POR AGUSTÍN DE LAS HERAS MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE VALDEPIELAGOS (MADRID)
Imaginad que pudiéramos viajar en el tiempo. Que apretando un simple botón o abriendo las páginas de un libro nos trasladáramos a 1801. El año que Valdepiélagos se convirtió en Villa. El año que Goya pintó «La maja desnuda» y que Ludwig van Beethoven creó la sonata «Claro de luna», y os encontráis en las calles de Valdepiélagos. Nadie os ve. Es el año que Valdepiélagos se exime de Talamanca y de su Fuero, aquel que en 1223, el arzobispo Rodrigo Jiménez de Rada concedió a ésta y a sus aldeas hace 800 años.
Empezáis a caminar por la calle de la Escarcha. Aquí vive Gerónimo Frutos, jornalero, casado con Rufina López, sin hijos. Y en la casa inmediata, José Alonso, casado con Josefa González, con tres hijos menores. Sigue la de José Hernández, el maestro herrador, casado con Valentina y sin hijos. Y la del viudo de Felipa López, Rafael Moreno, con dos hijos menores. Al lado hay una casa donde vive Lorenzo Amor, casado con Juliana Antonio, con tres hijos menores. Lorenzo es sirviente de Andrés de Frutos. Pegados a ella vive Juana de Frutos, viuda de Juan Amor, con un hijo ya mayor de edad que la cuida. Más allá, la casa de Feliciano López, sin hijos y casado con María Moreno. Y la de Antonio López, casado con Inés y con tres hijos menores. En esa misma calle vivían Gregorio Pascual casado con Gerónima y con dos niños pequeños.
A continuación cogemos por la calle Mayor, el tramo que sale a Mesones donde tienen casas, Nemesio Frutos, viudo de Jacinta López, con dos menores; Felix Frutos, mayor de edad, soltero, que vive con su hermana Ana de Frutos, mayor de edad; la casa de Bartolomé Pascual, viudo de Francisca González, sin hijos; Bernardino Hortega, casado con Antonia Pascual, con una hija menor; Manuel González Romero, casado con María Sanz y sin hijos, que comparten habitación con Andrés González, casado con Cayetana Sanz, sin hijos, que están próximos a mudarse a una de las casas de su padre, con lo que se daría de alta como vecino. En esta calle también vive Joaquín Gil, viudo de María González, con tres hijos menores, junto a la casa de Ventura Pascual, casado con Manuela Martín y con cuatro hijos menores. Y también tenían casa la viuda de Manuel Vicente, Juliana Antonio, con dos hijos menores y que vivía de limosna. A continuación vive otro maestro herrero y soltero, José Espinosa, que convivía en la misma casa con Juan García casado con María Espinosa, forasteros que no cuentan como vecinos; Andrés de Frutos viudo de Ana Sanz, con un hijo menor y en compañía de Juan López casado con Aurelana de Frutos, que le sirven de asistentes y no contaban
tampoco como vecinos; Francisco Sierra, casado con Gervasia de Frutos, sin hijos; María de Frutos, viuda de Juan López, con dos hijos menores; Francisco Marín, casado con Benita Puentes, con tres hijos menores; Juan
de Frutos casado con Isabel Redondo, con siete hijos menores; FranciscoSanz casado con Facunda Frutos, con dos hijos menores y en esta misma casa viven Antonio González casado con María de Frutos, sin hijos, pero ambos vecinos. Y por último la casa de Guillermo Frutos, casado con Francisca Moreno, con un hijo menor.
Y volvéis al presente. Y nadie que os he nombrado vive. Y nadie les recuerda. Pero aquel año recorrían sus calles. E intentaban sobrevivir, y trabajaban, y amaban, y arropaban a los suyos y sufrían por ellos.
Y no merecen ser olvidados
Gracias a los libros que tenemos en Valdepiélagos hemos podido viajar al pasado.
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