POR ANTONIO MARCHAMALO SÁNCHEZ , CRONISTA OFICIAL DE HUMANES Y SUS AGREGADOS (GUADALAJARA)
El pasado día 6 de mayo de 2023 el corazón del pintor conquense Aurelio Cabañas González (Yeyo), de apenas 62 años -había nacido el 14 de enero de 1961- se cansó de latir de forma irreversible. Era Profesor de Enseñanza Secundaria en el Instituto de Enseñanza Secundaria “Serranía Baja” de Landete, donde vivía, trabajaba y ha fallecido antes de tiempo.
A nuestros lectores de hoy ese nombre no les dirá nada, pero los más mayores es posible que identifiquen a este extraordinario artista, nacido en Cuenca, que debutó en Alcalá de Henares cuando tenía 13 años.
Cuando en 1975 vio la luz mi primer libro bajo el título de Lee y recuerda conmigo: (historia de Alcalá de Henares para niños), Madrid, Editorial Alpuerto, Alcalá de Henares había llegado a un punto muy elevado de su expansión demográfica. Existía en los ambientes culturales de la ciudad complutense verdadera preocupación por facilitar la integración de la numerosa población inmigrante en los esquemas anticuados de una sociedad anquilosada sobre las ruinas de su glorioso pasado.
Pareció entonces que un camino válido sería hacer llegar a los niños en edad escolar un conocimiento básico de la gran historia de Alcalá en un intento de despertar en ellos el interés por la historia y por las viejas piedras de su nueva ciudad. El germen de la idea surgió en el seno de Juventudes Musicales de Alcalá, dirigida entonces por el historiador complutense Ramón González Navarro. La Editorial Alpuerto, creyó en el proyecto, yo también creí en él, y de esta mezcla de amistad, música, historia, arte y fe en una idea nació aquel libro que presentamos al público en la histórica Sala de Arte Capitel de la Calle Mayor alcalaína, un centro convergente de cultura, que cerró sus puertas en 2011 al jubilarse su propietario el pintor Modesto Quijada.
La realización material de la obra tuvo lugar a lo largo de 1974 en Cuenca, la patria del arzobispo Carrillo y de la familia de Yeyo, donde por azares de una oposición me encontraba destinado. Tuvimos entonces la gran fortuna de contar con un equipo excepcional de ilustradores: mientras las ilustraciones, digamos serias, que dan entrada a los diferentes capítulos fueron obra del gran dibujante complutense Modesto Quijada, los graciosos dibujos intercalados en el texto fueron creados por un niño de Cuenca que solamente tenía 13 años y firmó Yeyo. Su nombre real era Aurelio Cabañas González y tras licenciarse en Bellas Artes en la Universidad de Valencia fue un gran profesor de dibujo.
Los dibujos -monos decía él- de Yeyo fueron el mayor mérito del libro y también su mayor atractivo. Nieto, sobrino e hijo de una saga de músicos y pintores conquenses “Los Cabañas”, tuve la fortuna de conocerle a través de su padre que me honraba con su amistad, y cuando a Yeyo le propuse ilustrar el libro que estaba naciendo aceptó inmediatamente. La única condición fue que yo le dijera el guion de las ilustraciones y el pondría su imaginación y sus colores.
No hubo que repetir ningún dibujo. Todos eran geniales, con una personalidad que ya desvelaba el gran pintor que luego fue: y de su mano salieron unas increíbles figuras de Cisneros, Lutero, Carlos II, gentes del pueblo, universitarios, curas…. Cada viñeta incluía un perrito que acompañaba la escena. Me dijo Yeyo: “ese perrito representa al pueblo de Alcalá y vive su historia con los personajes”. En el mes de julio de 1975, el crítico de libros de Radio Nacional de España, José María Gárate Córdoba, comentó nuestro libro y dijo en su programa radiofónico:
“Yeyo es una maravilla, sin despreciar a los otros ilustradores. Tiene algo de Mingote, pero su trazo personal y firme, su perfecta captación del gesto en lo que tiene de humorístico, incluso dando sorna al paleto o ironía al pillo solo con torcerles la mirada y la boca a un lado u otro, revela que no sería artista si se limitase a copiar”.
Pero las grandes sorpresas empezaron después, cuando al poco tiempo, se había agotado aquella edición que constaba de 3.000 ejemplares. No sé cómo pudo suceder, pero es un hecho cierto que yo mismo no conservo ningún ejemplar de aquella primera edición, que fue objeto incluso de un Trabajo Fin de Carrera en la Escuela de Magisterio de Madrid. La Editorial Alpuerto, lanzó en 1989 una segunda edición, también de 3.000 ejemplares, que como había sucedido con la primera también se agotó. Como hay gente para todo, los que se dedican a contar esas cosas me dijeron que aquél mi primer libro ha sido el más vendido de la bibliografía sobre Alcalá de Henares de todos los tiempos. Vayan ustedes a saber si es cierto, pero puedo asegurarles que de la treintena de libros de historia que he publicado desde entonces hasta hoy, ninguno ha tenido un éxito de ventas semejante.
Aunque el tiempo ha pasado por Cuenca, por Alcalá, por el libro y por sus autores varios historiadores complutenses mayores, algunos hoy bastante conocidos, hace poco me confesaron que por los dibujos de Yeyo en este libro comenzó su interés por la historia de su ciudad. No debo revelar su nombre, pero por fortuna para Alcalá y para su cultura, trabajan aún entre nosotros. También en los círculos culturales de la ciudad del Júcar se recuerda aquel evento.
De este modo callado Aurelio Cabañas “Yeyo” quedó vinculado a los 13 años con Alcalá de Henares para siempre. Y nos regaló una de sus mejores obras. Luego, cuando se hizo mayor, vendrían sus estudios complementarios en la Academia Rafaello de Urbino y en la Scuola Internazionale di Grafica de Venecia, sus 23 exitosas exposiciones, sus premios en los Concursos Nacionales de Pintura San Roque de Landete, el Premio de adquisición en la XXIV edición del Certamen Nacional de Pintura «José Sequí» de Tarancón (Cuenca)y en 2009 el Primer Premio en la V Edición del Premio de Pintura Muface.
Hoy Yeyo ha cerrado sus carpetas, ha cogido sus colores y con ellos se ha marchado al Más Allá a seguir pintando sus monos complutenses junto a su abuelo el compositor Maestro Nicolás Cabañas Palomo, su padre el pintor Aurelio Cabañas Cabeza, su tío, el magnífico acuarelista Alfonso que sin duda le habrán recibido con todo su amor. También le habrán recibido los eximios pintores complutenses Félix Yuste y Manolo Revilla, y le habrá bendecido el arzobispo de Toledo Alfonso Carrillo de Acuña, autor de la unidad de España, nacido en Carrascosa del Campo. Todos ellos, también en el Más Allá han hermanado las dos ciudades.
Sirvan estas líneas de modesto homenaje a mi pequeño amigo que un día tendió a golpes de genialidad un puente de fraternidad entre el arte de Cuenca y el de Alcalá de Henares. Yo simplemente fui un testigo más de que en un frío invierno de Cuenca, Yeyo regaló lo mejor de su arte para dejarlo, enamorando Historia, en miles de casas complutenses. Y por ser de hacer en Justicia así aquí lo certifico.
FUENTE: A.M.