POR FULGENCIO SAURA MIRA, CRONISTA OFICIAL DE FORTUNA Y ALCANTARILLA (MURCIA)
Es bueno, cuando el Museo alcantarillero va a homenajear a los directores que por él pasaron con una placa distintiva, insistir en la importancia de este espacio donde mora el espíritu de nuestra amada huerta murciana, cita necesario de los espíritus sensibles que cada vez que pasan por sus salas reciben el mensaje de lo que fuera el paisaje que rodeaba a la ciudad, como dijera don José Ballester defensor a ultranza de lo murciano. Desde los objetos que obran en este recinto de la cultura se abren sentimientos que nos llevan a aquellos ritmos de vida del huertano cavador pendiente siempre de su familia, mirando cada día al cielo para advertir si llega el agua tan necesaria, como temiendo la presencia de las nubes que amenazan desastres en sus cosechas, como bien sufrieron en tiempos pasado, cual la famosa riada de 1879 que conmovió al mundo. Pues que la presencia de la barraca, la Rueda y el Monumento al huertano que obra en el recinto museístico es suficiente para entender la vida de nuestros antepasados, su trabajo y costumbres que las peñas huertanas tratan de recuperar como sus bailes y canciones que nos emocionan con sus actuaciones, Y no es de menos vigor aspirar el olor de las rosas y naranjos que decoran este lugar ameno, que dirían los clásicos, espacio donde tantos momento de deleite hemos pasado en nuestra etapa como director del Museo en los años setenta del siglo pasado.
Nos precedieron dos directores que tuve el honor de conocer: Joaquín Martínez López y el pintor de Alcantarilla Mariano Ballester, ambos ilustrados en este oficio museístico, uno funcionario del Ayuntamiento tan competente como dedicado a poner en marcha e incrementar el Museo de objetos y enseres básicos en el actuar del huertano bajo las directrices del eminente Don Jorge Aragoneses autor de una Guía sobre el Museo, alma que fuera de su ubicación en lugar tan agradable. Don Mariano Ballester pintor reconocido imprime al Museo un aliento en sintonía con su personalidad secundando la valía de las tradiciones recogiendo los elementos característicos de la industria de Alcantarilla, persona amable con el que trabajamos en la recuperación de la Casa de la Inquisición de la villa, hoy monumento local. Su fallecimiento dejó un vacio en la dirección suplida por el nombramiento de quien escribe en un periodo vidrioso hasta el año ochenta, pues se hizo lo que se pudo en el intento de darle vida al recinto recuperando una aceña y el juego de Bolos con intervenciones regionales. Lo más importante fue creación de la revista Cangilón, alabada entre otros personajes por Isidoro Reverte, Muñoz Cortes. Juan Estremera, Torres Fontes, que nos animaron a continuar con el proyecto, incrementando los estudios etnográficos sobre la huerta.
Circunstancias personales nos hizo dejar la dirección del Museo de la Huerta con lo que ello significaba, aunque siguiendo con la dirección de la revista lanzando con la ayuda de mi admirado y amigo Angel Luis Riquelme Manzanera, unos treinta ejemplares donde colaboraban especialistas en la ciencia etnológica. Es precisamente Riquelme Manzanera quien nos sustituye en la dirección del Museo, en una brillante labor que sería largo consignar, dándole el prestigio que hoy tiene creando áreas de estudio, incrementando salas como la dedicada a la Farmacia, con la colaboración del llorado y culto don José Antonio Caride de Liñan recientemente fallecido.
En la actualidad el Museo mantiene otros criterios en un ánimo de renovación y ampliación de recursos y divulgación de la misma revista, bien dirigida, y con plumas de expertos que muestran otro sesgo en la defensa de las tradiciones, superando etapas anteriores, bajo la tutela de su anterior presidente D. Pedro Marín, huertano de pro.
La Asociación de Amigos del Museo de la Huerta viene colaborando desde hace años en el desenvolvimiento del Museo, ha sido y es un instrumento de promoción del mismo dándole vida, ello mediante una serie de actos en defensa de nuestras tradiciones como la creación de un premio anual al personaje huertano o institución destacada en la defensa y difusión de los valores huertanos. Ello significa que tal entidad se encarga de revitalizar este recinto de la cultura con festivales y conferencias como remodelando las tradicionales salas posibilitando, el acercamiento a un turista cada vez más interesado en conocer nuestro paisaje y sus costumbres, amén de gozar de un clima tan benigno.
Sin duda la huerta representa un patrimonio fundamental de esta ciudad donde el río Segura riega sus tierras a la manera de los musulmanes que ya en el siglo IX dejan su impronta, sus recias normas en materia de riegos a través de las acequias mayores procedentes de la Contraparada, en bifurcación de acequias que llegan a toda la huerta hermoseada con ruedas y aceñas, molinos y almazaras. Es la huerta un mosaico de verde y agua que elevan los cangilones de las ruedas hidráulicas conformando un vergel , orgullo de la tierra amada por sus poetas y pintores que como Vicente Medina o Pedro Flores dejan su semblanza en textos y lienzos relatando un tiempo brillante de la cultura murciana.
Desde estos parágrafos se ha de recuperar sus valores plásticos y de todo orden incrementando las aportaciones de organismos como el Ayuntamiento de Alcantarilla, que en los últimos años se ha dado cuenta de la excelencia de su Museo como cita indiscutible de los amantes del paisaje huertano, siendo un factor importante en su desarrollo que se delata en una adaptación de aquel a un entorno que configura unos arcos de índole romano como un hito que embellece el lugar, centrando la historia de la villa en lo que fue la estancia romana en este entorno.
No podemos por menos que, desde estas líneas agradecer a la Agrupación de Amigos del Museo de la Huerta el homenaje que se nos otorga a quienes ostentamos su dirección en momentos puntuales partiendo de la ilusión de un alcalde como Diego Riquelme capaz de hacer realidad una quimera, ello con la intervención de D. Jorge Aragoneses, museólogo de gran prestigio. Nosotros hicimos en su momento lo que se pudo, dar a conocer los valores de la huerta, escribir sobre ella y pintarla, sobre todo vivirla desde dentro pateando sus carriles, tomando contacto con sus personajes junto a la acequia, partidor y landrona que formaba parte del patrimonio huertano. Y es así que como diría Vicente Medina: ¡ es el mentarme la huerta/ como mentarme la gloria!.
FUENTE: EL CRONISTA