POR RICARDO GUERRA SANCHO, CRONISTA OFICIAL DE ARÉVALO (ÁVILA)
Hace unos días se hizo público un comunicado de la Parroquia de Santo Domingo de Silos de Arévalo, consensuada con los diferentes colectivos que la forman, sobre el estado de la cuestión del asunto judicial de La Lugareja.
Un viaje posterior me ha retrasado esta columna que, sin embargo, tenía aquí en el ordenador preparada, latente y esperando momentos “adecuados” para su publicación. Y así llegó el comunicado que contiene datos, lejos de la opinión que pueda despertar, del estado de la cuestión, como que el 4 de noviembre del 2022 el Tribunal Supremo dictaminó sentencia sobre La Lugareja, después de años de litigio, reconociendo que la propiedad de la ermita de La Lugareja es del Obispado, por tanto, de la Parroquia de Arévalo. Nunca dejó de ser nuestra, así como la presunta propiedad de los que ocasionaron el litigio ha quedado clara que no lo es.
Pero el asunto, lejos de solucionarse, se agrava cuando al día siguiente de a sentencia se cierra con alambradas aún más férreas que antes y se deja de abrir los miércoles, a horas intempestivas como se veía haciendo.
Parece ser que la sentencia debe ser ejecutada por el juzgado, y así, entre cambios de jueces titulares y los acontecimientos laborales del mundo de la justicia, este acto no se ha ejecutado.
Un tema indignante que acumula circunstancias insospechadas que han producido una situación que parece rocambolesca.
Pero a mí me p también otro tema, que no ha sido mencionado en el auto judicial, pero que sentimentalmente el pueblo cristiano de Arévalo no olvida y sigue ahí esperando, junto con el edificio y los accesos, es la imagen venerada de la Virgen de La Lugareja, sus ropas y joyas que la adornaban en los días de la fiesta, una tradicional y más que centenaria romería que organizaba la Parroquia y la Cofradía. Desde hace ya muchos años ya no se celebra y la cofradía se ha deshecho. Y desde entonces podemos decir que esta Virgen nuestra está secuestrada entre aquellos venerables muros mudéjares del s. XII, cerrados a cal y canto por un cambio de cerraduras de forma unilateral y por rodear el lugar por ballas metálicas y alambradas carcelarias indolentes y usurpadoras.
Como recuerdo de todo esto, nuevamente a parroquia y muchos fieles hemos rememorado esa romería tradicional, virtual, en la propia parroquia, pero sin la imagen de la Virgen, que está secuestrada… Pero, sin la imagen no estaba… Tantas dudas son un lastre negativo en un tema que nunca debería haberse planteado. Sólo la insensatez y cerrazón embarran la situación.
En momentos como el actual, cómo no recordar aquellas romerías de mi infancia, con la “merendilla” que comíamos junto al arroyo, aquellas carreras por los arenales y terraplenes del camino. Aquellas músicas de gaitillas de la romería y de los bailes en la plaza del anejo arevalense, con los puestos de dulces, globos y almendras garrapiñadas… o aquellos concursos de tortilla que años después congregaba allí a mucho público y degustaba aquellas delicias de comida campestre, entre música y amistad…
O aquellos rosarios ante la Virgen en las vísperas de la fiesta, cuando las mujeres se afanaban en vestir de galas la imagen, ese manto “bueno” de la fiesta, ese rostrillo y corona de plata que lucía los días grandes… todo eso también está por aclarar, que si la cofradía ha desaparecido −hay gente que quiere reanudar esa entidad devocional de esta Virgen en el momento que sea posible−, la parroquia es la depositaria de todo aquello, como bien dicen todos los estatutos u ordenanzas de estas agrupaciones cristianas y de devoción.
El comunicado también pide a las diversas administraciones vinculadas a este tema, que hagan lo posible por restablecer la normalidad, tanto de que se ejecuté l sentencia, como se clarifique el espacio del entorno, como edificio declarado Monumento Nacional por decreto de 3 de junio de 1931, como también los accesos al mismo.
Yo he echado en falta una mirada más cercana a este patrimonio público y popular de los arevalenses, cómo la administración correspondiente se ha mantenido sensiblemente distante del tema, autorizando una apertura a la que obliga la legislación de patrimonio en día y horas tan intempestivas, cómo no ha determinado y delimitado con claridad el “espacio de respeto” que fija en torno a los edificios y monumentos declarados.
Yo espero del nuevo responsable de Cultura de la Junta de Castilla y León, el Sr. Santonja, conocido por otra parte por su buen hacer, una aptitud más cercana y sensible con este escabroso tema.
Gritaré con fuerza y con pena ¡Viva la Virgen de la Lugareja!
FUENTE: R.G.S.