POR LEOCADIO REDONDO ESPINA, CRONISTA OFICIAL DE LA NAVA (ASTURIAS)
Cuando esta mañana recibí la llamada de mi estimado amigo José María para darme la triste noticia de la falta de su padre, Obdulio, la mañana festiva y soleada cambió para mí por completo, al constatar dolorosamente, una vez más, que nuestra existencia es apenas un soplo en la inmensidad del tiempo, con un final anunciado que sabemos que puede ocurrir en cualquier momento, pero para el que, cuando llega, nunca estamos preparados.
Obdulio Álvarez González nació el 30 de septiembre de 1929 y, según mis datos, comenzó a trabajar en la Compañía de los Ferrocarriles Económicos de Asturias el 03.02.1947. Perteneció al Servicio de Movimiento, y fue Factor Autorizado en la estación de Nava durante bastantes años. Ya en FEVE, y como Inspector, formó parte del Departamento Comercial, en Oviedo.
Cabe añadir que Obdulio era hijo de ferroviario, de quién heredó el nombre, y de Teresa, y hermano de Braulio y de Luis, ferroviarios igualmente. También, en el campo político, fue miembro de la Corporación local desde 1971 a 1979, tras ser elegido en representación del Tercio Familiar.
Y comienzo diciendo que su falta me duele porque, de algún modo, Obdulio era algo especial para mí. Compañero del alma, compañero, tú sabes que contigo, con tu falta, se va, también, algo de mi vida, de mis recuerdos y mis afectos. Algo de mí, en definitiva y, además, irrecuperable.
Porque me diste la confianza y el apoyo que yo entonces necesitaba, como rapaz novato e inexperto que era, y eso, y tu nobleza al hacerlo, es algo que tendré presente hasta el último suspiro. Y quiso la vida que ese apoyo inicial se convirtiera, con el tiempo, en una amistad entrañable, e irrompible.
Hombre sensato y mentor prudente, de nuestra convivencia mantendré siempre vivo el recuerdo de tu talante moderado y dialogante, tus comentarios y tu sentido del humor, tan particular, pues hay cientos de anécdotas que lo acreditan, y tus lecturas, lo mismo que el estilo tan ágil que tenías para escribir.
Ahora, con tu falta, de aquella plantilla que trabajaba en la estación de Nava allá por mayo de 1964, y ya llovió desde entonces, me quedé solo para contarlo. Triste constatación, pues.
Pero nadie me podrá quitar la alegría de haberte conocido, y la inmensa suerte de ser tu amigo. Que la paz sea contigo y con tu espíritu, querido compañero.
FUENTE; L.R.E. Publicado en La Nueva España. Domingo, 10 septiembre 2023, página 11.