POR MANUEL GONZÁLEZ RAMÍREZ, CRONISTA DE ZACATECAS (MÉXICO).
Las pequeñas cosas de la vida o el día que se medio aguadó una fiesta…
Hace algunos años atrás que el personal de una muy conocida institución estatal de cultura organizaba un festejo anual por el día de la amistad.
Previo al 14 de febrero se hacía una tómbola en la que se incluían los nombres de los trabajadores de la institución. Cada uno sacaba un papelito para ver quién sería ese “amigo secreto” al que le haría un obsequio el mero día de San Valentín.
El regalo consistía en un chocolate. El costo y la calidad del mismo dependería de la buena voluntad, del presupuesto o de la persona a la que se le haría el regalo.
Siempre había algunos inconformes, ya que había quien daba un chocolate fino y caro pero a cambio recibía un chocolate Carlos V o un Almon-Ris, los más populares y económicos del mercado.
En una ocasión, durante el convivio del 14 de febrero, tras recibir un chocolate fino de mi “amigo secreto” me dio por observar con detenimiento la muy vistosa envoltura.
Cuál sería mi sorpresa de que ese producto había caducado muchos meses antes. De inmediato retiré la envoltura y, en efecto, el chocolate estaba invadido de manchas blanquecinas. Señal de que ya estaba muy “pasado”. Le di una probadita y sabía a jabón de tocador de la marca LUX.
Se los comenté a las personas que estaban a mi lado, quienes por curiosidad revisaron la fecha de caducidad… y resulta que también habían caducado meses antes. El escándalo cundió y la fiesta medio se aguadó.
Llegué a la conclusión de que algunos comerciantes no le pierden. Sacan a la venta los productos caducados o a punto de caducar en fechas y celebraciones de mucho consumo. Como en las fiestas decembrinas o el 14 de febrero.
Desde entonces, cada vez que voy a comprar algo, reviso las fechas de caducidad de los productos. Me he encontrado con algunos ya caducados, tanto en las tienditas de la esquina como en los centros comerciales.