POR MANUEL LÓPEZ FERNÁNDEZ, CRONISTA OFICIAL DE VILLANUEVA DEL ARZOBISPO (JAÉN).
Recientemente se ha renovado el reloj de la villa, y se ha conservado la antigua maquinaria en exposición permanente en el patio central del Ayuntamiento. Antes han sucedido en la vida local varios episodios de la vida del reloj.
La historia y tradición nos acercan al reloj, como eje de la vida municipal. Encontré documentos que muestran las diferencias entre las autoridades civiles y eclesiásticas.
En mi recorrido por la iglesia de San Andrés, un viejo legajo del Archivo de la Catedral, que lo resumí “Corre el último día de enero de 1621, cuando surge el primer enfrentamiento, que recuerde por el reloj parroquial. Alonso Carretero, sacristán de la iglesia, declara que siendo domingo 31 de enero llegó a su casa D. Andrés de Moya, regidor que hacía el oficio de alcalde para que le diera las llaves de la iglesia para ver el reloj. Que cuando subí al campanario vio a D. Andrés de Moya con su hermano Francisco, un herrero, dos alguaciles y otras muchas personas, que tenían desarmado el reloj, sacado fuera de la casilla, sonde solía estar y puesto en medio del campanario y se lo querían llevar sin licencia ni orden. Llego el vicario, que dijo que como se atrevían a hacer esto sin licencia del Obispo, amenazándolos con la pena de excomunión. Tras muchos juramentos y votos de D. Andrés de Moya, dejaron el reloj en su lugar.
Toman declaración a numerosos testigos, afirmando algunos que el reloj hace 30 años ha estado en la iglesia y que no puede estar en otro sitio por ser el lugar más alto y donde se puede oír”.
Un enfrentamiento más reciente es de 1902: “El alcalde D. Luis Pedro Marín, ordenó desmontar la campana que estaba en uno de los castillos contiguos a la iglesia parroquial y la utilizó para el reloj público. El párroco D. Pedro Sáez de Santa María, da varios argumentos para demostrar que la citada campana pertenece a la iglesia y no al Ayuntamiento. Dice que en la citada campana hay una inscripción, en la que se puede leer: SANTO ANDREAS ORA PRO NOVIS, AÑO 1629. ILMO Y RVDO. CARDENAL D. BALTASAR DE MOSCOSO”.
Se escriben diversos oficios al Gobernador y al Obispo, que deben intervenir. Al final no se restituye la campana a su lugar. El enfrentamiento entre las autoridades civil y eclesiástica, se debió a un pleito por un entierro y el número de sacerdotes que debían asistir.
Las campanas de la iglesia también ha sido motivo de enfrentamientos entre las autoridades. En 1933, siendo párroco D. Matías Molina de la Poza, los concejales republicanos se quejaron del sonido de las campanas durante toda la noche, especialmente la noche de difuntos. El párroco recibe varios escritos prohibiéndole la utilización de las campanas. Su firme defensa no evita que los concejales controlen el tiempo de utilización de los toques para la llamada a misa o entierro.
FUENTE: CRONISTA
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