POR FRANCISCO JOSÉ ROZADA MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE PARRES-ARRIONDAS (ASTURIAS)

Un palacio rodeado de jardines al más puro estilo versallesco al que los hermanos Ezequiel (1828-1909) y Fortunato Selgas (1838-1921) -junto con las nueras de éste último- dieron vida y continúa dejando boquiabiertos a los visitantes.

Esta familia también costeó la magnífica iglesia dedicada a san Juan que se conserva en las inmediaciones del palacio, así como las escuelas cuya fundación admiró a toda Asturias y son actualmente uno de los institutos de educación secundaria más destacados del Principado.

Todos los visitantes quedamos admirados tras recorrer el palacio, jardines, pabellón de tapices, iglesia-panteón con su casa rectoral, museo escolar y otros, obra de los citados mecenas que mejor han ilustrado el espíritu filantrópico e ilustrado de aquella época, como sostienen desde la Fundación Selgas-Fagalde que vela por el mantenimiento de esta joya, no demasiado conocida en el Principado de Asturias a pesar de ser uno de los conjuntos arquitectónicos más importantes.

Asombra observar este conjunto ejemplar -dirigido entre los años 80 y 90 del siglo XIX por el propio Fortunato Selgas- donde se pueden admirar obras de los mejores pintores (Goya, El Greco, Carducho y otros), junto con muebles, porcelanas, candelabros, lámparas, cerámicas y una notable biblioteca, todo bajo el gusto ecléctico más elitista.

Los jardines (francés e inglés) de nueve hectáreas de La Quinta presentan una tipología muy poco frecuente en nuestro país y su paradigma fue el francés modelo versallesco; para conseguir el mismo la familia acudió a los afamados jardineros Rigoreau y Grandpont.

Tal vez por la generosa y altruista labor de mecenazgo de sus primitivos dueños que tanto hicieron por sus vecinos y por la localidad de Cudillero, el palacio -con todas las joyas que alberga- no sufrió daño alguno durante la Guerra Civil Española y, así, hoy podemos admirar esta admirable e histórica «isla de belleza”, como si volviésemos un siglo atrás en el tiempo.

Causa extrañeza que no haya sido hasta ahora cuando se haya comenzado a incoar -por parte de la Consejería del Cultura del Principado de Asturias- el procedimiento administrativo para convertir este recinto en Bien de Interés Cultural, trámite que puede alargarse un máximo de dos años.