POR ANTONIO SÁNCHEZ MOLLEDO, CRONISTA OFICIAL DE MALANQUILLA (ZARAGOZA).
La Palma, la Isla Bonita del archipiélago canario, ha saltado a los medios en los últimos tiempos por la erupción de un volcán que nos tuvo en vilo durante un año, pero La Palma es tierra de volcanes, de ceniza y lava ganada al mar sobre la que se asientan enormes plataneras que se alimentan de sus nutrientes. Toda una sinfonía de vida, aunque en ocasiones acaben con ella, que forma parte de la historia de la Isla y de su propia existencia.
Personalmente soy un enamorado de Canarias a donde viajo cada vez que puedo. Es un paraíso de España del que tenemos que sentirnos orgullosos y disfrutarlo, bien lo saben los miles y miles de turistas europeos que las visitan cada año. La Palma, tras la devastadora erupción del volcán, necesita volver a retomar la normalidad y esa normalidad pasa por recibir con los brazos abiertos a quienes desde fuera deseamos nutrirnos de su tranquilidad, de sus colores negros y azules, de su gastronomía y de un clima primaveral durante todo el año.