UNA ERMITA PERDIDA
Oct 11 2014

POR ANTONIO LUIS GALIANO, CRONISTA OFICIAL DE ORIHUELA

Ruinas de la ermita. / Foto C. Illescas
Ruinas de la ermita. / Foto C. Illescas

Dentro de aquellos que a lo largo de la Historia prestaron atención a la ciudad de Orihuela, en muchas ocasiones hemos citado a Josef Montesinos Pérez Martínez de Orumbella, maestro en Artes y catedrático de Latinidad en su Universidad. Nació en esta tierra, el 5 de julio de 1745 y falleció en la misma en 1828. A él debemos una serie de obras sobre su historia, como el ‘Compendio Histórico Oriolano’ en veinte tomos perteneciente a la Caja Rural Central y ‘Blasones Oriolanos’ procedente del Fondo Episcopal en el Archivo Diocesano de Orihuela, así como la obra en cinco tomos dedicada a la Escuela de Cristo, titulada ‘Místicas flores de el precioso jardín de Jesu Christo; plantadas por el extatico y metifluo Padre San Felipe Neri’, del Fondo Cabildo Catedral en el último de estos archivos.

En la primera obra citada, en su Tomo V, capítulos 19 y 20, escritos en 1792, presta su atención desde el folio 487 al 526 a la ermita de la Santa Cruz y Nuestra Señora del Pilar, y a la Real Congregación de Nuestra Señora del Pilar contra el Pecado Mortal. De ellas, vamos a tratar sobre la primera, teniendo en cuenta, que si bien algunos referencias relativas a las primitivas ermitas que existieron bajo dichas advocaciones son a través de fuentes indirectas, lo referente a la última, los datos que maneja son prácticamente coetáneos al mismo, presentando por tanto bastante fiabilidad. El historiador nos habla de tres ermitas construidas en 1526, 1675 y 1721, dando cuenta de la colocación de las primeras piedras y bendición de las mismas, actos celebrados, destrucción de las dos primeras y su descripción interior. De la tercera nos presenta sus capillas y advocaciones a las que estaban dedicadas, alhajas que poseían y cultos que se celebraban, referenciando el orden en que se efectuaba la procesión que, desde la misma salía el Jueves Santo por la tarde, y de la que dio cuenta en su momento Javier Sánchez Portas.

Sirva este documento para un mayor conocimiento de aquella ermita enclavada en el Barrio Nuevo, derribada totalmente en los primeros años de los setenta del siglo XX, y vuelta a construir en a finales del siglo pasado por iniciativa de un grupo de vecinos. La obra de la ermita que había sido construida en 1675, veinticuatro años después comenzó a quebrantarse y debido a las lluvias abundantes en el año 1699, se vino a tierra. Para salvaguardar las imágenes y la campana se depositaron en el domicilio de Eusebio Gómez, que vivía frontero a la ermita. Aunque en principio se pensó en su reconstrucción, debido a que en los años siguientes hubo algunos brotes pestilentes, y la economía municipal no estaba muy boyante, así como el desarrollo de la Guerra de Sucesión, hubo que desistir de volver a levantar edificio, y su solar pasó a ser destinado para la enseñanza de niños y juego público de bolas.

Una vez establecido el Nuevo Régimen y con la situación política más estabilizada, el canónigo Domingo Gómez, en 1721, promovió entre los vecinos del barrio una campaña para la reconstrucción de la ermita, utilizando para ello algunos fondos existentes en depósito del juego de las bolas, así como otras cantidades entregadas por algunos devotos de la Santísima Cruz y de María Santísima del Pilar. Asimismo, el canónigo ofreció la cantidad que faltase para construirla. La primera piedra se puso el 3 de mayo del citado año. A fin de dejar la calle del Barrio Nuevo más amplia, la obra se retranqueó hacia la peña, con lo cual al aprovecharla como cimiento los trabajos se adelantaron bastante, concluyéndose el 2 de mayo del año siguiente. En su tarde fue bendecida por el canónigo Antonio Bravo, previa licencia del obispo Salvador Rodríguez de Castelblanco. Los festejos que se celebraron con tal motivo durante tres días, contaron con la participación de la Capilla de Música de la Catedral y la concurrencia del Regimiento de Dragones de Tarragona, que se hallaba en la ciudad. La fachada y el interior de la iglesia estuvieron adornados con cortinas y espejos, así como con poesías alusivas. Entre ellas, algunas originales del médico José Paredes del Olmo, y del fraile mercedario fray Manuel Sánchez del Castellá. Todas las noches hubo actuación musical y en dos de sus tardes se corrió toro ensogado. El primer día propio de la Invención de la Santísima Cruz, 3 de mayo, sufragó la fiesta el canónigo Domingo Gómez, ofició la misa el consultor del Santo Oficio Damián Mira, y ocupó la Sagrada Cátedra, José Roldán, cura de la parroquial de San Martín de la villa de Callosa de Segura. La celebración religiosa en los dos días siguientes tuvo la misma solemnidad, dedicándose el panegírico del último día a glosar las virtudes de San Judas Tadeo. Es de destacar que en ella existía un lienzo del dicho apóstol de 10 palmos, atribuido por Montesinos a Urbino, y que fue donado por el ya citado canónigo Gómez. Este cuadro probablemente sea el que se expone en el Museo Diocesano de Arte Sacro. La ermita era pequeña, y a su distribución, altares, cultos y joyas le prestaremos atención en otra ocasión. Mientras, dejemos para el recuerdo estos apuntes sobre la ermita de la Santa Cruz y Nuestra Señora del Pilar, llevados de la mano de Josef Montesinos Pérez Martínez de Orumbella.

Fuente: http://www.laverdad.es/

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