagan. El alma se siente más humilde y, nos hace percibir un goce íntimo, al pensar que somos parte de la misma y, que algún día se confundirá nuestro cuerpo con ella y la presencia inefable de quien todo lo ha creado.
Al finalizar la ofrenda floral, se celebró la misa, presidida por en cura de Santa Catalina, Enrique Masiá, quien al terminar repartió el pan bendito.
Tras la comida campestre, degustando un plato de paella, los romeros procedieron al traslado de la imagen a la capilla de la casa solariega de la Murta, terminando así, la 68 edición de la Romería a la Murta. Despidiéndose, pidiendo a la Señora, que el próximo año poder volver a participar en la romería.
La Murta
Muchos son los escritores que se han ocupado a largo de los siglos, del maravilloso valle de la Murta, en Alzira, que en principio se llamo de “Miralles” o de los “milagros”. A su vez, es un recoleto lugar de silencio y santificación, que eligieron los monjes jerónimos para la creación de un cenobio.
La Murta, cantada por los poetas, está situada en el término de Alzira, entre los montes del “Cavall Bernat” y las lomas de les “Bassetes roges”. Orientada de NO a SE. La totalidad del valle, casi ocupada por cítricos, a excepción de las laderas altas; al fondo se halla cubierto de monte bajo, ya que la Murta sufrió un importante incendio en 1986, causando gran devastación.
Para su acceso, discurren dos caminos de huerta por ambas laderas de la “Solana y Humbria” -sol y sombra-. En sus montes crece la planta “murtácea” llamada “Murta”, que florece entre junio y agosto. También pudiera nombrarse “Mirto” o “Arrayán”. Sus ramas son utilizadas para adornar calles y plazas en días festivos. Aún existe aquí, en Alzira, en algunas barriadas el “anar a fer murta para la festa del carrer” y realizar la tradicional “Entrá de murta”.
El cenobio de los Jerónimos
Los historiadores coinciden en señalar que el 11 de febrero de 1401, fue la fecha de su fundación, como lo reseña en su libro de 1773, el padre Juan Bautista Morera, prior que fue de este monasterio.
Antes de su fundación, el origen de esta comunidad, que arranca de 1357, cuando el caballero alcireño Aranau de Serra, hace donación de estas tierras a once anacoretas que moraban en algunas ermitas, a cambio de sus oraciones. En los seis siglos de existencia, el monasterio recibió ilustres visitantes, entre otros, San Vicente Ferrer y el rey Felipe II, en 1548.
FUENTE: EL CRONISTA