POR MANUEL GARCÍA CIENFUEGOS, CRONISTA OFICIAL DE MONTIJO Y LOBÓN (BADAJOZ)
Se circunscribe en el territorio primigenio del Montijo santiaguista. Allí estuvo la Casa de la Encomienda, residencia de los Comendadores de la Orden Militar de Santiago. Sede encargada de administrar la jurisdicción territorial encomendada. Frente a ella el Hospital de Pobres. La iglesia de San Isidro, primera parroquia hasta ahora documentada, luego emita y casa-granero de los Portocarrero. Levantándose a finales del siglo XV la iglesia de San Pedro Apóstol, con sucesivas ampliaciones posteriores.
Don Pedro Portocarrero, marqués de Villanueva del Fresno, adquirió por su venta, en 1551, la Encomienda santiaguista, siendo primer señor de Montijo. Un decreto de Felipe III en 1599 convirtió el señorío en condado. Los Portocarrero remodelaron la vieja casa de la Encomienda en una casona de labranza con aires palaciegos. Los III y IV condes, al residir en ella, fueron los que más reformas hicieron, buscando su embellecimiento.
Tras la marcha a la corte del V conde la casa-palacio pasó a ser residencia de algunos de sus administradores. En ella vivió por destierro de Godoy, durante unos meses, la VI condesa, María Francisca de Sales Portocarrero. En el siglo XIX fue vendida y alquilada por el Ayuntamiento para instalarse en ella la Casa-Cuartel de la Guardia Civil. A mediados de los años setenta del pasado siglo, la piqueta demolió la histórica casona de los Montijo, dando origen a la urbanización Huerta del Conde.
Aquel corazón santiaguista, maltratado en los monumentos que tuvo con sabor a historia, acogía también la Plaza de las Cocheras. Nominada así por estar en ella dependencias de la servidumbre de los Condes. A finales de 1928 el Ayuntamiento, sobre el espacio de Las Cocheras, aprobó edificar una Plaza-Mercado de Abastos. Fue proyectada por el arquitecto Fernando Echeverría Barrios, inaugurándose en 1932. Los años trajeron su derribo para construirse el actual Teatro Municipal, según proyecto de los arquitectos Vicente Lavado Lozano y Francisco del Río Arias, siendo alcaldesa Mercedes Molina Blanco (1999-2007). El pintor Alberto Pirrongelli, en 2018, efigió en dos murales, la historia del solar donde se asienta el Teatro y la evolución urbana de su entorno. Con alegorías a Terpsícore, musa de la danza y el canto coral, y a los padres de la agricultura, presididos por la diosa Ceres.
En 1904 se levantó, en los límites de la Casa de los Condes, el Teatro Calderón de la Barca, por la inversión que hicieron veinte accionistas de familias acaudaladas. Desde 1908 fue alma de la Sociedad, el artista y empresario, Álvaro Torres Rodas, quien proyectó obras de teatro, zarzuela, varietés, bailes de sociedad, conciertos, copla, cante flamenco y, en 1914, las primeras proyecciones de cine mundo. Posteriormente cine sonoro y miles de películas. La Sociedad vendió el Teatro a un particular, siendo gestionado por los hermanos José y Juan Torres. A mediados de los años setenta del siglo pasado, cambió de funcionalidad al ser vendido. Desapareciendo aquel templo de la cultura.
Ejercita ahora la memoria cómo fue el territorio del Calderón de la Barca: “En su fachada tres puertas y tres ventanas ojivales. Arriba, en su frontispicio, un ojo de buey y la inscripción Teatro Calderón de la Barca. El telón, la concha, la pantalla y los genios del arte dramático, Calderón de la Barca y Lope de Vega. Sobre suelo de madera el patio de butacas. Arriba, gradas de madera sin respaldo. Su vestíbulo era ancho, elegante, y nada tenía que envidiar con los que lucían las salas de cine de la capital”.
En 2018, siendo alcalde Manuel Gómez Rodríguez y concejala de Cultura, María Jesús Rodríguez Villa, propusieron a la Corporación Municipal nominar al Teatro Municipal, con el de Teatro Nuevo Calderón. Rindiendo así homenaje al desaparecido teatro, muy presente en la memoria de Montijo. Al mismo tiempo deseaban con ello dar un paso en su objetivo de posicionar al Nuevo Calderón dentro y fuera de la región.