POR JOSÉ MARÍA FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Se dice, se cuenta, que Asturias -y más concretamente El Entrego – es la cuna de las cebollas rellenas y se discute que si La Nina o La Conda fueron sus creadoras.
¡Hombre! , no pretendemos «quitar honores» a nadie; pero pongamos las cosas en su sitio.
El consumo de cebollas en Europa tiene antigüedad superior a los 4.000 años y su «llegada» a España debió realizarse con la de nuestros primeros pobladores.
Delicado Baeza, en «La lozana andaluza», pone esta frase en boca de Aldonza, madre de la protagonista: «Hija de Aldonza: la olla sin cebolla es como boda sin tamborín»; y Andrés de Laguna, traductor y comentarista de la obra de Dioscórides y médico del emperador Carlos V, nos confirma que «las cebollas todas son corrosivas y engendran ventosidades, dan gana de comer, adelgazan los gruesos humores, inducen sed, traen hastío y mundifican y ablandan el vientre».
Una de las recetas más antiguas que conozco relativa a preparación de cebollas rellenas data de 1767 y viene en el libro de Juan de Altimiras «Nuevo Arte de Cocina sacado de la Experiencia Económica».
Dice así: «Picarás la carne magra, la pondrás en una vasija con todas especias, pan rallado, sal, piñones, un poquito de queso; amasarás la pasta con huevos crudos a proporción de cada libra de carne ocho huevos, la sazonarás antes de hacer el relleno; de los huesos que quitaste y algo de tocino cocerás un agua y la espumarás; a las cebollas quitarás los cascos de dentro con punta de cuchillo; las irás rellenando y poniendo en vasija donde estén espaciosas; luego echarás el caldo de los huesos, las pondrás a cocer; y cocidas, echarás en salsa de avellanas tostadas, con unos huevos y un poco de agrio de limón. Son rellenos de mucha sustancia y gusto».
Estamos en un otoño que amenaza fríos y la cebolla, por su contenido en tiopropionaldehido, tiene propiedades anticatarrales.
¿Qué tal «unes cebollines rellenes» para combatir gripes, catarros, toses y malestares?
Pero, ¡0jo! sean moderados en su consumo; pues, como apunta Dioscórides, «comidas las cebollas en grande cantidad dan dolor de cabeza».
Ya lo saben.