POR GABRIEL SEGURA HERRERO CRONISTA OFICIAL DE ELDA (ALICANTE)
A punto de cumplir 600 años de historia, la ciudad de Elda celebra el mercado semanal, de forma ininterrumpida, desde hace 597 años. El origen del mercado de Elda, no como edificio sino como evento comercial de compraventa de mercancías y bienes de consumo de primera necesidad tiene un origen medieval, del que pocos pueblos o ciudades pueden presumir.
Corría el año 1426. Hacía escasos 2 años que Ximén Pérez de Corella, copero y persona de máxima confianza del rey Alfonso V de Aragón había comprado la baronía de Elda (Elda-Salinas) a la reina viuda, Violante de Bar, por la inmensa suma de 43.000 florines de oro de Aragón. Pronto se procuró este caballero de la corte del Magnánimo de los favores reales para favorecer sus posesiones meridionales del reino de Valencia, para que éstas prosperaran y le produjeran sustanciosos ingresos económicos.
Así, estando el monarca en Valencia, verdadera capital comercial de la corona de Aragón durante todo el siglo XV, y a petición de su copero, el 5 de septiembre de 1426, hoy hace 597 años, concede a la villa de Elda el privilegio de celebrar un mercado, de forma perpetua, todos los viernes de cada semana. Mediante este privilegio el monarca otorgaba protección y salvaconducto real para todos los comerciantes, sus bienes y mercancías y cuantas personas que asistieran al mercado de Elda.
Durante gran parte de la Edad Media y Moderna el mercado de Elda fue de ámbito comarcal (Vall d’Elda), celebrándose desde 1426 en la plaza del ayuntamiento (o de Abajo) y en la plaza de Arriba hasta la inauguración del Mercado Central (1945) en los solares del Progreso. Momento en el que se varía y altera el tradicional día de celebración al incrementarse la necesidad de abastecimiento de una población cada vez mayor.
Era tal la ascendencia del señor de Elda sobre el monarca aragonés que está documentada la presencia del rey Alfonso V el Magnánimo en la villa de Elda durante los meses de marzo y abril de 1427, cuando acudió a cazar en compañía de su copero en “las pinadas eldenses”. Pero esa historia será cuestión de otra crónica…