POR RICARDO GUERRA SANCHO, CRONISTA OFICIAL DE ARÉVALO (ÁVILA)
Por estas fechas hace un año visité un lugar con historia, dentro de una ruta por el Pirineo oscense, concretamente, la Jacetania y, aunque me desvié un poco de aquella ruta, quería conocer una pequeña población de gran significado histórico. Esa idea había esperado mucho tiempo hasta hacerse posible.
Y es que cuanto más me acercaba al otro gran personaje, Isabel, más sentía la necesidad de profundizar en conocer a quien compartió tanto con ella, Fernando de Aragón. Sentía la necesidad de ver y conocer los lugares históricos relacionados.
Si de Madrigal, Arévalo y Medina, el triángulo isabelino, tenemos tantas referencias y detalles, respecto a Fernando hay muchas más carencias, conocemos mucho menos, será eso de la distancia… y quizás del interés, posiblemente, porque teniendo a Isabel… Además, aquella población extremeña requiere ir más de exprofeso, no muy lejano, pero en el camino a ninguna parte, o así me pareció… fue Alba la que me animó a seguir amable
También fue el año pasado, cuando mi coral visitó el gran monasterio de Guadalupe para cantar la “Misa del Peregrino”, magnífica y espectacular, y descubrí no sólo las bellezas de ese conjunto arquitectónico, monumental y artístico, sino muchos más datos históricos, como el sepulcro de Enrique IV de Castilla, el hermanastro y antagonista, o la predilección de nuestra Isabel y de Fernando por aquel lugar tan venerado, sino también la riqueza arquitectónica y monumental del monasterio, con su precioso claustro mudéjar, el claustro gótico de la hospedería, su museo, la sacristía y el camarín barrocos, la magnífica y monumental reja del crucero de la basílica, en fin entre tantas cosas por ver. Viendo también el famoso coro de Isabel, donde cantamos, me recordó tantas cosas…
Y la población tan típica y atractiva, con sus dos pueblas, la alta y la baja, que recuerdan tanto a esos pueblos serranos cacereños, abulenses y salmantinos.
Siempre inmerso en la historia de nuestra Isabel, tenía la asignatura pendiente de Fernando, de sus orígenes y del momento posterior a Isabel, la época ignaciana de Arévalo, cuando la antigua villa aún tenía algún protagonismo en aquella época. Así es como en mi último libro sobre “San Ignacio de Loyola en Arévalo” hay muchas referencias sobre este personaje ya que siguió como regente, se casó de segundas con Germana de Foix buscando heredero masculino para Aragón, que no logró, y su testamento en que deja el señorío de Madrigal, Arévalo y Olmedo a la francesa Germana, el origen del conflicto y levantamiento contra Carlos el Emperador, por causas de ser enajenada esta antigua villa de Arévalo. Un periodo muy fuerte que no hace tanto con el V Centenario de los Comuneros se recordó en la ciudad.
Tenía que ver Madrigalejo, donde dictó su ultimo testamento, el de la polémica de entrega del señorío de estas villas. Llegó allí de viaje, para asistir en Guadalupe al capítulo de las órdenes de Calatrava y Alcántara, él ya venía aquejado de enfermedad acentuada por el afán y los potingues para acrecentar su virilidad en busca de heredero. Y murió un 23 de enero de 1516 en la “casa de Santa María” un lugar donde se alojaban los reyes cuando su viaje les dirigía a Guadalupe, una casa del propio monasterio que no debió ser gran cosa. Y es muy triste hoy ver unos restos de aquella casa que no es nada especial, al menos lo que se conserva, aunque la Junta de Extremadura ha intentado dignificar el lugar que fue fraccionado con la desamortización y hoy apenas es una referencia histórica, con un museo etnográfico y unas salas con recuerdos fernandinos y audiovisuales. Qué curioso, otra cama, que me recordó la del Palacio Testamentario de Medina… perdonen la malicia… y una joven, Alba, ¡con muchas ganas de agradar!
Qué distinto es el palacio de Sada, en Sos del Rey Católico, donde nació, que contiene otro contenido. Y el propio pueblo, casi intacto dentro de la arquitectura de aquella zona, y un centro de interpretación más que entretenido, y un museo interesante.
La verdad que Madrigalejo, un pueblo grande comparado con los nuestros, que estaba muy vacío, quizás por el calor que ya arreciaba en vísperas de la ola con la que nos amenazaban y ha llegado… Los Pedroches y Córdoba, 44º… todo sea por la historia… y después el alivio de San Pedro, 10º menos… sin palabras.
FUENTE: EL CRONISTA