POR RICARDO GUERRA SANCHO, CRONISTA OFICIAL DE ARÉVALO (ÁVILA)
La semana pasada, coincidiendo con el cambio de estación, la Asociación Cultural La Queda nos obsequió con un gran espectáculo en el siempre extraordinario escenario de la Plaza de la Villa. Efectivamente, por segundo año consecutivo escenificaron el “Solsticio de Verano”, basado en un guion de Iván Antonio Enríquez, nuestro joven escritor que compartimos con Langa, un tema basado en los cuatro elementos de la naturaleza, el aire, el agua, la tierra y el fuego, con una muy buena puesta en escena, un gran escenario de media plaza con casi mil velas repartidas por las columnas de los soportales y el suelo, que convertían la plaza en un espacio mágico. Apenas tres altillos donde evolucionaron los personajes que representaron a los elementos y uno más para la narradora denominada “Bashag”. Una iluminación tenue, además de las velas, unos focos de ambiente mientras cada elemento evolucionaba acompañado de otros personajes. Especialmente espectacular fue la representación del fuego evolucionando con antorchas… Al final, los malos deseos escritos y depositados en la pira fueron pasto de las llamas de la hoguera final que llenó de su luz cálida toda la plaza… entonces, tanto los actores y figurantes, como el público que se quiso sumar, danzaron en corro en torno a fuego purificador.
Una demostración de que, sin muchos medios especiales, pero con el tesón y el trabajo en grupo, se consiguen cosas muy interesantes.
Operarios municipales me dijeron que había 450 sillas y groso modo otro tanto en lo que coloquialmente llamamos anfiteatro a las escalinatas de los soportales del sur de esta plaza, y en el lado este, con casi mil personas como espectadores. Con este espectáculo y la actuación de la Banda municipal de Música, se da por iniciado el verano cultural y musical en las llamadas “Noches de la Villa”
Muchas veces he escrito sobre la simbología del fuego, de las luminarias, en tiempos antiguos y actuales que rememoran tradiciones.
Pero, ineludiblemente esa noche mágica, mientras seguía esa representación, me llegaba a la mente aquellas descripciones protohistóricas o pre romanas de la vida de aquellos pueblos celtibéricos, los vettones, vacceos y arévacos, que las noches veraniegas de plenilunio danzaban en torno al fuego. Aquellos pueblos que había en estas tierras de la meseta y sus sierras cuando llegaron los romanos. Sus ritos ancestrales de culto a la naturaleza.
El mundo romano y su mitología, asimiló todo aquello romanizándolo. Lo mismo que ocurrió después con la llegada del cristianismo, que aprovecha y asimila al nuevo santoral unas fechas arraigadas y tenidas por mágicas. ¡Las hogueras de San Juan!
Hogueras de San Juan las hemos vivido en la calle de su mismo nombre hace años que ya eran la recuperación de otras épocas anteriores. Y hogueras enormes hemos visto en esta misma plaza por Las Candelas, en febrero, que casi se juntaba con la histórica y tradicional hoguera de Las Angustias. Pero también tengo documentadas las luminarias festivas taurinas, cuando se iluminaban las calles con pequeñas hogueras para iluminar el paso de los toros en encierros nocturnos… ritos y tradiciones heredadas, recreadas o iniciadas de nuevo, pero todo ello responde a ese poso mágico de los elementos de la naturaleza, especialmente el fuego, que guardamos en nuestro interior como un poso cultural…
Ritos y sucesiones culturales que amoldándose continúan en las raíces de los pueblos.
Pero no es sólo esto, que esta asociación tiene gran número de componentes y realiza infinidad de actividades. Y mucho teatro de calle de los más diversos temas, casi siempre costumbristas que se representan en muchos pueblos de nuestra comarca.
Tengo también que recordar a esta asociación, a este grupo de personas y a Iván por lo que respecta a los guiones, la escenografía y a Fran por las vestimentas medievales preciosas del teatro histórico que se ha representado en numerosas ocasiones, muchas de ellas en esta misma plaza, “Los Momos de Ysabel”, basado en aquella fiesta del 14 cumpleaños del príncipe Alonso, el hermano de nuestra Isabel, que se celebró en las Casas Reales arevalenses en 1467, a modo de fados y que la misma infanta Isabel preparó para su hermano, al más claro estilo portugués en aquella corte de infantes. Yo he sido testigo de excepción de la investigación histórica de unos momentos no muy conocidos, hasta dar con el sentido más profundo de aquellos festejos que se representaron varios años al amparo del mercado medieval.
No está perdido, todo se andará… simplemente agradecer a este grupo y asociación cultural por sus actividades, tan versátiles como valiosas para nuestra sociedad.
FUENTE: EL CRONISTA