POR MARÍA TERESA MURCIA CANO, CRONISTA OFICIAL DE FRAILES (JAÉN)
La feria es uno de los festejos más tradicionales de la localidad. Tiene su origen en antiguos mercados en donde los agricultores y ganaderos, vendían su producción y excedentes. Con el paso del tiempo, los a agricultores encontraron otras vías de comercialización, mientras que los ganaderos continuaron acudiendo a las ferias de ganado a comprar y vender sus animales. Luego una vez finalizador el trato y sellado con un apretón de manos, se marchaban a la feria de puestos de turrón y muñecos a celebrar la adquisición, o en todo caso el buen negocio que se había hecho.
En Frailes se celabraba una feria al finalizar el verano, los días 29 y 30 de septiembre y 1 y 2 de octubre, en honor del Arcángel San Miguel. No sabemos con certeza a que se debe el nombre de San Miguel. Se dice la posibilidad de que el párroco llevase el nombre de Miguel y se le pusiese como patrón de la fiesta el nombre del Arcángel. Lo cierto es que la fecha se debió elegir teniendo en cuenta las ferias de los pueblos de alrededor, quedando la de Frailes entre San Mateo de Alcalá la Real (21 de septiembre) y el Señor del Paño en Moclín (Granada. 5 de octubre).
Los derechos del pago de impuestos de las ferias, solían estar administrados por la Hacienda Real. De ahí que era necesario solicitar la concesión de la feria al Consejo de Castilla. Frailes lo solicita en 1890, siendo alcalde David Garrido. Se propusieron los días 17, 18 y 19 de septiembre. Habrá que esperar a el año 1901 y al frente de la alcaldía Indalecio Bolívar Serrano, impulsor de la celebracion de la Real Feria anual los días 29 y 30 de septiembre y 1 y 2 de octubre. El objetivo era el fomento de la venta de ganado así como otros productos como los géneros de mercería, lencería y quincalla, además de los productos de cada comarca como espartos, calzados y calderería.
Con frecuencia, los Ayuntamientos con menores recursos económicos aludieron a la necesidad de destinar las retribuciones de ferias al “alivio de las contribuciones” por las ganancias que supondría su celebración. Esto sucedía cuando las rentas de un ayuntamiento, destinadas al pago de los tributos, eran insuficientes para afrontar las cargas fiscales ordinarias. Además, los concejos tenían que atender otras obligaciones y resultaba difícil alcanzar lo necesario para cumplir los pagos. Muchos concibieron las ferias como un procedimiento para obtener tales ingresos y evitar repartos entre los vecinos. Los ingresos derivados de las ventas cubrirían parte de la cuota correspondiente a la Hacienda Real.
El lugar elegido para instalar la feria de casetas fue en el Barrio de la Iglesia, en las calles Molinos, Iglesia y Plaza de la Constitución, hoy Plaza Miguel de Cervantes, Rafael Abril y Deán Mudarra, queLos de rechos de las andaluzas solían estar administrados
por la H acienda Real. se adecentaban para la ocasión y por donde corrían dos acequias con agua. Se editaba un programa con los actos más importantes como la intervención de la Banda de Música que tomó importancia en esos años, y se construían sasetas de madera en las que albergar a los feriantes para poner a la venta sus productos. Era frecuente que se comprasen alguna quincaya o calderería con motivo de ser la feria y entonces se decía feriarse, o ferearse con algo.
Por lo que respecta a la feria de ganado sabemos que se instaló en El Baño, y mas tarde en el Cerrillo, para luego deseparecer. Y la feria de casetas pasó de la Puerta de la Iglesia a las Eras del Mededero, en donde hoy se celebra. Pero eso es otra historia.