Y es que el descubrimiento de América en 1492 fue trascendental, y así el 12 de octubre se ha considerado como un día memorable porque a partir de entonces se inició el contacto entre América y Europa, que culminó con el “Encuentro de dos mundos”. Encuentro que transformó las visiones del mundo y las vidas tanto de europeos como de americanos, ya que se inició la colonización europea de América. Sin embargo, el 12 de octubre de 1492 no se reveló la existencia de América. De hecho, Cristóbal Colón siempre creyó que había llegado a las Indias, sin sospechar que se había topado con el continente americano.
Después de Colón, se organizaron otros viajes financiados por la Corona española, como los de Núñez de Balboa que cruzó el istmo de Panamá y encontró el océano Pacífico (1513); y el de Francisco Hernández de Córdoba (1517) y Juan de Grijalva (1518) que recorrieron las costas mexicanas. El florentino Américo Vespucio (1451-1512), al que el rey Fernando el Católico concedió carta de ciudadanía castellana en Toro el 24 de abril de 1505, recorrió la costa norte de América del Sur, los litorales de Brasil y el sur de la Patagonia, y se le considera el primer europeo en comprender y anunciar que esas tierras eran en realidad un nuevo continente. Por este motivo, el cartógrafo Martín Waldseemüller les dio en su mapa de 1507 el nombre de América, que se usa desde entonces.
Por fin, en nuestro país, el 23 de septiembre de 1892, la reina regente María Cristina de Habsburgo-Lorena promulgó un Real Decreto en San Sebastián, a propuesta del presidente Antonio Cánovas del Castillo, en el que se declaraba Fiesta Nacional el 12 de octubre de 1892, en conmemoración del Descubrimiento de América. Dicho Real Decreto sería firmado por la reina regente, en nombre de su hijo Alfonso XIII, y en presencia del presidente del Consejo de Ministros el 12 de octubre de 1892. Y en un lugar tan emblemático como el Monasterio de La Rábida, en su visita a Huelva, Palos de la Frontera y Moguer, para la celebración de los actos del IV Centenario del descubrimiento de América.
Y éste era el texto: “El 12 de octubre Fiesta Nacional. Artículo único. Se autoriza al gobierno para presentar a las Cortes en su reunión próxima, un proyecto de ley para declarar perpetuamente fiesta nacional el día 12 de octubre en conmemoración del descubrimiento de América. Dado en Santa María de la Rábida a 12 de octubre de 1892”.
Mientras tanto, ‘lo hispano’ crece sin parar en el mundo. Sin embargo, sus particularidades y localismos, aconsejaron en 2005 la creación del Diccionario panhispánico de dudas (RAE y Asociación de Academias de la Lengua Española). Puesto en marcha con el propósito de resolver las dudas relacionadas con el uso del idioma español en toda la comunidad hispanohablante. Una comunidad formada hoy por 595 millones de personas, de las cuales más de 496 millones son nativos de nuestra lengua, y que hacen que, hoy, el español sea el cuarto idioma más hablado en el mundo. Sintámonos orgullosos.
Porque desde España llevamos hasta América hace más de cinco siglos, la lengua, la cultura, la religión… y allí construimos los del viejo continente, conventos, catedrales y universidades para el Nuevo Mundo. Pero el intercambio fue mucho más grande, hasta el punto de condicionar qué comemos y cómo lo preparamos. Nuestras vidas -las de todos, de aquí y de allí- cambiaron ya para siempre, como luego veremos. Y un punto, si quieren, algo anecdótico. Igualmente hemos recibido de la América hispana algunas de las más hermosas partituras musicales…
Amor y comprensión
Es claro que el amor y la comprensión, también –y sobre todo- se expresan con la música. Un ejemplo. He observado allende los mares, que la melodía Bésame mucho, de la mexicana Consuelo Velázquez, es conocida y apreciada en todo en el mundo, incluso por quienes no entienden su letra, pero captan su mensaje. Por lo tanto, no sólo la lengua, la religión y los alimentos tuvieron gran difusión. También la música, que es uno de los grandes tesoros de la humanidad de todos los tiempos.
Desde entonces, desde 1492, la interacción y el enriquecimiento entre España y América, también en lo musical han sido enormes y continuos. He ahí los “cantes de ida y vuelta” que llevaron el flamenco al otro lado del Atlántico, y retornaron transformándose sin duda en algo distinto, y tal vez mejor: milonga, guajira, colombiana, vidalita, rumba… Pero el legado mutuo desde entonces ha sido incalculable. La Exposición Universal de Sevilla de 1992, con motivo del V Centenario del Descubrimiento de América, fue un tremendo escaparate vivo y ardiente de la semilla que España plantó en América, y de la frondosidad de la semilla que ese mismo mundo nos devolvió.
Aunque también en España supuso un antes y un después ese V Centenario… para empezar, con la creación del Tren de Alta Velocidad, que tanta repercusión e influencia mundial sigue teniendo treinta y un años después.
Proteccion de los indígenas
Pero España se preocupó, y mucho, de los indígenas encontrados en las nuevas tierras. Las Leyes de Indias (Burgos, 1512) constan de 35 ordenanzas muy exhaustivas, destinadas a la función protectora y humanizadora del indígena, conformando su propio estatuto civil basado en dignidad, trabajo y libertad. Después vendrían las Leyes de Valladolid (1513), y la figura de fray Bartolomé de las Casas, nombrado por el cardenal Cisneros en 1517 “protector universal de todos los indios de Indias”. Algo más tarde llegarían las Leyes Nuevas de Indias (1542), que se sitúan entre los textos legales más importantes de la historia del Imperio español.
No existe parangón en todo el mundo sobre esta voluntad defensiva de los nativos, en ninguno de los imperios que en el mundo han sido. Porque, ciertamente, el objetivo de todas estas leyes no era otro que el de reformar el gobierno de las Indias y proteger a los vasallos indios de la Corona, meta que generó controversia y violencia en su momento, y un gran interés en la actualidad… Por no hacer mención a la Leyenda Negra, una invención propagada por imperios enemigos, y verdaderamente interesada en denostar y hasta destruir la imagen de España. Téngase en cuenta que la conquista de América fue pactada entre indígenas y españoles, siendo indígenas casi el 95% de los conquistadores, que luchaban por su libertad frente a otros pueblos, y contra la crueldad y la opresión.
Llegaron desde Europa
Vayamos ahora a las cosas de comer… Y aquí tenemos algunos de los numerosos productos (alimenticios o no), intercambiados tras ese “Encuentro”. Cereales para harinas y pan (trigo, cebada, avena, centeno); olivos (aceitunas para comer, y aceite para cocinar), alfalfa para los animales, y productos de la huerta (lechugas, col, rábanos, espárrago, zanahoria, espinaca, cebolla). La imprescindible caña de azúcar y la remolacha azucarera… Y el no menos imprescindible café, que había viajado antes desde Arabia. Cítricos (como limones, naranjas, limas, toronjas), Legumbres (garbanzos, lentejas, fríjoles, arroz), y Frutas como manzana, mango, uva, plátano… Árboles como el eucalipto, y plantas ornamentales como el rosal…
Pero, sobre todo, desde el Viejo Mundo, desde España, llegaron la cultura y la religión: las universidades, catedrales y conventos. Junto con las ordenanzas para el buen trato con los nativos e indígenas… La principal consecuencia fue la excelente relación habida entre ambos, tanto, que los matrimonios pronto empezaron a prodigarse. Un hecho que no era normal entre otros colonizadores, por ejemplo, los del imperio anglosajón, o alemanes, belgas franceses y holandeses.
También desde Europa llegaron hasta América animales hasta entonces allí desconocidos: como el burro, caballo, cerdo, oveja, pollo, la vaca. De ellos se obtenía lana y piel, o se extraía carne para alimentación. Todo un tesoro.
VINIERON DESDE AMÉRICA
Y he aquí algunos productos agrícolas propios del Nuevo Mundo: cacahuete, cacao, caucho, maíz, tomate, papaya, patata, pimiento, tabaco, vainilla, yuca… Cierto es que donde los españoles habían llegado era una tierra fértil… pero también rica, puesto que había oro, plata y piedras preciosas. Un magnifico aliciente para aquellos hombres intrépidos, aunque también sedientos de poder y riquezas.
En estos días se representa en Madrid la obra musical Malinche, del compositor español Nacho Cano. Un recuerdo y homenaje a aquella mujer de influencia y repercursión descomunales, en las relaciones América-España. La Malinche fue una de las 19 mujeres esclavas entregadas como tributo a los españoles por los indígenas de Tabasco, tras la batalla de Centla en 1519. De entre ellas, la Malinche (mujer nahua originaria del actual estado mexicano de Veracruz) jugó un importantísimo papel en la conquista de México, como intérprete, consejera, intermediaria de Hernán Cortés, y finalmente como su amante, con quien engendró su hijo, Martín, uno de los primeros mestizos surgidos de la conquista de México. La Malinche se casaría más tarde con el español Juan Jaramillo, con quien tendría a su segunda hija, María.
UN RICO INTERCAMBIO
Hoy, difícilmente podríamos imaginar nuestro mundo sin el tomate, pimiento, patata, o incluso sin el chocolate. Todos ellos alimentos imprescindibles en nuestra vida cotidiana actual.
El desarrollo del comercio colonial que siguió a las expediciones europeas hacia América, África y Asia reforzó la corriente de alimentos y de condimentos exóticos hacia el Viejo Mundo. Así viajaron, entre otros, productos como el maíz, la patata, el boniato, la judía, el tomate, el pimiento, el girasol, el pavo… De tal modo que la alimentación cambió profundamente, y continuó transformándose con el ensanchamiento de los espacios conquistados, mientras se aseguraban y mejoraban las comunicaciones entre las colonias y la metrópolis.
Después del siglo XVI, las cocinas africanas y europeas fueron transformadas como consecuencia de la introducción de numerosas plantas importadas de América. La introducción de la patata en la alimentación de los irlandeses, la llegada del tomate a los Estados Unidos, “patria del Ketchup”, o del maíz y la mandioca a África son fenómenos relativamente recientes. No resulta fácil imaginar la cocina italiana sin las pastas (procedentes de China, pasando por Alemania, hacia el siglo XV), ni tampoco en ausencia de la salsa de tomate, procedente las nuevas tierras.
Y es que, indiscutiblemente, la llegada de los españoles a América produjo un profundo intercambio de especies alimenticias. La utilización de los cultivos habituales de su dieta, supuso el necesario traslado de sus plantas favoritas, enriqueciendo así la oferta alimenticia, que se vio ampliada y mejorada con la incorporación de las especies traídas desde Europa. He aquí un sencillo cuadro de este intercambio de vegetales, animales y minerales:
América ofreció al mundo europeo una variedad de productos hasta entonces desconocidos, pero, a su vez, recibió especies inexistentes en el nuevo mundo. Las especies vegetales domesticadas que América ofreció a Europa constituyen el 17% de todas las cultivadas en el mundo. En Europa muchas de ellas pasarían a incorporarse a la dieta cotidiana de sus habitantes, y hoy sería imposible prescindir de esos productos… Así pues, con la conmemoración de la Hispanidad, también rendimos homenaje a todo cuanto del paisaje y el paisanaje de las tierras americanas, enriqueció la cultura y la alimentación española y europea.
DE AMÉRICA A EUROPA / DE EUROPA A AMÉRICA
Aguacate / Aceite de oliva Batata / Algodón Cacahuete / Arroz Cacao-chocolate / Caballo Calabaza / Cabra Frijoles / Café
Maderas finas / Caña de azúcar Maguey-pita / Cebada Maíz / Cerdo Oro / Mango Patata / Naranjas y limones Pavo / Oveja Piña / Plátanos/bananas Plata / Trigo Tabaco / Utilización del hierro Tomate / Vaca Yuca-mandioca / Vid-uvas
HISPANIDAD, GUADALUPE Y PILAR
Recordaremos ahora, que la palabra Hispania tiene su origen en el término usado en la civilización romana, para denominar al conjunto de la Península Ibérica. Y cuyo significado vinculaban los escritores latinos a “tierra de conejos”. Hispanidad, sin embargo, es un término del español clásico que a principios del siglo XX había ya caído en desuso. Pero en 1926 el sacerdote español Zacarías de Vizcarra, en un artículo que publicó en Buenos Aires, propuso que “Hispanidad” debiera sustituir a “Raza” en las celebraciones del doce de octubre.
Igualmente conviene no olvidar que la Virgen de Guadalupe ostenta el título de Reina de la Hispanidad desde el 12 de octubre de 1928, cuando el cardenal primado de España, Pedro Segura, como legado del papa Pío XI, y en presencia del rey Alfonso XIII, coronó canónicamente a Santa María de Guadalupe como “Hispaniarum Regina”. La razón de tal nombramiento se encuentra en el hecho de que los Reyes Católicos se reunieron con Cristóbal Colón en el Real Monasterio de Santa María de Guadalupe en junio de 1492. Allí dieron las instrucciones para dotar al marino de lo necesario para el primer viaje, y allí volvió Colón tras su éxito en 1493, para dar gracias a la Virgen.
Por otro lado, al coincidir la fecha del Descubrimiento con la festividad de la Virgen del Pilar, cuyo culto se remonta a principios del siglo XIII y es patrona de Aragón y de su capital, Zaragoza, desde el siglo XVII, el Papa Juan Pablo II la nombró Patrona y Madre de la Hispanidad en las dos ocasiones que visitó la ciudad de Zaragoza y la Basílica del Pilar. Junto a Santiago de Compostela, la Virgen del Pilar ha centrado la espiritualidad de la Cristiandad en la Península ibérica durante siglos, y representa un símbolo indisoluble de la Hispanidad, con la unidad de los españoles y de éstos con América.
En 1981, tras la restauración democrática y con la Constitución Española de 1978 en vigor, el Real Decreto 3217/1981, publicado en el primer Boletín Oficial del Estado del año 1982, refrendó el doce de octubre como Fiesta Nacional de España y Día de la Hispanidad. Seis años más tarde, la Ley 18/1987 (BOE 241/1987, página 30149) en vigor, establece el Día de la Fiesta Nacional de España en el 12 de octubre y prescinde de la denominación de Día de la Hispanidad. Que continúa, sin embargo, utilizándose profusamente.
FUENTE: https://www.lanzadigital.com/provincia/un-encuentro-e-intercambio-entre-america-y-europa/