POR BIZÉN D’O RÍO MARTÍNEZ-CRONISTA OFICIAL DE LA HOYA DE HUESCA
En septiembre de 1930 la empresa propietaria del Teatro Olimpia anunciaba, que en el deseo por ofrecer el mejor servicio al público, lo había inaugurado con la Compañía del Teatro Real, y con el incomparable Miguel Fleta, luego trajo la Sinfónica, después, lo más selecto en espectáculos cinematográficos y teatrales, pero en aquellos momentos se disponía a traer el “Cine Sonoro”, para lo cual estaba instalando un magnífico aparato de coste elevadísimo tanto en su instalación como en su entretenimiento, con el deseo de que las grandes y fantásticas películas de Hollywood, llegaran a verse en Huesca, ciudad que desde estos momentos pasaría de las proyecciones de Cine Mudo, al Sonoro de las grandes producciones cinematográficas. Se contaba con un auténtico problema para la empresa, ya que a diferencia de las grandes ciudades en las que una película podía proyectarse una semana, en esta ciudad no había público suficiente para repetir la misma proyección, por lo cual a un costo elevado correspondía una elevación en el precio de la entrada para hacer frente además a su costoso alquiler, sin embargo la empresa anunciaba que el propósito era de no elevar el precio de las localidades.
Tras superar diversas dificultades en la adaptación de la sala, finalmente se llevaba a cabo una prueba a la que fueron invitados los miembros de la prensa, quienes pudieron apreciar y así lo certificaban en sus noticieros, que la perfección de los aparatos instalados, los cuales emitían claros y distintos todos los sonidos del diálogo y música, prestaban a la proyección cinematográfica un particular atractivo.
El acontecimiento del Cine Sonoro en el Teatro Olimpia, fue acompañado del más completo y popular de los éxitos, despertando una gran expectación de las gentes amantes de este arte, como de las gentes de relieve y de los negocios teatrales, pues hasta Huesca vinieron a presenciar la inauguración, personalidades de la Paramount, técnicos de Madrid y Barcelona, así como empresas de Bilbao, Zaragoza y Logroño, saliendo ellos como el público oscense maravillados, y reconociendo los expertos la calidad del aparato elegido.
Nos dice Juan Antonio Cabero Martinez, primer historiador de la Cinematografía Española, que el año de 1929 se rodó el primer largometraje del cine sonoro español. Se trataba de “Futbol, amor y toros” que fue dirigida por Florian Rey, sincronizada en Paris, siendo una Producción de Seleciones Nuñez , que fue estrenada en Madrid en enero de 1930 en el Teatro de la Zarzuela, teniendo un clamoroso éxito, lo que hizo se proyectara en Barcelona, Zaragoza y Logroño. Ahora bien, el cine sonoro, con películas habladas en otro idioma que el castellano encontraban grandes dificultades para su explotación, y la editorial norteamericana “Paramount” deseosa de no perder el mercado, organizó una compañía de artistas españoles, que pronto comenzaron a producir en los estudios franceses de “Joinville”, y lo hicieron en tan grandes proporciones que llego el momento en que raro era el mes que no llegaba a las pantallas españolas una o dos películas, una producción a la cual se achacó que dejaba algo que desear y muy pronto vió la editorial que no era la mejor manera de mantener en España su preponderancia.
El domingo, 5 de octubre de 1930 se producía la inauguración del cine sonoro en el Teatro Olimpìa de Huesca, y se hacía con la estupenda película de la Paramount films titulada “Un hombre de suerte” sobre un libreto de Muñoz Seca, quien habló antes de la proyección, era una película dirigida por Benito Perojo, quien al ser entrevistado contestaba sobre el cine sonoro: “Que la acción del argumento se desarrollen un día, si es posible, pues de esta forma se podrá prescindir de los títulos, defecto, hasta el presente de la cinematografía. Abogaba por los menos personajes posible, pero sí por las grandes masas, poniendo especial énfasis en que deberían de ser asuntos de gran mundo donde se pudiera desarrollar toda la fantasía técnica y artística”. Todo un gran día en el Teatro Olimpia, donde antes del Film anunciado, el público pudo comprobar la sonoridad de la doble instalación, al escuchar la brillantísima orquesta Paramount que en un film sonoro interpretó la Obertura de Guillermo Tell.
Durante muchos días, en tertulias y mentideros no se habló de otra cosa que no fuera el cine sonoro, de la claridad con la que hablaban los intérpretes de la película proyectada: Rosario Pino, Maria Luz Callejo, Elena D’Algy y Roberto Rey, y claro está, no faltó quien en la prensa local, al igual que en la nacional no hablara de lo que llamaban “Ruido y Silencio”, que era el nombre de la campaña desatada por los “Amigos y Enemigos del Cine Sonoro”. Se había iniciado un cambio y un largo camino que ayudaría a crear un gran número de aficionados en esta ciudad a la filmografía.
FUENTE: ELDIARIODEHUESCA.COM