CUANDO LA CALOR AZOTA «ESTE INMENSO POZO DE CALCINACIÓN»
POR ANTONIO BOTÍAS SAUS, CRONISTA OFICIAL DE MURCIA.
Si aquella noche alguien hubiera ido buscar al señor obispo a su palacio, con todo lo reverendísimo que era, para encontrarlo no le sería necesario entrar al histórico edificio de Belluga. Porque desde fuera, con solo alzar la mirada, allí andaba el buen hombre durmiendo en el balcón. Aunque no a pierna suelta, pues tanto calor hizo en la madrugada del 29 de julio de 1876 que su eminencia ordenó que dispusieran para él una improvisada cama con vistas a la Catedral.