POR JUAN CUÉLLAR LÁZARO, CRONISTA OFICIAL DE FUENTIDUEÑA Y FUENTEPIÑEL (SEGOVIA)
Saludo fuentepiñelano-palmero 3670. Una de las razones que me impulsaban a realizar mi noveno viaje a La Palma, la Isla Bonita, (a mi costa, por supuesto), era la de conocer y recorrer los efectos que había producido el volcán Tajogaite, situado en el parque natural de Cumbre Vieja, y que supuso la desaparición completa de la población de Todoque y parte de las de La Laguna, Las Manchas, El Paraíso, y otros barrios cercanos de El Paso, Los Llanos de Aridane y TAZACORTE. Y para los que conocíamos la comarca, lo que nos hemos encontrado resulta, cuando menos, impactante y descorazonador.
Dos años después del desastre, y aplicando la filosofía estoica y resignada del palmero (“Somos hijos del volcán, y el volcán nos da y el volcán nos quita”), los afectados intentan reponerse poniendo lo que está de su parte y con las ayudas de las administraciones (no siempre suficientes ni acordes con lo prometido: aquello de que nadie se va a quedar atrás queda muy bonito en el momento de la desgracia, pero pasado el tiempo muchas promesas se las lleva el viento).
A escasa distancia y a la vista del volcán, que aún sigue humeando y desprendiendo gases, e incluso produciendo algunos temblores del suelo, según me confirman personas que se mueven en las proximidades, se ha instalado como símbolo de esperanza y de resiliencia el monumento “La Puerta del Futuro” en la rotonda que abre las vías entre las coladas por el lado norte. El diseñador del proyecto, Alexis González, vecino de Las Manchas, le justifica “como un símbolo creado con una parte del pasado e inspirador de nuestra esperanza para el futuro del Valle de Aridane”. También detalla los diferentes elementos que componen la obra, que son ocho, cada uno de ellos con su significado vinculado al sentimiento de las personas que tuvieron que abandonar sus hogares y perdieron sus proyectos de vida por causa de la madre tierra. La escultura cuenta con dos puertas, la arrasada, que es un marco de seis metros de altura orientado al volcán y atravesado por las coladas representadas en acero en la obra, recordando la pérdida que se ha sufrido y, por otro lado, la puerta del futuro, de ocho metros, y que simboliza la esperanza de un futuro mejor con los deseos y esperanzas de la población palmera. Otro de los elementos que configuran esta escultura son las bocas del volcán, un total de nueve, representadas por tubos de acero coronados por piedras del propio volcán, además de flores representadas por geranios de distintos colores y que forman parte de los parques y casas rurales de la Isla. A esto se suman los 85 bloques de hormigón que representan cada uno de los días que se mantuvo activa la erupción. A todo ello se suma una gran llave formada por llaves de casas de las personas afectadas fundidas, herramienta que abrirá la puerta del futuro. Como remate final, se representan los lugares más emblemáticos de los barrios que desaparecieron por el volcán.