POR FRANCISCO JOSÉ ROZADA MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE PARRES-ARRIONDAS (ASTURIAS).
Muy buenas tardes a todas y a todos: Aquí estáis reunidos un año más a comienzos de julio, como vuestros antepasados lo hicieron durante muchísimos años.
Acabáis de celebrar una misa en memoria de quienes contribuyeron a dar vida y a mantener este entrañable lugar en el que hace 175 años -como dejó escrito Pascual Madoz- había abundancia de: maíz, escanda, lino, lana, patatas, nabos, calabazas, habas, castañas, nueces, avellanas, guindas, ciruelas, higos y uvas.
Tierras estas donde se criaba ganado vacuno y caballar de poca alzada pero muy fino, así como ganado de cerda, lanar y cabrío, con abundante caza mayor y menor, además de pesca de truchas y anguilas.
Ciento ochenta cabezas de familia con un total de ochocientas veinte personas (almas decían en aquellos años) poblaban esta feligresía, que ahora apenas llegan a trescientas, de las cuales son noventa los vecinos que estáis censados en Collía.
Nada menos que catorce molinos harineros y tres batanes había en estos lugares cercanos, donde el trabajo en las tierras y los montes cercanos era notable, montes de los que se extraía madera para la construcción de barcos destinados a la Marina Real Española.
De sus limitados ingresos los vecinos debían restar el diezmo, que -como es sabido- era la décima parte que debían pagar a la Iglesia sobre maíz, escanda, tocino, huevos y salmones, mientras los taberneros debían abonarlo en dinero, según el consumo que tuviesen en su negocio. Una obligación diezmera que estuvo vigente hasta 1841.
Indagando -una vez más- en los archivos Histórico Diocesano de Oviedo e Histórico de Asturias hace apenas una semana, encontraba -en los libros en los que vuestra parroquia de Santo Tomás está registrada- datos que pueden remontarnos hasta el año 1646, donde bautizados, confirmados, casados y difuntos fueron dejando memoria escrita desde hace más de esos trescientos setenta y cinco años.
La Cofradía de Ntra. Señora del Rosario está fechada en esta parroquia desde el año 1729 y a ella se alude muchas veces, incluso antes que en Arriondas, donde se fundó treinta y un años después y cuya fiesta se celebraba al comienzo de octubre en la parroquia, en Cuadroveña.
Por cierto que en los libros de 1666 y de 1730 se cita a esta parroquia como Santo Thomás de Bodes, donde puede haber estado la iglesia primitiva, porque la nueva iglesia esperó aún más de siglo y medio en ser una realidad; recordemos que en el imafronte o fachada principal de la actual iglesia parroquial que ahora conocemos hay una inscripción bajo la ventana central en la que se puede leer: “Don Juan Antonio Jove me hizo. Año de 1831”.
En esta parroquia hubo una Obra Pía de carácter benéfico fundada por Gaspar Martínez, pues está datada una escritura de venta de censo a favor de la misma por Domingo del Cueto y otros hace tres siglos, exactamente un 11 de febrero de 1723.
Centrémonos ahora en la Virgen de los Remedios y observemos qué se escribía sobre ella el 23 de junio de 1859.
Anota el párroco -Leonardo Pertierra Hevia- que había comprado en la conocida Casa de la Torre, en Las Arriondas, 30 libras de aceite que le costaron 74 reales, destinadas para alumbrar el Santísimo Sacramento.
El 28 de junio de 1878 quedó registrado que se trajo de Lourdes una cocha fina para bautizar, que allí costó trece reales, y que se adquirió el aceite para el Santísimo, pero en este caso en el comercio de don Manuel Blanco de Las Arriondas (fundador del comercio “La Fortuna” que sigue en el mismo sitio) y que fue don José del Llano, de aquí, de Collía, el encargado de hacer el atril de pie de la iglesia en la última mitad del siglo XIX.
Un siglo después -el 22 de noviembre de 1883- encontramos una curiosa anotación según la cual se deja constancia de que la imagen de la Virgen era de vestir, pues apuntan que gastaron 1.075 reales, de los cuales pagaron 170 de las cuentas del santuario, añadiendo que -según orden del Sr. cura párroco de Sto. Tomás de Collía- habían recibido del Sr. D. Venancio Pando -del famoso comercio del mismo nombre de las Arriondas- los 1.075 reales, por un vestido, pendientes, peluca, ropa interior de la imagen de la Virgen y del vestido del Niño Jesús de la misma.
Ese dinero le fue entregado a don Agustín Méndez y Fernández, de la calle Rosal 59 de Oviedo, donde parece que se habían adquirido las piezas antes citadas.
Como es sabido, don Venancio Pando y Cuervo nació en Trespiñera (en esta parroquia de Santo Tomás de Collía) en 1834 y -junto con sus hermanos Nemesio, Benigno y Cristóbal- marchó a la emigración, haciendo negocios en Cuba y Filipinas, regresando a Arriondas, donde todos ellos abrieron sendos negocios. Venancio se casó con Lorenza del Valle y González y tuvieron dos hijos: Dolores y Emilio.
Hace 116 años (era el 13 de enero de 1907) que el arcipreste anotaba los elementos que había en la capilla de los Remedios -según le había comunicado el capellán- tales como una sabanilla cubre piedra de ara, dos más con puntilla y otra buena no presentada, dos amitos, dos cíngulos, cuatro purificadores, tres casullas (una blanca, otra encarnada y otra negra), un cáliz, dos candeleros de metal amarillo, un atril de madera, un confesonario fijo, dos cuadros de los sagrados corazones, unas andas para llevar las imágenes, una lámpara de metal en ruin estado, etc.
Antes hablaba de don Nemesio Pando -también del comercio de Arriondas, concretamente de “La Palma”- pues se hace notar que le pagaron 21 pts. por dos docenas y media de tablillas machi-hembradas para el cielo raso de la capilla (que era de cal y arena y se había desprendido), con seis tablones de pino que sumaron 19 pts., más 8 reales por el transporte en un carro.
Todo desaparecería con la Guerra Civil Española, puesto que esta capilla de los Remedios de Collía -tal y como la vemos ahora- data del año 1939.
Sobre aquellos años terribles no entraremos en detalle, porque si todas las guerras son horrendas, las civiles aún lo son más.
Aunque no debiera olvidar al cura de aquellos días, don José María Poo Ruiz, que habrá presidido esta fiesta antes y después de la guerra, porque su caso es digno de memoria.
Entre el mes de julio de 1936 y junio del año siguiente fue detenido tres veces, pasando varias jornadas en el edificio indiano de Arriondas llamado “Villa Isolina”, pero conocido por todos como “La Teyería”.
Tras la tercera detención fue condenado a fortificar en la carretera de El Pontón, donde fue tratado con cierta consideración al nombrarlo listero de los trabajadores.
Un amigo suyo republicano le sacó de la “lista negra” -según contó después el cura- y tras la entrada de las tropas nacionales fue ese mismo amigo quien le pidió que le devolviese el favor, acogiendo en su casa rectoral de Collía al hijo del mismo, muy buscado por la Guardia Civil.
El párroco no lo dudó y lo acogió en su casa desde diciembre de 1937 hasta febrero de 1938.
Pero al descubrirse fueron detenidos, tanto el republicano como el párroco que lo acogía.
Tras esta cuarta detención fue llevado a la Residencia de los Jesuitas de Gijón, desde donde acabó consiguiendo la libertad gracias a la mediación de otro amigo, don Joaquín Iglesias, después canónigo de Covadonga.
El vecino de Collía detenido -de 34 años y miembro de PCE- fue acusado de rebelión militar y ejecutado el día 10 de julio de 1938.
José María Poo Ruiz viviría ejerciendo su ministerio sacerdotal hasta el año 1974.
Recorrer las páginas de este tipo de libros (y dejarse muchas veces las pestañas en desentrañar lo que está escrito) es de veras apasionante. Al menos a mí me produce una emoción especial cuando me encuentro con ciertos datos y sucesos.
Volvamos ahora al tiempo que nos ha tocado en suerte, siempre con la duda de lo que ocurrirá dentro de algunos siglos más, algo inimaginable para nosotros, como nuestros ancestros jamás imaginaron un avión, un televisor, un teléfono, un coche y ni tan siquiera la energía eléctrica.
Vivir el presente será -primero- darle gracias a la Virgen de los Remedios por tantas cosas que tenemos y que no valoramos lo suficiente hasta que las perdemos y -asimismo- rogarle que nos libre de la dejadez y el pasotismo, del sálvese quien pueda, de la insolidaridad y del racismo, de la envidia y del egoísmo, así como de tantas formas de maldad como en el mundo existen.
Una comunidad vecinal auténtica no es fácil de hallar. En ella, la persona parece que sufre una merma o disminución sicológica al incorporarse al grupo, pero ocurre exactamente lo contrario, ya que cada componente de esa sociedad la enriquece con su aportación y -a la vez- se enriquece con la de los demás. Las comunidades rurales sois en no pocos casos las que sostenéis la actividad de trabajo, cooperación o cultura que va quedando tan reducida en nuestros pueblos.
El movimiento asociativo de pueblos como este debiera de ser prioritario para poder llevar a cabo proyectos e iniciativas que de otra manera quedarían en el olvido, o en un deseo no posible de llevar a buen término. Desde hace muchos años aquí han venido a postrarse miles de vecinos, peregrinos, necesitados, pobres y ricos, creyentes y escépticos, porque hay momentos en la vida que -frente al abatimiento, la consternación, la inquietud, la zozobra, la enfermedad, el desasosiego o la desesperación- sólo queda la confianza en que, la que celebráis como patrona y llamáis Señora de los Remedios, alivie los sinsabores que otras instancias no consiguen evitar o mitigar.
A Ntra. Sra. de los Remedios le pediremos -un año más- lo habitual en estos casos, salud para todos y trabajo para los que no dispongan de él y lo necesiten. Como los pueblos de este concejo son solidarios y no rivales entre sí, no olvidamos desde aquí enviar un saludo a la otra localidad donde también honran a la Virgen de los Remedios desde un día 2 de julio de 1664, de modo que mañana se cumplirán 359 años de su primera celebración en La Roza de Parres.
Rogaremos también para que los que sigan en el futuro habitando estos pueblos no pierdan las tradiciones que les dejamos, como nosotros hacemos con las que nos legaron nuestros antepasados.
Que nunca falte al menos un gaitero y un tamborilero alrededor de la antigua ermita o capilla, como fue siempre y, aunque los pueblos hayan venido a menos en su número de vecinos con relación a tiempos pasados, nunca se ha vivido como ahora, por lo que aquella expresión según la cual cualquier tiempo pasado fue mejor, la desmiente rotundamente todo lo que vemos, sentimos y vivimos.
Gracias a todos los que nos precedieron; a todos los que trabajaron por esta fiesta y por el pueblo en general, a todos los que -de forma desinteresada- prosiguen en esta labor con entusiasmo, ilusión y esfuerzo con el objetivo de que los demás podamos divertirnos en paz, de modo que estas pequeñas fiestas asturianas -llamadas de “prau”- sigan sobreviviendo a pesar de lo mermada que ha quedado la población en tantos pueblos, de modo que los que las siguen organizando se merecen todo nuestro aplauso, ya que no es poco el trabajo que se echan sobre sus hombros, a veces no bastante reconocido.
Gracias, por supuesto, por vuestra invitación para dar este primer pregón en vuestro día grande, así como a todos cuantos habéis venido a escuchar a este primer cronista del concejo.
Que todo siga siendo así por tiempo sin límite. Y ahora concluyamos con los vivas de rigor: ¡Viva la Virgen de los Remedios! ¡Viva Collía! ¡Viva Parres! ¡Vivan Asturias y España!
FUENTE: Francisco José Rozada Martínez, 1.º de julio de 2023