POR AGUSTÍN DE LAS HERAS MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE VALDEPIELAGOS (MADRID)
Recuerdo la primera vez que oí aquel sonido tan castellano.
Casose la prima de mi mujer, Rosa Mari, hija de Angelita y Adolfo, con Pedro, un buen mozo de San Leonardo, en mis años de noviazgo de mi mujer, y fuimos invitados a las bodas. Y digo bodas porque en nada desmerecieron de las de Camacho, en el Quijote, no sólo en duración sino en el tamaño del ágape. En el lagar de Quintanilla de Nuño Pedro alguien puso música y sonaban las melodías que salían por aquel instrumento de viento de lengueta doble de la familia del oboe y que en Soria, y en Castilla, tiene llaves en los agujeros. Hasta ocho llegó a poner el vallisoletano Angel Velasco a las dos iniciales que hubo en el siglo XIX. Luego en las dianas de las fiestas iba la dulzaina acompañada de tamboril que con los timbrazos correspondientes nos despertaban de la resaca. Así ha sucedido esta mañana.
El rio Pilde bajaba ese sonido en melodías que ahora escucho en Brazacorta, donde en dianas y procesiones envolvían el ambiente festivo para que no olvidaras dónde estabas.
Hace tiempo cayó en mis manos una publicación donde le daban nombre al primer gaitero (dulzainero) y tamborilero sorianos. En 1985, don Amando Represa, en un congreso internacional de «Los judios en la Historia de España» publicado dos años después por el Instituto de Estudios Manchegos nos hablaba de esto.
No sé el nombre de los dulzaineros de Quintanilla de Nuño Pedro ni de los de Brazacorta, pero estos se llamaban Martín Navarro y su hijo Juan, y declararon ante un tribunal volante de la Inquisición sobre un rito judio que escondían los conversos denominado de purificación de la novia tras la noche del día de una boda en Almazán. Esta costumbre consistía en la pureza legal sobre efusión de sangre, donde cuñada y madrina u otras mujeres, tras la primera noche nupcial obligaban al mozo a la continencia de varios días, vigilantes, sacando del lecho nupcial a la desposada y alejándola de su marido durante siete días. ¡Vaya infamia!
La Inquisición recogió el relato del dulzainero y tamborilero soriano, testigos, en febrero de 1501 sobre los hechos acaecidos en agosto de 1500.
«Martin, tamborino, abitante en la çibdad de Soria… dixo que este testigo fué a la villa de Almaçán a unas bodas de Alonso, tratante, christiano nuevo, vº de Almaçán, e la maneçer (sic), que fue lunes, -de la boda, este testigo e Juan Navarro, tañedor de dulçayna, fueron con la madrina de la novia a llevarle el almuerzo a los novios. E estando este testigo e su fijo presentes, la dicha madrina e otra su cuñada de la novia, tomaron la novia por los pies, de la cama, e sacaronla de la cama, e dexaron al novio solo con este testigo e su fijo, armosando. E este testigo dixo al novio ”que por qué lo consentya”. E le dixo el novio:
– Pues no me la an de dar en estos syete días.
E este testigo to·rnó el martes de mañana, e falló al dicho novio solo, porque miró la cama e no estava allí la novia. E le tornó a preguntar que “que hera de su muger” . E le dixo “que poquito avie que gela avian llevado”. E este testigo se levantó sobre los pies, por ver si avia dormido allí la novia, e non vido mas logar del suyo del novio.»
La del tañedor de dulzaina dice así:
«Juan Navarro, fijo de Martin, tamborino, v° de la çibdad de Soria, dixo que él e el dicho su padre fueron a la villa de Almaçán a unas bodas de Alonso, tratante, christiano nuevo, v° de Almaçán. E el lunes por la mañana de la dicha boda, este testigo e el dicho su padre e la madrina, fueron a dar el alborada e armuerzo a los novios, e como entraron, la dicha madrina sacó la novia por los pies de la cama, e la quitó al novio. E su padre deste testigo dixo al dicho novio “que porqué le avian quitado su muger”. E le respondió e dixo:
—No sé. Juro a Dios que no me la an de dar fasta syete dias.
E su padre deste testigo le dixo:
—¿No ves que´s heregia?
E le dixo “que no sabia, que no podia mas faser de lo que ellos fasian”»
En fin, ya es hora del vermú.